Moteros y delincuencia

Las bandas moteras en España y su relación con actividades ilícitas

Aunque estras asociaciones son legales, algunas de ellas obtienen sus ingresos de la droga, la prostitución y la extorsión

Bandas moteras en España, asociaciones legales pero con ingresos ilícitos.

Bandas moteras en España, asociaciones legales pero con ingresos ilícitos. / EFE

EFE

Ángeles del Infierno (HAMC), Bandidos, Gremium, No Surrender, Satudarah, Outlaws, Comanchero... Estas son las bandas moteras que cada vez cuentan con más "capítulos" (secciones) en España y que, aunque con actividades aparentemente legales, obtienen sus ingresos de la droga, la prostitución y la extorsión.

Denominadas "fuera de la ley" o "1 %", estos grupos violentos, con origen en Estados Unidos, Alemania, Holanda e, incluso, Australia, se han desplegado por un buen número de países, también España, y, según recalcan a EFE fuentes del Servicio de Información de la Guardia Civil, están pasando por una fase de "expansión" con un objetivo común: hacerse con el territorio.

El juicio celebrado hace unas semanas en la Audiencia Nacional contra los Ángeles del Infierno por delitos cometidos entre 2009 y 2013 y el reciente golpe de la Guardia Civil y de la Policía Nacional al "capítulo" de la banda "Comanchero MC", que se saldó con cinco detenidos en pueblos de la provincia de Guadalajara, son un fiel reflejo de su presencia en España, que no pasa desapercibida para las fuerzas de seguridad.

¿Dónde se ubican? Las fuentes consultadas señalan Madrid y su área de influencia; Cataluña, el Levante, la Costa del Sol, Sevilla, Cádiz y Asturias como las zonas elegidas por estos grupos para asentarse.

Y estas mismas fuentes destacan su carácter "violento", hasta el punto de que no dudan en dirimir sus diferencias -sobre todo por el control del territorio- de "forma contundente". Así, son habituales las peleas entre "capítulos" de los Ángeles del Infierno (HAMC) y de los Outlaws, por ejemplo. Si bien, tratan de ser discretos a la hora de llevar a cabo estas represalias, con el fin de pasar desapercibidos por las fuerzas de seguridad.

También es reseñable la rivalidad entre los HAMC, la banda "mejor situada" en España, y Gremium, que ha acabado en ocasiones en asaltos a los Club Houses en los que han participado otros grupos moteros.

Otras veces han llegado a "suscribir" un pacto de no agresión, como el "firmado" por los HAMC y Bandidos (la segunda banda en España por implantación) para cesar en las hostilidades. Un acuerdo de obligado acatamiento para todos, incluso para los "invitados" de otros países.

Negocios "legales" para tapar los ilegales

¿Constituyen estos clubes una asociación ilícita? A esta pregunta podría responder la Audiencia Nacional en su sentencia del juicio a los HAMC.

Pero, por ahora, se trata de grupos que obtienen sus ingresos con negocios "aparentemente legales" y con los que sufragan sus gastos, como los alquileres de sus Club Houses, su defensa legal, la compra de merchandising o la asistencia a eventos internacionales, entre otros.

Entre esos negocios "legales", donde blanquean el capital obtenido con actividades ilícitas, destacan los talleres especializados en la customización de vehículos, centros de tatuajes, convenciones y organización de conciertos y eventos deportivos, principalmente de artes marciales y de motos, entre otros.

Y el dinero que luego blanquean en esos negocios procede de sus principales fuentes de ingresos: la prostitución -seguridad de los clubes de alterne y proxenetismo, entre otras actividades-, el tráfico de drogas y la extorsión.

Sin llegar al nivel de las organizaciones del norte de Europa, con vinculaciones estrechas con carteles de la droga de México o Colombia, las bandas moteras en España ocupan un nivel intermedio en el narcotráfico y se dedican, sobre todo, a la logística: guarderías de la droga y transporte, generalmente en camiones o coches "caleteados".

Otro medio de obtención de ingresos es la extorsión. Investigadores de la Guardia Civil citan a EFE la extorsión a un propietario de un centro de tatuajes al que consideraron competencia directa. O pagaba una cuota a la banda o cerraba. De no ser así, no le darían seguridad y, a lo mejor, hasta podían destrozarle el negocio.

Una férrea jerarquía

No es fácil acceder a la banda, pero tampoco salir de ella. Cuentan con una férrea estructura muy jerarquizada y cualquiera de sus "capítulos" está encabezado por una junta directiva elegida democráticamente por los miembros del club.

La junta está integrada por un presidente, vicepresidente, secretario-tesorero, sargento de armas (una especie de jefe del aparato militar) y el capitán de ruta, que es quien guía al grupo cuando sale de viaje, en una caravana motera que siempre encabeza el presidente.

El resto del club está formado por los "full members" (miembros de pleno derecho) y a cuyo estatus no acceden sin haber hecho antes diversas labores en beneficio de la banda. Sometidos las 24 horas del día a la disciplina del grupo, se arriesgan a represalias como rompan las normas.

Algunos "capítulos" cuentan también con miembros "nómadas", sin residencia fija y, a veces, encargados de las acciones más graves.

En un escalón inferior se sitúan los "prospectos", aspirantes a entrar en el club que tienen que demostrar antes su compromiso con él. Necesitan tener un padrino dentro de la banda y demostrar que son capaces de llevar a cabo acciones delictivas. Pasan tiempo "a prueba" hasta que son aceptados como "full members", no sin antes haber realizado un juramento de lealtad absoluta.

Aunque no son miembros de pleno derecho, los "supporters" o amigos del club son habituales en actos organizados por la banda y, en muchos casos, la apoya económicamente.

Las mujeres

Solo puntualmente son admitidas mujeres en estos clubes, pero jamás acceden a cargos en la junta. Eso sí, la novia o esposa del presidente puede asistir como observadora en las reuniones del órgano directivo.

No obstante, existen "capítulos" exclusivamente femeninos que repiten la estructura y cargos de los masculinos.

Una indumentaria intocable

Casi todas las bandas moteras tienen una particular indumentaria, que incluye chalecos con parches representativos del club y que nadie ajeno puede tocar ni usar.

En general, la indumentaria de estos grupos sigue un patrón similar: botas, vaqueros o pantalones de cuero, chaquetas de cuero, chalecos, guantes de moto, cascos, gafas de solo oscuras y cadenas de complemento. Tatuajes, barba y pelo largo son habituales también.

Muchas veces el tatuaje y los parches en los chalecos reflejan la posición jerárquica dentro del club de quien los porta.

También portan parches a modo de condecoraciones por la participación de ese miembro en una acción violenta. Así, el parche de Filthy Few o Frontline reconoce, en bandas como los Ángeles del Infierno o Bandidos, a quien ha cometido un asesinato en beneficio de la banda. Mientras, el Dequiallo se otorga por luchar contra la Policía.