El análisis de los datos recabados en los últimos años sobre los incendios declarados en España, tanto en lo que respecta al cómo se produjeron y, lo más importante, de quién o qué los originó, ha permitido a la Fiscalía de Medio Ambiente y Urbanismo elaborar hasta cuatro perfiles de incendiarios o pirómanos, en función del tipo de fuego que provocan y su objetivo. Para ello, primero han elaborado una lista con cuatro clases de incendio forestal: el agrícola, el ganadero, el forestal (general) y el forestal desde pista (ver anexo superior).

Partiendo de esta primera clasificación se elabora el perfil psicosocial del incendiario forestal que va desde el que provoca el incendio por una imprudencia, hasta el que lo hace por un interés económico o por sufrir algún tipo de desequilibrio mental. Así son los perfiles:

Fuegos agrícolas por infracción: el especulador. Son cometidos por personas mayores de 60 años, no solteros, pensionistas/jubilados, que se relacionan bien (tienen muchos amigos), sin problemas de salud, y que viven solos o con sus parejas en poblaciones grandes (tipo ciudades), alejadas de los lugares de los incendios (incluso en otras provincias; suelen ser los propietarios del terreno incendiado o mantener lazos de parentesco o afectivos con ellos, llegando al incendio a pie y prendiendo el fuego con fósforos. No eran vigilados con anterioridad al incendio por las fuerzas de seguridad, y no contaban con antecedentes policiales por otros delitos. Muchos de ellos son extranjeros.

Incendios ganaderos-instrumentales: el imprudente. Son cometidos por personas de mediana edad (36 a 46 años), trabajadores autónomos del sector agrícola con una buena adaptación al mundo laboral; durante sus estudios obtenían buenas notas; viven en poblaciones pequeñas tipo aldea, a entre 10 y 20 kilómetros del incendio, y en su tiempo libre les gusta estar con gente; llegan al incendio en moto, bici o squad, o con vehículos tipo tractor o furgonetas; no tienen relación con el propietario o, si la hay, son vecinos o enemigos; viven con sus padres, no tienen problemas de salud y en su tiempo libre les gusta estar con su gente.

Incendios forestales: Tienden a ser menores de 47 años, no solteros; trabajan en actividades relacionadas con la construcción a las que faltan regularmente (por lo que su rendimiento suele ser regular o bajo); si ya están jubilados o son pensionistas o desempleados, cuando trabajaban tenían un buen rendimiento laboral; tienden a ser analfabetos, a vivir solos, en una aldea (o localidad diferente a la del incendio), aunque pueden gustar de estar con gente en su tiempo libre y tener problemas de salud. No conocen de nada al propietario del terreno incendiado ni mantienen relación con él. Durante su detención se muestran asustados o nerviosos, declarándose responsables del fuego, y, de hecho, habían sido investigados por la comisión del mismo, pese a que no tenían antecedentes penales.

Fuegos sin sentido: el pirómano. Estos incendiarios están en una franja de edad de 47 a 60 años, y si son más jóvenes, tuvieron un rendimiento escolar malo, por lo que se quedaron en niveles elementales. También suelen tener un rendimiento laboral malo (conflictivo) y no cuentan con ingresos económicos. Suelen tener pocos amigos, y les gusta estar solos. Pueden tener problemas de salud; viven en pueblos, en la misma localidad del incendio (a menos de 1 kilómetro), conociendo al propietario del terreno incendiado por ser vecinos. Durante su detención se muestran desafiantes, negando ser los autores del fuego. Tienen antecedentes y fueron sometidos a vigilancia policial tras el incendio.