Escribo este artículo precisamente cuando conozco que un refugio de gatos en Alicante conocido como Felinos Lo Morant ha sido asaltado y nueve gatos que vivían allí han sido matados a golpes, además de haber causado graves destrozos materiales. No es el primer acto que ocurre en nuestro país en un refugio de animales.

Hechos así nos tienen que mover a tomar medidas tanto de prevención, dada su gravedad, como plantearnos el endurecimiento de las penas por maltrato animal a quienes los cometan. La sociedad no está segura con individuos que no dudan en asaltar una propiedad y causar la muerte a golpes de seres indefensos. Han sido nueve gatos, pero podrían haber sido niños o niñas, o adultos€ La violencia no distingue entre sus víctimas. La violencia hacia los animales es la antesala de la violencia interpersonal.

Al respecto, debemos tener en cuenta que numerosos estudios han determinado la interrelación entre la violencia a los animales y la violencia interpersonal, lo que determina que aquel que ejerce violencia contra un animal, como forma de control, o de forma sádica, lo hará también contra una persona, puesto que la violencia y las 'sensaciones' que experimenta se trasladarán a otras víctimas. La violencia hacia los animales en ocasiones se ejerce como instrumentalización de violencia hacia una persona, es decir, causar daño a un animal que se encuentra vinculado de alguna forma a una persona.

Sea cual sea el tipo de violencia que se ejerza y la motivación de su autor, debemos tener en cuenta que la violencia siempre es violencia.

De una vez por todas deben ponerse medios suficientes, a todos los niveles, para luchar contra la violencia hacia los animales.