II

Se hizo a un lado, y me acerqué a la pantalla. Ángel ya tenía todo dispuesto para que en la caja de pantalla correspondiente yo escribiera mi contraseña. Decidí seguir con la broma, por ver en qué acababa. Y escribí una de mis contraseñas. Nada. Otra y otra, y a la cuarta, aquello se abrió. No recordaba más contraseñas mías, de mails perdidos, de redes sociales€ menos mal que se abrió.

Inmediatamente, la impresora comenzó a sonar. Nos miramos Ángel y yo, extrañados. Entendimos que el mensaje no iba a aparecer en pantalla.

„Igual se destruye ahora el mail, como en las pelis de Super Agente 87 „bromeó Ángel.

Y así fue en efecto. La pantalla había pasado a negro apenas había empezado a vibrar la impresora. Montiel intentó trastear con el teclado, por intentar que la pantalla volviese a lucir. Pronto vio que no lo lograba y miró a la impresora, que empezaba a escupir hojas impresas.

„Parece una peli de Steven Spilberg€ „comentó.

„Esto es muy raro „dije yo.

III

Ángel cogió la primera hoja. Era el título. Venía en grandes letras, en medio de la página. Lo leyó.

„El Planto de Calypso€ parece una broma€ porque, desde luego de Microsoft no va a ser.

„Calypso€ la ninfa que raptó a Odiseo€ „musité yo.

„Bien, te llevas una copia y me quedo el original€ o viceversa „propuso el dueño del despacho.

„Como quieras „asentí yo sin darle la más mínima importancia.

„Pues nada, lo leemos, y decidimos sobre lo que parece ser una propuesta€ „adujo Montiel, cerrando el capítulo.

„No tendrán prisa€ quienes han mandado esto. Parece un ´quede´ muy bien planeado „le respondí.

„A mí ya no me sorprende nadie. Vamos a tomarlo con tranquilidad€ Son€ unos veinte folios. Los leemos y ya hablamos. Vente conmigo, que los fotocopiamos.