Autor de "Rumbo al ecocidio"

José Esquinas: "si no detenemos la destrucción de nuestro planeta nada más tendrá importancia”

Lo que está en juego es la supervivencia de nuestra especie: si dañamos la naturaleza nos estamos dañando a nosotros mismos, afirma el histórico científico de la FAO

El histórico científico de la FAO, José Esquinas.

El histórico científico de la FAO, José Esquinas. / Rafa Alcaide/Efe Verde

ALEJANDRO SACRISTÁN (Enviado Especial)

En su último libro, “Rumbo al ecocidio”, el experto de la FAO, José Esquinas, da un aldabonazo a la conciencia sobre la responsabilidad humana ante la crisis planetaria. Dice que consumir es un acto político porque la alimentación se ha convertido en un negocio. Se considera humano antes que científico y anima a rebelarse contra el suicidio colectivo al que nos aboca la ambición de algunos y la irresponsabilidad de muchos.

El doctor ingeniero agrónomo José Esquinas (Ciudad Real, 1945), nos lanza un nuevo libro que es como un aldabonazo a la vez que una especie de última llamada para cambiar ese camino hacia el precipicio que lleva la Humanidad. De hecho, su libro se titula Rumbo al Ecocidio y ha sido escrito con la colaboración de la periodista y divulgadora Mónica G. Prieto.

José Esquinas es humanista, activista, doctor en Genética, y máster en Horticultura por la Universidad de California, así como profesor universitario e investigador. Durante treinta años trabajó para la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) de la ONU y presidió durante una década el Comité de Ética de la FAO.

¿Qué podemos hacer?

El título de su último libro Rumbo al Ecocidio parece un grito de alarma, tipo última llamada, y parece que quiere poner en una palabra todas las crisis y procesos que amenazan a la Humanidad y a todos los seres vivos. ¿Qué podemos hacer al respecto?

El libro pretende ser un aldabonazo a la conciencia sobre la peligrosa situación en que nos encontramos. Todas estas crisis y amenazas que afrontamos tienen un origen común en una crisis única, en una falta de valores, falta de ética y falta de responsabilidad.

Para mí hay dos elementos claves, tomar conciencia de y actuar inmediatamente sobre. La toma de conciencia de que los cambios climáticos son el mayor problema de la humanidad. La civilización no ha enfrentado nunca un problema igual. El libro pretende concienciar sobre que el problema del Cambio Climático es consecuencia de las acciones del ser humano y solo está en nuestras manos poder pararlo. Hay una enorme responsabilidad de una generación.

Hoy en día tenemos la tecnología y la capacidad de alterar el equilibrio del planeta y esto se está produciendo no solo a nivel local, sino a nivel global, como consecuencia de la propia globalización. Se nos olvida que somos parte de la naturaleza. Lo que está en juego es la supervivencia de nuestra especie, y si dañamos la naturaleza nos estamos dañando a nosotros mismos.

¿Qué medidas propone?

Para frenar esta locura provocada por la ambición de algunos y la responsabilidad de todos no podemos perder un minuto. Podemos y debemos actuar a dos niveles, tenemos la responsabilidad moral de hacerlo, a nivel individual y público. Por la parte individual es necesario poner en marcha lo que se dijo en la Conferencia de la Tierra en 1992: piensa globalmente y actúa localmente. Tenemos que pasar de súbditos a ciudadanos como dice Federico Mayor Zaragoza, ex director de la UNESCO. Tenemos que actuar como sociedad civil y podemos transformar nuestro carro de la compra en un carro de combate, consumir no es un acto inocuo, es un acto político. Cuando consumimos una cosa o consumimos otra estamos incentivando o desincentivando un tipo u otro de producción.

Ahora que estamos en tiempos de elecciones, es imprescindible elegir líderes que entiendan la ciencia y la importancia de proteger a la naturaleza, que entiendan que todos sufriremos los efectos del cambio climático y la destrucción de los ecosistemas, si no detenemos la destrucción de nuestro planeta nada más tendrá importancia. Se trata de comprender que la naturaleza no nos necesita, pero nosotros si necesitamos la naturaleza para sobrevivir.

José Esquinas, interviniendo el año pasado en un curso de verano de la Universidad de Almería.

José Esquinas, interviniendo el año pasado en un curso de verano de la Universidad de Almería. / UAL.

¿Tan grave es?

Los poderes económicos, desde los medios de comunicación de masas, junto con el poder político, han propagado una serie de relatos que han ocultado y minimizado el impacto medioambiental de la industrialización y de la agricultura intensiva, del agronegocio. Además, la crisis de biodiversidad es aún más grave e interacciona con el cambio climático. ¿Estamos ignorando esta interacción y se oculta la gravedad del impacto, por qué?

