¿Cuál fue su principal motivación para presentarse a las elecciones a rector de la UMU por segunda vez?

Nos presentamos a las primeras elecciones con un proyecto con objetivos a corto, medio y largo plazo. Estos últimos exigían acciones que planteamos a ocho años vista y que queremos desarrollar en este segundo mandato. Fundamentalmente, se trata de mantener el prestigio de nuestra universidad y avanzar en áreas como internacionalización, digitalización, transferencia o innovación educativa.

¿Qué le queda pendiente tras estos primeros cuatro años?

Siempre tenemos nuevos retos que afrontar, y eso exige priorizar. Creo que debemos apostar de manera decidida por la internacionalización. En este sentido, hace solo unos días recibimos la carta de admisión como miembros de pleno derecho en ‘EUniWell’, el consorcio universitario europeo. Es ya un gran logro con el que iniciamos este segundo mandato porque nos sitúa a la vanguardia de las universidades europeas. Y de igual modo seguiremos avanzando en el resto de áreas que implican a nuestros y nuestras estudiantes, a profesores y profesoras, personal de investigación y a nuestro personal de administración y servicios en la convicción de que la universidad es el principal motor del conocimiento, investigación, transferencia y formación.

¿De qué se siente más orgulloso tras su primer mandato?

Me gustaría decir que después de cuatro años hemos dado un gran salto en potencial investigador y de transferencia o en internacionalización. Sin embargo, la pandemia, y muy especialmente los confinamientos, lo han condicionado todo. Ahora bien, las situaciones de crisis son también de oportunidad, y creo que la comunidad universitaria puede sentirse muy orgullosa de la gestión que entre todos hemos hecho de esta situación tan excepcional. Sobre todo, porque no se ha registrado ni un solo caso de contagio en instalaciones universitarias, y porque con la ayuda de todos hemos conseguido no dejar atrás a ningún estudiante por razones económicas. También estoy muy satisfecho de la forma en que asumimos un compromiso social que va más allá de las enseñanzas regladas. En la universidad formamos a personas y no solo a profesionales. Nos importan los valores y la cultura. También creo que hemos dado un gran salto en digitalización impulsado medidas que fueron fundamentales durante la covid-19, pero que ahora nos ofrecen una gran oportunidad de mejora.

‘La universidad que nos ilusiona’ fue el lema de su programa para las últimas elecciones a rector. Atendiendo a la disminución de la elección de los estudios universitarios por la preferencia de Formación Profesional, ¿cree que se ha perdido algo de ilusión por la carrera universitaria?

La elección de estudios está profundamente ligada a las preferencias profesionales y vocacionales del alumnado, por lo que no considero que la Formación Profesional pueda nunca sustituir a la formación universitaria; son modelos educativos distintos, pueden llegar a ser complementarios, pero no puede sustituir uno al otro porque las diferencias son muy considerables y responden a motivaciones y decisiones personales.

La financiación de la UMU atraviesa momentos de incertidumbre. ¿Cómo puede afectar a la institución del futuro que las pretensiones económicas no puedan ser atendidas por el Ejecutivo regional como se pretende en su programa electoral?

Insistí en mi discurso de toma de posesión que es prioritario disponer de un marco financiero que permita la promoción y el desarrollo profesional del PAS y PDI, garantice el derecho a la formación universitaria del estudiantado y contemple la dotación de infraestructuras que la universidad necesita. Y para que la Universidad de Murcia siga siendo el principal referente regional en generación y transmisión del conocimiento como lo ha sido en el último siglo necesitamos que los poderes públicos asuman su responsabilidad en la financiación de la que es ‘su’ universidad.

¿Cree que la comunidad universitaria entenderá las medidas adoptadas por la Universidad de Murcia incluidas en el plan urgente de ahorro energético?

Creo que estamos asistiendo a un encarecimiento del precio de energía que responde a decisiones políticas, económicas y geoestratégicas anteriores a la guerra de Ucrania y muy agravadas por esta última. En una situación como esa, nuestra previsión es que el coste final de la energía a final de 2022 sea de 10 millones de euros, el doble de lo presupuestado. Puede sorprender la cifra total, pero no el multiplicador, pues es algo que todos estamos sufriendo en nuestras economías domésticas. Siendo así, creo que lo que se nos debe exigir es que en la universidad hagamos lo mismo que hacemos en nuestras casas: adoptar medidas de contención.

Bajo su mandato, ¿qué se ha hecho para convertir a la UMU en ejemplo de desarrollo sostenible, y qué se pretende hacer?

Desde hace muchos años, la Universidad de Murcia viene impulsado actuaciones encaminadas al logro de la sostenibilidad energética y ambiental, con instalaciones de energía renovables, iniciativas de reducción de consumos, acciones de reutilización de materiales y equipos y sistemas de reciclado de residuos.

Este esfuerzo ha tenido ya reconocimiento internacional con la inclusión de nuestra universidad en el IE Green Metric, y esa es la línea por la que debemos seguir apostando, reduciendo consumos y favoreciendo la autodependencia energética.

¿Cómo le gustaría que fuese recordado su mandato como rector de la UMU?

Pues la verdad es que no sé qué responder. Quizá por ser un rector que supo rodearse de personas inteligentes, capaces, razonables y prudentes que pusieron todo su conocimiento y su empeño al servicio de su universidad. Y, por tanto, como uno más en un grupo de universitarios que, recogiendo la herencia de quienes nos precedieron, tuvo la oportunidad de dar un impulso de crecimiento y mejora a la centenaria Universidad de Murcia.