Ciencia y sociedad

La vida y la conciencia de Oppenheimer llegan a la gran pantalla

Una película explora las contradicciones y los dilemas del hombre que cambió el mundo con su genio y su pecado

El actor Cillian Murphy,   protagonista de Peaky Blinders, se pone en la piel de Oppenheimer en esta película.

El actor Cillian Murphy, protagonista de Peaky Blinders, se pone en la piel de Oppenheimer en esta película. / Universal Pictures.

EMF/Redacción T21

Oppenheimer fue un hombre de ciencia, pero también de conciencia, que se arrepintió de haber contribuido a la fabricación de las primeras bombas atómicas. Una película reconstruye ahora su vida en un relato que combina la ciencia, la historia, la política y la ética.

Estos días se estrena en España y otros países la película "Oppenheimer", que está dirigida por Christopher Nolan, uno de los cineastas más aclamados y populares de la actualidad.

La película es un thriller épico que retrata la vida y la obra de Robert Oppenheimer, desde sus inicios como físico teórico hasta su participación en el Proyecto Manhattan y su posterior caída en desgracia.

La película combina la ciencia, la historia, la política y la ética, y explora las contradicciones y los dilemas del hombre que cambió el mundo con su genio y su pecado.

Vida marcada por la ciencia

Robert Oppenheimer fue uno de los físicos más influyentes del siglo XX, conocido sobre todo por su papel como director científico del Proyecto Manhattan, el programa secreto que desarrolló la primera bomba atómica durante la Segunda Guerra Mundial. Su vida estuvo marcada por la ciencia, la política y la ética, y su figura sigue siendo objeto de debate y admiración.

Oppenheimer nació en 1904 en Nueva York, en el seno de una familia judía acomodada. Desde niño mostró una gran curiosidad e inteligencia, interesándose por la literatura, la filosofía, las lenguas y las matemáticas. Estudió en Harvard, donde se graduó en química con honores en 1925.

Luego viajó a Europa, donde se formó como físico teórico en las universidades de Cambridge y Gotinga, bajo la tutela de algunos de los científicos más destacados de la época, como Ernest Rutherford, Niels Bohr y Max Born. En 1927 obtuvo su doctorado con una tesis sobre el efecto Born-Oppenheimer, que describe la separación entre el movimiento de los núcleos y el de los electrones en las moléculas.

Hombre de positrones

A su regreso a Estados Unidos, Oppenheimer se convirtió en profesor de física en las universidades de California y Princeton, donde realizó importantes contribuciones al estudio de la mecánica cuántica, la teoría de campos, la física nuclear y la astrofísica.

Entre sus logros se encuentran la predicción de la existencia de los positrones, las partículas antagónicas de los electrones; el descubrimiento de los procesos que ocurren en el interior de las estrellas; y la propuesta de la existencia de los agujeros negros, a los que llamó "estrellas congeladas".

J. Robert Oppenheimer.

J. Robert Oppenheimer. / United States Department of Energy.

Proyecto Manhattan

En 1942, Oppenheimer fue reclutado por el general Leslie Groves para dirigir el aspecto científico del Proyecto Manhattan, una iniciativa militar que buscaba construir una bomba atómica antes que los nazis.

Oppenheimer aceptó el reto y se trasladó a Los Álamos, Nuevo México, donde creó y lideró un laboratorio secreto que reunió a algunos de los mejores físicos del mundo. Allí supervisó el diseño y la construcción de las primeras bombas atómicas: Little Boy y Fat Man.

El 16 de julio de 1945 presenció la primera prueba nuclear de la historia, conocida como Trinity, que le produjo una mezcla de asombro y horror. Al ver la enorme explosión, recordó unas palabras del Bhagavad Gita: "Ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos", según recuerda el historiador Steven Shapin en Harvard Gazette.

Arrepentido

Oppenheimer se opuso al uso militar de las bombas atómicas contra Japón, argumentando que era innecesario e inmoral. Sin embargo, sus objeciones fueron ignoradas por el presidente Harry Truman, quien ordenó lanzar las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, causando más de 200.000 muertes y poniendo fin a la guerra.

Oppenheimer se sintió responsable por las consecuencias de su trabajo y expresó su arrepentimiento con estas palabras: "Los físicos han conocido el pecado".

Tras el final de la guerra, Oppenheimer se convirtió en uno de los asesores científicos más influyentes del gobierno estadounidense. Abogó por el control internacional de las armas nucleares y se opuso al desarrollo de la bomba de hidrógeno, mucho más potente que la bomba atómica.

Incómodo para la sociedad

Estas posturas le granjearon la enemistad de algunos sectores políticos y militares, que lo acusaron de ser "comunista" y "traidor". En 1954 fue sometido a una investigación por parte del FBI y le fue revocada su habilitación de seguridad, lo que le impidió seguir trabajando en temas relacionados con la defensa nacional. Fue una humillación pública que dañó su reputación y su salud.

Oppenheimer se retiró de la vida pública y se dedicó a la enseñanza y la investigación en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, donde había sido director desde 1947. Allí recibió el apoyo y el reconocimiento de sus colegas científicos, que lo consideraban un líder y un genio. En 1963, el presidente John F. Kennedy le otorgó la Medalla Enrico Fermi, el mayor galardón de la física estadounidense, como un gesto de reconciliación. Oppenheimer murió de cáncer de garganta en 1967, a los 62 años.

Legado científico

El legado científico de Oppenheimer es indiscutible, ya que sus aportaciones a la física teórica y a la astrofísica siguen siendo relevantes y vigentes. Su legado histórico es más complejo, ya que su papel en el desarrollo de la bomba atómica lo convierte en una figura controvertida y ambigua, en ocasiones considerada "espiritual": algunos científicos de Los Álamos reconocieron en la delgadez de Oppenheimer un ideal ascético de tono religioso. Dijeron que casi no tenía carne; él era todo mente, todo espíritu, señala asimismo Shapin.

Su legado ético es más inspirador, ya que su ejemplo muestra la responsabilidad y el compromiso de los científicos con la sociedad y con la paz. Oppenheimer fue un hombre de ciencia, pero también un hombre de conciencia que conmovió incluso a sus colegas científicos.