Lo más escuchado durante los últimos días del año pasado fue: «Lo mejor del 2020 es que, por fin, se acaba». Sin embargo, nevadas aparte, negros nubarrones se perciben para este 2021.

Ojalá me equivoque, pero el abandono de animales llegará con fuerza. Es mejor estar preparado para ello. La adopción masiva que todavía estamos viviendo, me recuerda a ese tsunami que retira el agua de la costa para devolverla convertida en una gran ola. La pandemia cortó de raíz las vacaciones y muchas personas decidieron, al paralizarse la movilidad y estar más tiempo en casa, adoptar animales. Sin embargo, es probable que la crisis y la necesidad de cambiar de lugar de residencia por motivos económicos devuelvan a alguno de ellos, en forma de abandono, a la misma jaula del albergue del que salió. Esperemos que no ocurra, pero el peligro es real.

Algo parecido o peor aún ocurrirá con caballos, burros y ponis. De nuevo, como ocurrió hace años en la última crisis económica, temo que muchos acaben muriendo de hambre o que den con sus huesos en los mataderos comarcales. Pobres animales. Presiento que el maltrato también formará parte de este 2021. Las dificultades siempre tienen una repercusión directa en los humanos. La tensión disparada, el estado anímico alterado y la desesperación se agudizarán, sobre todo en aquellas personas más desequilibradas y, probablemente, se produzcan episodios de violencia que pagarán los más débiles.

Por último, creo que la caza furtiva y el tráfico ilegal de especies, si se carece de escrúpulos, cotizarán al alza como forma fácil de ganar dinero.

Como ven, la situación va a ser complicada. Desgraciadamente, lo anterior no ha sido un ejercicio de imaginación sino de memoria. Todo eso ya pasó en la anterior crisis. Sólo podremos evitarlo si, desde ya, nos ponemos a trabajar. No querer verlo no evitará que ocurra.

¿Recuerdan aquella famosa frase? «Quien olvida su historia está condenado a repetirla».