Los desgarradores gritos de Pilar quebrantaron, en la medianoche de ayer, la tranquilidad de los vecinos del número 46 de la calle Reino de Zaragoza. Su hijo Héctor, de 41 años, estaba apuñalando a su esposo José Javier sin que ella pudiera evitarlo, pese a interponerse entre ambos y resultar herida. Pidió ayuda, pero las múltiples cuchilladas eran incompatibles con la vida y este zaragozano acabó muriendo. El parricida, por otro lado, fue detenido y enviado al área de Psiquiatría del hospital universitario Miguel Servet de la capital aragonesa. 

Los primeros en acudir a la vivienda situada en el zaragozano barrio de La Almozara, en los suelos de la antigua Química, fueron varias patrullas de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, después de que varios residentes llamaran alertados a la sala del 091 al escuchar a Pili, como conocen a la madre del autor del homicidio, espetar: «Lo va a matar, lo va a matar, auxilio». Eran las 23.48 horas cuando tuvieron que forzar la cerradura de la puerta de acceso al 8º A, que se encontraba cerrada. En su interior estaba la víctima y el hijo. 

Cuando consiguieron acceder, unos agentes inmovilizaron y detuvieron a Héctor L. F., que aún llevaba en la mano el arma homicida, mientras otros corrieron a intentar salvar la vida del hombre de 71 años que yacía inconsciente sobre el suelo del salón tras haber perdido una gran cantidad de sangre. Le realizaron las maniobras pertinentes, pero nada pudieron hacer por salvarle la vida. Mientras, Héctor L. F., fuera de sí, llegó a decir: «Me da igual todo». 

La madre, herida

Paralelamente, Pilar estaba en la planta superior del edificio siendo atendida por los sanitarios de los Bomberos de Zaragoza y por sus vecinos, Fina, Miguel y Coral, quienes abrieron la puerta de sus casas cuando les timbraron pidiendo ayuda. La mujer subió ensangrentada y con heridas superficiales en sus extremidades, dejando un rastro de sangre por la escalera y en el interruptor que pulsó para encender la luz del rellano con la que se guió para subir al noveno piso. Le sacaron una silla y le dejaron una toalla con la que le taponaron las heridas antes de ser trasladada al mismo centro hospitalario en el que se encuentra ingresado su hijo. 

 «Oímos, ‘lo va a matar, lo va a matar’ y abrimos la puerta. Ella estaba muy nerviosa y llena de sangre», señala Miguel, quién lamentó en declaraciones a este diario que «ella no sabía que podía haber acabado igual». Este hombre decidió bajar al piso para ver qué pasaba, pero la puerta estaba totalmente cerrada. Según destacaron los vecinos, Pilar estaba dormida mientras su esposo Javier, de 71 años, un antiguo empleado de Telefónica, estaba viendo los penaltis del partido de la Eurocopa que disputaron Suiza-Francia cuando se desencadenó el asesinato. «Ella solo repetía que le decían de ir al médico, pero él no quería», destacó Manuel. 

De hecho todo apunta a que el crimen se habría producido enmarcado en un brote relacionado con la situación mental de Héctor L. F. Serán los psicólogos del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA) los que determinen si sufre algún tipo de alteración. Un informe que tendrán que entregar al Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Aragón que asumió la investigación y que pudo comprobar que no hay antecedentes de hechos delictivos protagonizados por el agresor ni en el seno familiar, y tampoco informes médicos de salud mental. No obstante, los hechos relatados por la madre, la actitud del hombre de 41 años en el momento del arresto y la extrema violencia y ensañamiento en el apuñalamiento múltiple así lo atisbaría. La autopsia revela que fue cosido a cuchilladas.  

Su estado psicológico determinará si hoy los agentes pueden tomarle declaración de cara a pasarlo a disposición judicial el jueves. El asunto lo asumirá el Juzgado de Instrucción número 2 de Zaragoza, que es el que se encontraba de guardia en el momento de los hechos.

Tercera muerte violenta en lo que va de año

José Javier, de 71 años, es la tercera muerte violenta en lo que va de año en Zaragoza. El pasado mes de mayo fue asesinada, a manos de su pareja sentimental Katia, de 35 años, mientras que otro joven, Jorge Santiago, de 19 años, murió de un fuerte golpe en la cabeza durante una pelea en la calle Dato. En lo que respecta a parricidios, el pasado año tuvo lugar otro en el barrio de La Paz en circunstancias muy similares a las ocurridas ayer. Antonio, de 69 años, murió de dos puñaladas a manos de su hijastro cuando su capacidades de conocer, querer y actuar libremente estaban «totalmente anuladas».