Estamos ignorando esto, pienso que sí, y la razón es por el conflicto, aparente, entre economía y ecología. Pero fíjate que es una falacia, porque ambas palabras significan exactamente lo mismo en su origen. Cuando Aristóteles usa la palabra economía, en el sentido del cuidado de su casa, la gestión de la casa chica, su casa, y de la casa grande, de nuestra casa común, de la naturaleza, se cuida de todo. Posteriormente esta palabra se ha ido devaluando, tergiversando, asimilándola al crecimiento mercantil, al crecimiento del PIB, ha habido que inventar otra palabra que significa lo mismo que economía en su origen, y esta palabra es ecología. En estos momentos lo que estamos anteponiendo es el crecimiento económico sobre la ecología, que es el crecimiento de la vida en la Tierra, incluyendo el nuestro y el de todos los seres vivos.

El hecho de que los recursos pasan a ser escasos y que son limitados y perecederos los hace atractivos para que puedan ser privatizados y se especula con ellos. Se compite por producir más y más barato, sin tener en cuenta el daño que se hace. Se produce una acción de competencia desleal si no se tienen en cuenta estas externalidades, la agroindustria no paga por las externalidades y así es competitiva con la agricultura tradicional ecológica. Si el mandato de la cumbre de la Tierra, quien contamina paga, se cumpliese, la agricultura en equilibrio con la naturaleza, la llamada agroecología sería competitiva, lo que hay que hace es quitar las subvenciones encubiertas al agronegocio.

José Esquinas, experto en el sistema agroalimentario.

José Esquinas, experto en el sistema agroalimentario. / Efe Agro

Amenaza alimentaria

Al principio de su carrera de investigador en la FAO se percató que la diversidad resultaba clave. ¿Por qué se estaban, se están, perdiendo los recursos genéticos y qué nuevas amenazas se ciernen sobre la soberanía alimentaria y la diversidad genética?

A lo largo de diez mil años de agricultura se han ido desarrollando cientos de miles de variedades agrícolas alimentarias relacionadas con las tierras y los climas locales. Ya en el siglo pasado se empiezan a reducir las variedades tradicionales. La diversidad de estas variedades tradicionales ha sido sustituida por escasas variedades estables que además necesitan, vienen, con los agroquímicos, en el mismo paquete, insecticidas y fertilizantes químicos y han desplazado a los cientos de miles de variedades de los agricultores.

En definitiva, hemos sustituido la riqueza de variedades diversas tradicionales por un pequeño grupo de variedades uniformes y estables que son más vulnerables en una época de cambios climáticos. Según datos de la FAO el ser humano ha utilizado más de diez mil especies para alimentarse, y hoy solo cultivamos ciento cincuenta especies alimenticias. Los datos dicen que a lo largo del siglo XX el 95% de las variedades utilizadas por los agricultores tradicionales han desaparecido.

Después de una serie de grandes fusiones solo 3 grandes corporaciones multinacionales controlan el 75% de las semillas comerciales y el 73% de los agroquímicos necesarios, el 75% del sistema agroalimentario. Y además ahora están en conversaciones con las empresas que controlan la maquinaria agrícola para establecer futuras fusiones que constituirán una gran amenaza a la soberanía alimentaria, a la diversidad. Ese control lleva a la pérdida de la soberanía alimentaria de las naciones y a depender de esas multinacionales.

La FAO sigue siendo esa organización en la que, después de muchas dificultades, después de 25 años, se consiguen acuerdos internacionales que equilibren las cosas. En especial el tratado más importante es el Tratado internacional de recursos fitogenéticos, también llamado tratado internacional de semillas, en el que se habla de los derechos de los agricultores tradicionales, se promueve la conservación y también la distribución de los beneficios entre agricultores y multinacionales.

Sistema agroalimentario

¿Qué está fallando en un sistema agroalimentario que produce el 60 % más de lo necesario para alimentar a la humanidad y sin embargo en los últimos años no desciende el número de afectados por el hambre?

Este sistema agroalimentario está plagado de contradicciones, produce mucho más de lo necesario y lleva consigo una fuerte contaminación ambiental. Vamos a hacernos una pregunta, ¿qué está fallando en este sistema agroalimentario?, ¿es justo?, ¿es eficiente?, ¿es sostenible?, ¿es saludable? ¿Es justo si permite que, aunque se produzca más de lo necesario, más de 800 millones de personas pasen hambre, se permite que mueran 35.000 personas diarias por el hambre? No es justo. ¿Es eficiente si esto sucede, esta hambre y mortandad? Desde luego que no, producimos mucho más de lo que necesitamos y permitimos que la gente muera de hambre. No es eficiente, o solo es eficiente para las empresas y personas que se enriquecen con este negocio, no es eficiente para todos. ¿Y a dónde va lo que no consumimos? Una tercera parte se pierde o se desperdicia por el camino, en el transporte. En España por ejemplo se tira hasta un 30% de alimentos en envases sin abrir porque han caducado. Otro buen porcentaje termina como basura en nuestro estómago, la comida basura que así llamamos es basura para nuestro cuerpo, nos engorda y contribuye a enfermarnos.

