En la Sierra de Béjar

Celador y amante de la astronomía: Jose, el montañero catalán desaparecido al que la nieve impide rescatar

Un perro especializado en la búsqueda de cadáveres marcó en una zona de la montaña a la que el hielo impide acceder. Ocurrió durante la última búsqueda realizada por voluntarios de la Fundación QSDglobal

José Antonio desapareció el 29 de diciembre tras iniciar una ruta en la Sierra de Béjar.

José Antonio desapareció el 29 de diciembre tras iniciar una ruta en la Sierra de Béjar. / CASO ABIERTO

Tamara Morillo

Tamara Morillo

Dos meses sin respuestas. Sin indicios, sin rastro. Dos meses desde el fatídico 29 de diciembre en el que José Antonio Martínez, de entonces 45 años, dejó de estar. Natural de Cataluña, aprovechando las vacaciones navideñas, viajó al pueblo de su pareja, Ceclavín (Cáceres) y trazó la ruta que siempre quiso: subir a El Calvitero, la cumbre que une las provincias de Cáceres y Salamanca. Paisaje de ensueño, 2.400 metros de altitud. Riguroso, metódico e ilusionado, salió de casa equipado: "Arranco la ruta, todo OK", mensajeó a su pareja. Guardó el móvil en su mochila y empezó a andar. No volvió a utilizarlo. Su rastro se perdió en la Sierra de Béjar. Desde entonces no está.

"La zona donde el perro marcó un rastro es una zona probable (...), pero nos encontramos con una pared de hielo imposible de superar"

"Su teléfono no daba señal", revive Merche, su pareja desde hace 17 años. "Supe que algo había ocurrido". Esa misma noche, arrancó la búsqueda: intermitente, inevitablemente escasa, y actualmente paralizada por el temporal.

La frenan la nieve y el hielo. Los equipos de emergencias cesaron la búsqueda hasta que un grupo de expertos, de forma voluntaria, la retomó el pasado 11 de febrero: "un perro se interesó por una zona", cuenta a CASO ABIERTO -portal de Sucesos e Investigación de Prensa Ibérica- José Ángel Sánchez, Oficial Jefe de la Policía Local de Guadalix y responsable desde 2004 del grupo de expertos en B.G.A (Búsqueda en Grandes Áreas) de la Fundación QSDglobal.

"Es una zona probable, debajo de El Calvitero -pico que quería ascender José Antonio-, a unos 1.912 metros de altitud. Puede ser algo, o puede ser un olor que despierta actitud en el perro y no tiene que ver con José Antonio... pero no pudimos confirmarlo. No pudimos subir. Nos encontramos con una pared de hielo imposible de superar".

En casa, los que más le quieren, le llaman Jose, es montañero experto, buceador, amante de la astronomía y celador, y desde hace 60 días no está.

Montañero experto, llevaba años queriendo hacer la ruta en la que desapareció.

Montañero experto, llevaba años queriendo hacer la ruta en la que desapareció. / CASO ABIERTO

"Ya he llegado. Todo OK"

"Ya he llegado". Eran las 9:11 horas del jueves 29 de diciembre. José Antonio acababa de aparcar en la segunda plataforma del Torreón (Sierra de Candelario, muy próximo a la estación de esquí de La Covatilla, Béjar). Revisó la mochila, miró al frente, se sabía la ruta de memoria, la había memorizado, y comenzó a andar. Mientras, grababa un whatsapp de voz para Mercedes: "arranco la ruta, todo OK".

"Llevaba tiempo queriendo hacerlo", explica Merche. "A mí, la verdad, me daba miedo que subiera a El Calvitero, no sé por qué, mira que bucea cada fin de semana y puede que tenga más peligro ahí, pero siempre le estaba intentando quitar la idea". Esta Navidad Jose imaginó el ascenso y, aprovechando un hueco libre en la agenda, se dio el regalo: iba a subir.

"Recibí su mensaje", revive su pareja. "Estaba un poco enfadada. No quería que lo hiciera, algo me decía que no... 'Ya haces picos en Cataluña, ¿también de vacaciones?' por eso le contesté solo que OK". Horas más tarde sería ella quien diese la voz de alarma. Jose no regresaba. Su teléfono no daba señal.

La alerta

Frontal, piolets, crampones. Ropa de abrigo, pantalón de nieve, chaqueta roja North Face. Móvil cargado y, para el coche, cargador. José Antonio lo dejó todo listo la noche antes. "Solo no vas". Para calmar a Mercedes le habló de un grupo de excursionistas, Turismo Activa, que solía subir. Caminaba con pies expertos. Lo tenía todo estudiado. Ese día era el día, subió.

"Cuando le contesté OK", retrocede Merche, "él ya no lo lee. O sea, que él, en ese momento que a mí me envía el mensaje, se guarda el móvil". Mercedes sigue reconstruyendo las horas previas: "a las 14:30 horas le mandé otro mensaje: '¿todo bien?' Le llega, pero tampoco lo lee". No se alertó. Le había hablado de la ruta, serían entre seis y ocho horas. "No me pareció relevante que no lo leyera, el primero tampoco lo leyó". La tarde avanza, no hay noticias de Jose. La alerta se enciende a las seis. "No me había dicho nada", revive Mercedes, "entonces le mando otro mensaje, así con un montón de interrogantes, que ya no le llega". El teléfono estaba apagado. Empezó el horror.

