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Pablo Rodríguez: "Aprendí a nadar en el Mar Menor y aportar en su recuperación fue bonito"

A los 24 ya había cumplido su sueño de trabajar en la Antártida y a los 30 recibió la llamada del MITECO para coordinar la recuperación del Mar Menor. Dejó ambas cosas para formar una familia y ahora espera su segunda hija

Pablo Rodríguez

Pablo Rodríguez / La Caixa

Alfonso Asensio

El mundo necesita personas como Pablo Rodríguez Ros (Cartagena, 1991), pero no en sentido figurado, sino literal. Las necesita porque personas como Pablo dedican su vida a hacer del mundo un lugar mejor, más sano y duradero a través de la protección del medio ambiente. Después de viajar por todos los continentes garantizando la salud de los océanos, el cartagenero volvió a casa y puso en marcha la recuperación del Mar Menor mano a mano con el Ministerio para la Transición Ecológica. Lo dejó para ser padre en una decisión valiente que tomó sin dudar y, ahora, el doctor en Ciencias del Mar trabaja en la Fundación Marilles de Mallorca con el afán de lograr la ‘Meta 30x30’: conseguir la protección del 30 por ciento de los mares españoles para el año 2030 dentro de un marco de actuación mundial. Nos atiende en un hueco de su completo día, que aún lo será más cuando nazca el segundo hijo que espera.

“Profesionalmente estoy muy contento porque el proyecto en el que estoy trabajando, el 30x30, me permite trabajar como a mí me gusta, con la sociedad civil, con los científicos y con las administraciones de manera conjunta, tendiendo puentes para afrontar un reto como es la protección de los mares”, afirma. Pese a su dedicación al trabajo, Pablo pronto demuestra sus preferencias. “Le dedico más horas a mi hijo que al trabajo y que a dormir”, asegura entre risas.

La Opinión es el medio en el que más me informo y en el que he compartido reflexiones

Pablo tuvo claro desde bien joven a qué se quería dedicar. “Siempre me ha interesado mucho la naturaleza y el medio ambiente. Pude hacer Biología, pero ya antes de empezar era consciente de que la protección del medio ambiente no se conseguía solo con la ciencia. Hay que formarse en Economía o Derecho y otras cuestiones que en Ciencias Ambientales sí se estudian”, explica. “Estudié Ciencias Ambientales en la Universidad de Murcia y acabé siendo primero de la promoción con el premio extraordinario. Fue una carrera que me sirvió para darme cuenta de lo complejos que son los retos ambientales y que hay que tratarlos desde puntos de vista interdisciplinares”, añade.

“Durante la carrera me especialicé en temas marinos porque era lo que más me interesaba. Durante la carrera trabajé unos meses en Cádiz y acabé los estudios de Erasmus en el norte de Escocia rodeado de focas en un lugar muy chulo. Fue mi primera experiencia internacional y me di cuenta de que ese ámbito fuera de España también me tiraba mucho”, recuerda.

Pronto se vio que la carrera del cartagenero tenía mucho futuro. “Empecé en el mundo científico, donde he trabajado la mayor parte de mi corta carrera. Trabajé en todos los océanos del planeta y en todos los continentes”, cuenta. Sin embargo, y aunque cumplió el sueño de su vida de trabajar en la Antártida a los 24 años, decidió cambiar de vida. “La carrera científica me obligaba a estar dando tumbos por el mundo y no me apetecía. Quería formar una familia y preferí buscar otras oportunidades que me ayudaran a ello”, expresa.

Esas oportunidades las encontró volviendo a España, donde le llegó una propuesta irrechazable del Ministerio para la Transición Ecológica. “No era mi objetivo, fue totalmente azaroso. Me contactaron para ver si me interesaba y les dije que sí. Yo no conocía a nadie del Ministerio”, afirma. “Se me encomendó la coordinación de las acciones en el Mar Menor. A los pocos meses fue cuando me enteré de mi paternidad y me marché a Mallorca, pero me quedé en el equipo diseñando el Marco de Actuaciones Prioritarias para la Recuperación del Mar Menor”, desvela. El encargo cerró en cierta manera su círculo vital. “Yo aprendí a nadar y bucear en el Mar Menor. Hice mis primeros trabajos allí y volver para aportar en su recuperación fue bastante bonito”, manifiesta.

Su portada

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Con la Fundación Marilles de Mallorca ha encontrado el equilibrio entre lo personal y lo profesional y puede dedicarse a su familia a la vez que trabaja en un apasionante reto. “Voy a seguir dedicando mucho más tiempo a lo personal que a lo profesional en los próximos cinco años de paternidad. Después me esperan unos años preciosos porque vamos a conseguir ese 30 por ciento de protección de los mares e incluso lo vamos a superar”, asegura.

Pablo cree que tiene “una maldición que es una bendición” al mismo tiempo. “Me gustan muchas cosas y creo que se me dan bien, por eso no me cierro puertas y he descubierto que la administración o la conservación me gusta muchísimo. Estoy totalmente satisfecho con mi camino hasta ahora y muy ilusionado con los próximos años”, asevera. No cree estar en el mejor momento de su vida, pero sí “en la mejor situación en la que podría estar”, dice. “Siempre te pasan cosas que pueden mejorar tu vida. Por ejemplo, voy a volver a ser padre, entonces no puedo decir que ahora sea mi mejor momento sin que haya nacido mi hija”, argumenta.

El doctor deja, antes de marcharse, un mensaje para nuestro medio. “La Opinión es el medio de la Región en el que más me informo de la actualidad desde hace muchísimos años. Recuerdo el periódico en papel por mi casa cuando era muy pequeño. También es un medio en el que he compartido mis reflexiones acerca de cuestiones ambientales de la Región”, destaca el ambientólogo. Pablo pide, por otra parte, más información sobre los problemas ambientales de la Región de Murcia para evitar que la sociedad sea menos proclive a la manipulación en estos ámbitos, donde “el periodismo debe jugar un papel esencial”