¿Es sostenible? El 28% de la emisión de gases de efecto invernadero es emitida por este sistema de agroalimentario e industrial de distribución. Son 11.000 millones de toneladas métricas de gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático desde este sistema. El alimento medio que llega a nuestras bocas en España ha recorrido previamente entre 2.500 y 4.000 kilómetros. Utilizamos 300 millones de barriles de petróleo para mover, transportar alimentos que se van a tirar a la basura. Es una locura insostenible.

¿Es saludable? Con este sistema agroalimentario estamos sobrealimentando a la población. Actualmente el número de obesos y con sobrepeso es ya más del doble de las personas hambrientas, sin haber disminuido estas en términos absolutos.

La gran tragedia es que los alimentos que a lo largo de la historia de la humanidad han sido sagrados, se besaba el pan cuando se caía al suelo, hoy son solo un negocio.

Primero humano, después científico

Usted se ha destacado, durante toda su vida por ser un investigador riguroso, pero también comprometido con la sociedad y la lucha contra el hambre, desde sus tiempos de activismo en La Universidad de California Davis hasta su última participación con el grupo de Scientist Rebellion España. ¿Por qué decidió implicarse de nuevo en la lucha a pie de calle, a su edad?

Recuerda que Gabriel Celaya en su poema “La poesía es un arma cargada de futuro” decía que lo primero es ser hombre y lo segundo poeta. Yo lo reformularía diciendo que lo primero es ser hombre, miembro de la humanidad, persona, y lo segundo científico.

Los científicos estamos viendo el problema en toda su magnitud y es preciso dar la voz de alarma. Concienciar. Y si es preciso, rebelarse, rebelarse contra el suicidio colectivo al que nos aboca la ambición de algunos y la irresponsabilidad de muchos. No olvidemos que al principio de la declaración de los Derechos Humanos se reconoce el derecho de los pueblos a rebelarse. Pueblos impelidos a la rebelión. Esa rebelión es imprescindible cuando está en juego el destino de la humanidad entera.

Es preciso despertar ese espíritu de rebelión, como la rebelión científica. Scientist Rebellion ha aglutinado a científicos de todo el mundo, incluidos muchos españoles, bajo el lema “Quien tiene el privilegio de saber, tiene la obligación de actuar” -una frase de Albert Einstein- para crear una conciencia visible del ecocidio al que nos encaminamos.

¿Y las tierras negras?

La invasión de Ucrania por parte de Rusia se produjo poco antes de que se fuese a iniciar el proceso de liberación de venta de las muy productivas “tierras negras” a grandes terratenientes occidentales. La nueva guerra de Sudán se reabre pocos meses después de la interrupción de la llegada de grano desde el este europeo. ¿Hasta qué punto la crisis de soberanía alimentaria inducida en parte por el agronegocio está entre las causas de estas guerras locales, esto será una constante si no detenemos el Ecocidio?

Yo no puedo saber si esto será así, ni si en este caso es así. Pero el hecho de establecer guerras y adentrarse en los límites de otros pueblos, otros Estados, para hacerse con tierras más fértiles, ha sido una constante en la historia de la humanidad. Las “tierras negras” de Ucrania y también las “tierras negras” de Rusia son consideradas hoy, sobre todo para cereales, el gran granero del mundo.

La importancia de estas tierras negras ha sido histórica. Y hoy no es solo Sudán quien depende de ellas, Egipto y muchos otros países africanos, por ejemplo. Uno de los problemas que inciden en la hambruna mundial es la importación de cereales producidos en estas tierras y otras también muy fértiles, para alimentar a animales en macrogranjas, en particular en España, quitando el alimento a las personas. Henry Kissinger dijo que “quien controla el petróleo controla a los gobiernos y quien controla los alimentos controla a los pueblos”.

Nuevas generaciones

Como última pregunta: Usted habla de la irresponsabilidad de esta sociedad con las generaciones futuras, ¿qué quiere decir?

El medioambiente sí tiene rostro humano: el de nuestros hijos y nuestros nietos, con nuestros apellidos y genes, a expensas del futuro que queramos dejarles. Es preciso desarrollar un marco de justicia intergeneracional que integre los Derechos de las Generaciones Futuras sobre los recursos naturales del planeta, con el fin de asegurar su capacidad de supervivencia y de mantener sus opciones para afrontar un futuro incierto e impredecible.

Es necesaria la creación de un Defensor de las Generaciones Futuras que se incluya en nuestros órganos representativos. Este defensor sería el pepito grillo que cuando se vaya a aprobar una ley va a levantar una mano y va a decir qué impacto puede tener dicha ley en las generaciones futuras. Es lo mismo que hacen en muchos pueblos indígenas cuando el grupo de sabios o ancianos, antes de tomar una decisión, se preguntan cómo va a afectar eso a las siguientes cinco o diez generaciones.