"Brillante, bueno, empático. José Antonio es el compañero perfecto", describe Merche, su pareja.

"Brillante, bueno, empático. José Antonio es el compañero perfecto", describe Merche, su pareja. / CASO ABIERTO

La búsqueda

"El teléfono al que llama...". El mismo mensaje, la misma voz mecánica, una y otra vez. "Recuerdo que Carla, mi hija, intentó tranquilizarme: 'Mamá, igual se ha quedado sin batería, espérate a que llegue al coche porque llevaba el cargador…". Dieron un margen, corto. La calma se rompió pronto. "Recordé lo que me dijo del grupo, el de Turismo Activa, y los llamé. Me dijeron: nosotros no hemos salido. Activa inmediatamente al 112".

La Guardia Civil de Béjar localizó el coche, estaba en el punto exacto que Jose había indicado horas antes a la mujer: "en la segunda plataforma de El Travieso...". Había viento, frío, niebla y algo de lluvia. Se sumó el Grupo de Rescate Especial de Intervención en Montaña (GREIM). Arrancó una búsqueda intensa esa misma noche, intermitente los días posteriores y casi inexistente después. El viento y la nieve paralizó todo. "Nos dijeron que se suspendía la búsqueda... y ya está".

Accidente o desorientación

El teléfono de José Antonio se apaga 15:40 horas, reconstruye la Guardia Civil, en la zona del Torreón. En esa extensión, amplia, con solo dos antenas de telefonía, se hace imposible triangular. "Pero más o menos la zona en la que se apaga, la tienen delimitada", lamenta Merche. "La búsqueda la tienen centrada allí. Supongo que piensan que en ese momento él tuvo un accidente... y de allí no salió".

Los tres primeros días, el viento imposibilitó el vuelo de helicópteros y drones. "Lo primero es la seguridad, y somos conscientes. Además, pensamos igual. Nos da pánico que a alguien le ocurra algo buscando a Jose", insiste Mercedes, "pero quizá podían haber mirado la zona baja en esos días de nieve, si al pico no se podía subir".

"¿Se hizo suficiente? Es un hombre que mide 1,80 metros. Se cae, ¿y no queda nada de él?". La impotencia se suma al dolor, "¿y si la niebla le desorientó? ¿y si le pasó algo pero intentó salir? La búsqueda se enfocó desde el primer momento como el rescate de un cuerpo".

"No lo paréis. Poneos en nuestro lugar", rogaba entonces y ruega ahora. "Buscad por las salidas naturales de la sierra mientras no se puede buscar arriba. Quizá, eso es lo que se tenía que haber hecho las primeras 48 o 72 horas en las que no podían volar helicópteros. Lo abandonaron... Lo dije desde el principio, yo conozco a Jose. Si él ha tenido un accidente arriba, y está vivo, él ha intentado salir de allí. Tiene una cabeza como una piedra. Igual que se empeñó en ir, se empeñaría en volver. Es cabezón".

Deshielo

El 7 de enero se suspendió la búsqueda. La lucha de Mercedes y su familia consiguió reactivar el dispositivo. Duró unos días, el 16, de nuevo, se paralizó. Sin fecha para retomarse, "supongo que están esperando el deshielo", deduce Mercedes con dolor. "Supongo que las personas que han anunciado el cese no conocen a Jose, no recuerdan que sigue en la montaña, pero nosotros, su familia, sí".

El pasado 11 de febrero, nueve guías y seis perros expertos en B.G.A de la fundación QSDglobal batieron parte de la zona baja de El Calvitero. Uno de los canes arrojó una esperanza. Pero, de nuevo el hielo, frenó. "Tenemos pensado organizar un grupo técnico más amplio, con profesionales especializados, para subir entre 8 y 10 efectivos". Es factible que el punto marcado por el perro lleve a Jose. 

Iba a casarse. Dos semanas antes de desaparecer, pidió matrimonio a su pareja, con la que lleva 17 años

Desgarrada, Mercedes, lucha contra la naturaleza. Lamenta lo que no se hizo y pudo hacerse, pero se agarra a un solo mantra: "lo tenemos que encontrar". Se agarra también a cada gesto solidario. Los montañeros que se sumaron a la búsqueda, la llegada de UCAS de Arrate, con sus perros de rastreo, el día después de desaparecer, y esta última búsqueda.

"La implicación de la Guardia Civil, que sé que buscan cuándo y cómo pueden, pese a estar suspendida. Ellos sí se han volcado con nosotros. La madrugada de la desaparición, mientras esperábamos noticias, pasé la noche en un coche. Nadie de las instituciones me ayudó. Fue la Guardia Civil la que me buscó un sitio la noche siguiente. Una casa rural en Candelario, gestionada por el Señor Fermín y su señora, María Luisa, un matrimonio que se ha portado maravillosamente con nosotros.... Nunca lo voy a olvidar".

José Antonio y Mercedes en fotos del álbum familiar.

José Antonio y Mercedes en fotos de su álbum familiar. / Cedida por la familia.

Riguroso, mucho; metódico, más. "Todo lo que Jose hacía lo estudiaba, planificaba de principio a fin. Se convertía en experto". Querido por todos, "los pacientes le adoraban". Tras diecisiete años juntos, Merche y José tenían un sinfín de metas, retos y proyectos. Entre ellos, EL PROYECTO, con mayúsculas: lo iniciaron un par de semanas antes de desaparecer. Por fin Merche le había dicho sí. Se iban a casar.