La hepatitis delta crónica, conocida también como hepatitis D, es una enfermedad potencialmente mortal producida por la infección que provoca el virus de la hepatitis delta (VHD).

Pero este virus tiene una particularidad, y es que solo infecta en el caso de que el paciente esté infectado por otro virus de la hepatitis, el virus de la hepatitis B. Es lo que los expertos llaman un virus 'satélite'. 

En España, según la Encuesta de Seroprevalencia del Ministerio de Sanidad, un 0,22% de la población tiene infección activa por hepatitis (cerca de 90.000 personas). Y de ellos, se estima que el 5% están coinfectados con VHD. 

Y el problema es que la coinfección con el VHD conduce a una enfermedad hepática más grave que la hepatitis B por sí sola, explican desde la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH)

Lo que ocurre es que cuando el paciente es infectado por ambos virus:

  • La enfermedad progresa más rápidamente hacía la fibrosis
  • Produce un mayor riesgo de desarrollar cirrosis hepática
  • Cusa tasas más elevadas de cáncer de hígado y muerte. 

¿Cómo se transmite la hepatitis D?

Tal y como explican desde la Fundación de Española del Aparato Digestivo (FEAD), la transmisión de este virus se produce a través de fluidos orgánicos o sangre.

Por ello, las personas con más riesgo de contraer el virus son las personas dependientes de drogas inyectables y personas que requieren un gran número de trasfusiones sanguíneas, como los hemofílicos. 

Afortunadamente, en los últimos años ha ido descendiendo el número de pacientes con esta infección gracias al férreo control al que es sometida la sangre una vez donada, y al descenso del número de drogodependientes. 

Y hay una cuestión más que ha permitido reducir estos números, y es la vacunación contra el virus de la hepatitis B, que se inocula a los niños nada más nacer.

El 5% de los pacientes con hepatitis están coinfectados con el virus de la hepatitis D.

Síntomas de la hepatitis D

Los expertos en digestivo de la FEAD explican que las manifestaciones de la hepatitis D pueden variar en función de si el paciente sufre coinfección o sobreinfección

Cuando se produce la infección simultánea de los virus de la hepatitis B y D, los síntomas más habituales son: 

  • Cansancio.
  • Pérdida de apetito.
  • Fiebre. 
  • Dolor de cabeza.
  • Náuseas.
  • Vómitos. 
  • Ictericia (pigmentación amarilla de la piel y las mucosas). 

En general, estos pacientes evolucionan bien y se curan aunque alrededor de un 5% cronifica la enfermedad. 

Cuando la infección por VHD afecta a un paciente crónico de hepatitis B, la FEAD habla de sobreinfección.

Los síntomas son muy parecidos a los de la coinfección, pero estos casos "casi siempre evolucionan a la cronicidad y con una progresión hacia enfermedad hepática terminal más rápida". 

La vacunación contra el virus de la hepatitis B previene la infección por hepatitis D.

Primer registro de pacientes con VHD

Se cree que al menos 12 millones de personas en todo el mundo tienen hepatitis delta, y muchas no están diagnosticadas.

Esto se debe, en parte, al conocimiento limitado de la enfermedad y a la histórica falta de tratamientos efectivos. Factores que han perjudicado el cribado y conducido históricamente a altas tasas de infradiagnóstico, así como a un diagnóstico de la enfermedad en fases tardías.

Con el fin de dar más visibilidad y ampliar el estudio de esta patología hepática, la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH) ha puesto en marcha el primer Registro de Pacientes con hepatitis D que incluye hasta este momento 252 pacientes con una media de edad de 52 años. 

Una vez realizado el seguimiento de estos pacientes a lo largo de 6 años, los investigadores extraen de este registro la conclusión de que el diagnóstico de hepatitis se produce en un estadio avanzado, ya que la mitad de los pacientes presentaban ya una cirrosis. En concreto:

  • El 45% de ellos tenían ya una cirrosis
  • El 19% presentaba hipertensión portal (aumento de la presión sanguínea en la vena situada entre el intestino y el hígado)
  • Solo el 4% presentaba cáncer de hígado. 

Durante el seguimiento, sin embargo, un 11% y 15% adicional desarrollaron cirrosis e hipertensión portal, respectivamente. Además, el 7% desarrolló cáncer y el 15% precisó un trasplante hepático.

Los investigadores advierten de que “a día de hoy existen barreras para el manejo de la hepatitis D”, como lo demuestra el hecho de que “en la mayoría de los centros no es posible determinar el ARN-VHD”. 

Por eso los autores coinciden en que este registro “puede servir para realizar un seguimiento de un número elevado de pacientes para conocer mejor la infección, así como poner a disposición de otros centros la determinación del ARN-VHD para mejorar su manejo”.