Importante Marzo 2024

Vanessa Roldán y María Luisa Lozano: excelencia clínica, investigadora y docente

La dedicación, en mayúsculas. Es lo que llevan en las venas y la cualidad que define a las jefas de Hematología de La Arrixaca y el Morales Meseguer, ambas referentes en una especialidad clave para el bienestar de la población

Vanessa Roldán y María Luisa Lozano.

Vanessa Roldán y María Luisa Lozano. / Juan Carlos Caval

El mes de marzo concluye con el reconocimiento de esta cabecera a dos médicas, investigadoras y profesoras que recientemente han obtenido sus cátedras en el Departamento de Medicina de la Universidad de Murcia (UMU); las primeras mujeres en hacerlo después de décadas de brillante trayectoria. Se trata de la jefa del Servicio de Hematología del hospital Virgen de la Arrixaca, Vanessa Roldán Schilling (Salamanca, 1969), y de la responsable del área homóloga del Morales Meseguer y directora del Centro Regional de Hemodonación, María Luisa Lozano Almela (Walsgrave-Coventry, 1968). «Fui la primera, pero por 48 horas: yo me examiné el viernes 8 y la doctora Lozano el lunes 11», bromea Roldán. 

Las facultativas recuerdan que la Hematología, la especialidad a la que han consagrado su carrera, es la rama de la medicina que estudia y se encarga de los trastornos de la sangre, sus células y de las proteínas de la coagulación. Las enfermedades con mayor prevalencia, cuentan, son las anemias —defecto en la producción de glóbulos rojos—, las hemofilias, las alteraciones en las plaquetas o cánceres como los linfomas o las leucemias. «Es una disciplina muy completa, porque es llevar la consulta al laboratorio y viceversa», señala Roldán; un «círculo virtuoso», agrega Lozano, basado en «la asistencia, la investigación y la enseñanza» para ofrecer a los afectados la mejor atención y los tratamientos específicos. «Por eso estamos en hospitales y no en despachos», apostilla Roldán.

Ambas rememoran que estudiaron medicina por vocación. Roldán por una inclinación surgida de manera natural; mientras que Lozano por un entorno familiar marcadamente «científico»: su padre es bioquímico y su tío galeno. Así que, con la mirada puesta tanto en la consulta como en los tubos de ensayo, escogieron una especialidad mixta: la hematología. «Me pasé la carrera metida en un laboratorio», asegura Roldán, cuya área clínica es la trombosis y la anticoagulación, aunque su doctorado versó sobre embriología. Con casi dos centenares de ‘papers’, es la investigadora más fecunda del Grupo de Hematología y Oncología Clínica y Experimental del Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB), donde publica mayormente sobre la fibrilación auricular, cuya gran complicación es el ictus y para lo cual se emplean anticoagulantes. En octubre del año pasado se convirtió en jefa del Servicio de Hematología de La Arrixaca.

«Pienso que he roto una barrera, porque si bien el 60% de los médicos son mujeres, solo el 20% ostentan un puesto de gestión», reflexiona Roldán.Y está convencida de que el principal freno al talento femenino en España es la falta de conciliación, lo que en el sector sanitario podría solventarse, opina, con «flexibilidad horaria negociada, lo cual además ayudaría a optimizar recursos».

Por su parte, Lozano fue la primera residente en 1993 de la Unidad de Hematología del otrora Hospital General de la capital del Segura, puesta en marcha en 1991 junto con el Centro Regional de Hemodonación. Testigo y partícipe de los hitos de esos primeros años, logró una beca Fulbright como investigadora en el Blood Research Institute de Milwaukee. A su regreso en 1999, leyó su tesis sobre hemostasia y plaquetas. Y con el nuevo milenio, inició su faceta docente. Sin embargo, jamás se apartó de su objetivo: «Tratar y diagnosticar a los pacientes de la mejor manera posible». «Yo necesito mi consulta, ver a los pacientes, porque creo que no podemos renunciar a esa parte», añade la también directora de la cátedra institucional de Hematología Personalizada y de Precisión de la UMU, fundada en julio de 2023.

«Hemos de transmitir a las nuevas generaciones que, en cada dificultad, hay algo muy grande que podemos aprender», manifiesta Lozano al hablar de que echa en falta «capacidad de adaptación» en los residentes actuales. «En su día hice tres guardias seguidas porque mis adjuntos estaban de congresos, y como no tenía cama dormía en la unidad donde alojaban a los presos, lo cual no me supuso ningún trauma».

Los desafíos para Roldán y Lozano no concluyen con la cátedra académica, más bien se multiplican y en tres frentes. En la UMU, amén de coordinar asignaturas y erigir un programa doctoral, el reto es adaptar la formación al paradigma digital y hacer las clases más participativas. En el ámbito de la innovación, seguir manteniendo el ritmo de la producción científica. Y en sus respectivos servicios de Hematología,implementar una nueva generación de anticoagulantes, potenciar las terapias celulares, la biología molecular, el diagnóstico, los tratamientos personalizados o los trasplantes de médula ósea. «Nos sentimos afortunadas por la profesión que ejercemos: al igual que mejoramos la salud de las personas, abrimos mentes y creamos vocaciones en el aula», expresa Lozano, quien ya es una de las ‘Importantes’, junto a Roldán, de La Opinión.

Eminencia académica

Para alcanzar la categoría de catedráticas, las doctoras Roldán y Lozano han tenido que demostrar ante un tribunal poseer experiencia relevante de décadas como investigadoras, profesoras y, en este caso, en la práctica clínica, al estar sus plazas vinculadas a la atención al paciente. En total, la dos han publicado más de 300 investigaciones, dirigido una treintena de tesis, participado en 22 proyectos competitivos y en 23 estudios clínicos.