Noche al raso en Marrakech para muchas familias aterrorizadas. Provistos de mantas, buscan un lugar para intentar conciliar un sueño que no llega. Hasta los maleteros de los coches se convierten en camas improvisadas por un tiempo indeterminado. Nos lo dice Asyssa. El seísmo dejó varias grietas en la fachada de su edificio y por eso decidieron salir. Explica que cualquier cosa la asusta, hasta el ruido de un vehículo. Ya de día algunos se atreven a volver a casa, al menos para evaluar los daños. Jalel vive con su familia extendida de 25 personas en este edificio. Cuando la tierra tembló se refugió con su mujer y sus dos hijos en el baño.