Ya llega el invierno y, con él, la necesidad de poner en marcha calderas y radiadores. Y algo que debes saber es que unos radiadores sucios pierden rendimiento calorífico. Por tanto, es conveniente limpiarlos a fondo, más allá de cuestiones estéticas.

Limpieza de radiadores: un proceso lento y de resultados mediocres

El caballo de batalla a la hora de limpiar un radiador son sus múltiples recovecos interiores. Es prácticamente imposible sacar el polvo que se deposita en ellos y, con el paso del tiempo, se crea una capa negruzca y semisólida. ¿Quieres saber cómo evitarlo? Sigue leyendo.

El truco del secador para limpiar a fondo los radiadores

Esto es lo que has de hacer para evitar que el polvo se acumule y termine creando capas:

  • Pon unos trapos bien húmedos en la parte posterior del radiador y en el suelo. Necesitarás que los trapos de la pared sean grandes, por lo que puedes utilizar una sábana vieja.
  • Dirige el chorro de aire caliente de un secador de pelo potente hacia los intersticios y recovecos del radiador.

Observarás que la mayor parte del polvo, siempre que aún no se haya creado capa sólida, sale disparado hacia los trapos y queda allí retenido. Si realizas esta operación periódicamente, tus radiadores lucirán siempre como nuevos.

Tras la limpieza, purga tus radiadores para mejorar el rendimiento

En el interior de los radiadores que están conectados a calderas de agua (o sistemas comunitarios de agua caliente) se acumula aire. Este aire hace que baje su rendimiento o incluso que no calienten casi nada.

Por tanto, es necesario purgar el aire ocasionalmente. Para ello, con los radiadores en frío, afloja una válvula ranurada que tienen en el extremo opuesto al del regulador de paso de agua. Esto se hace empleando una moneda o un destornillador de buen tamaño.

Has de llevar un cubo para colocar bajo la válvula, puesto que junto con el aire saldrá algo de agua. Con esta sencilla operación, y la de limpieza, te asegurarás de que tus radiadores funcionan a pleno rendimiento.