Cáncer de mama metastásico

La cara nada rosa del cáncer de mama

En 2023, más de 6.500 personas murieron de cáncer de mama. Porque, hay que decirlo, no todos los casos se pueden curar. Seguir invirtiendo en investigación y agilizar el acceso igualitario a las terapias más innovadoras es su esperanza para prolongar su supervivencia y mejorar su calidad de vida.

Cáncer de mama

Cáncer de mama

Beatriz García / BECONTENT

Pilar no es de esas mujeres con cáncer de mama que lucen pañuelo rosa. El cáncer de mama es uno de los que registran mayores porcentajes de curación, pero ella, que fue diagnosticada por primera vez hace más de 30 años, pertenece al porcentaje de las que no se curan, de las que tendrán que someterse a controles y tratamientos para siempre.  

Pilar Fernández es la presidenta de la Asociación Española de Cáncer de Mama Metastásico (AECMM) y, aunque celebra como la buena noticia que es el hecho de que el 70% de las 36.000 mujeres que cada año reciben el diagnóstico de cáncer de mama se curarán, reniega de ese pink washing que se ha hecho de la enfermedad porque deja a las pacientes con cáncer de mama metastásico pacientes fuera de la foto. “No se cuenta que el año pasado fallecieron 6.617 personas, se tiende a edulcorar y a contar una historia muy positiva del cáncer de mama y a olvidarse del 30% de personas que no se van a curar nunca”. 

Es el dato que nadie quiere oír. La nota esperanzadora la ponen los avances en investigación, como expone el doctor Antonio Llombart, jefe de Servicio de Oncología Médica del Hospital Arnau Vilanova (Valencia). “Estamos observando que las terapias dirigidas obtienen en algunas pacientes respuestas tan profundas y prolongadas que no es imposible pensar que algunas de ellas hayan conseguido la erradicación definitiva de la enfermedad. Este fenómeno es particularmente relevante en el subtipo denominado HER2-positivo y todo el reconocimiento hay que hacérselo a las terapias dirigidas frente a esta proteína. En los otros subtipos las mejoras en la supervivencia son también muy evidentes, de nuevo guiadas por el conocimiento molecular profundo de la enfermedad”.  

UNA REALIDAD, EN CIFRAS

  • 1 de cada 8 mujeres padecerá cáncer de mama a lo largo de su vida.
  • De ellas, un 6-7% debutará cáncer de mama metastásico en el momento del diagnóstico.
  • Alrededor del 30% desarrollará metástasis con el tiempo, incluso años después de haber terminado su tratamiento.
  • En el año 2022, fallecieron 6.617 personas por esta causa.
  • Es la primera causa de muerte en mujeres de entre 35 y 50 años

Avances en investigación

El cáncer de mama está en su fase metastásica cuando las células cancerosas se extienden a otras partes del organismo, como los huesos, el hígado, el cerebro o los pulmones, y su tratamiento es uno de los grandes retos para la investigación. Es una enfermedad con manifestaciones clínicas muy variables y lo que permite decidir la opción más efectiva para cada paciente dentro del arsenal terapéutico disponible es la clasificación que se realiza en función de la biología molecular del tumor y sus perfiles de expresión genética: el receptor de estrógenos (RE), el receptor de progesterona (RP) y el receptor del factor de crecimiento epidérmico humano 2 (HER2). La expresión de HER2 se define actualmente como positiva o negativa, en función de la cantidad de proteína HER2 en una célula cancerígena. Sin embargo, aproximadamente la mitad de todos los cánceres de mama presentan niveles bajos de expresión de HER2, son HER2-Low (ni positivos ni negativos). En base a ello, es necesaria la incorporación de este nuevo subtipo en los algoritmos de diagnóstico y tratamiento. 

Hoy por hoy, cáncer de mama en fase metastásica (o estadio IV) no tiene cura, pero “las terapias dirigidas son cada vez más específicas, potentes y selectivas”, subraya el doctor Antonio Llombart

“Las terapias dirigidas son cada vez más específicas, potentes y selectivas”, subraya el doctor Llombart y señala la inmunoterapia como uno de los principales pasos adelante. Otros dos aspectos que van a contribuir a mejorar el pronóstico en los próximos años serán, por un lado, la generación de moléculas de gran complejidad donde se ligan transportadores diana a fármacos y que permiten concentrar el daño en el entorno tumoral. “Los nuevos ADCs (anticuerpos monoclonales conjugados) como trastuzumab-deruxtecan o sacituzumab-govitecan representan la primera generación y ya son terapia de elección en muchos escenarios”, afirma el oncólogo. El segundo gran avance es la medicina de precisión y, concretamente, la combinación de secuenciación masiva y biopsia liquida que permite en cualquier conocer los mecanismos que están guiando a cada tumor. “Aunque su aplicación- indicación es todavía discreta, todos coincidimos que será la forma de guiar a los clínicos e investigadores en la selección de pacientes y desarrollo de terapias en el futuro”. 

Asignaturas pendientes

El objetivo de este esfuerzo científico es conseguir alargar la supervivencia y cronificar la enfermedad, pero también mejorar la calidad de vida de las pacientes, y por eso seguir impulsando la investigación es uno de los principales objetivos de AECMM. Otra de sus reivindicaciones es la agilización del acceso a esos nuevos fármacos aprobados por la Agencia Europea del Medicamento (EMA), poniéndolos a disposición de todos los hospitales en un plazo máximo de 180 días, que es el que recomienda la propia EMA. Según el último informe WAIT, que evalúa los indicaodores de acceso a terapias innovadoras en Europa, en España transcurren 629 días desde la aprobación del fármaco hasta que este pasa a estar financiado por nuestro sistema sanitario. “Vemos cómo esas terapias están disponibles en otros países un año o dos antes que aquí. Y ese tiempo la diferencia entre vivir o morir”, alega Pilar Fernández.

En España transcurren 629 días desde la aprobación del fármaco hasta que este pasa a estar financiado por nuestro sistema sanitario. Muy lejos de los 180 días que recomienda la Agencia Europea del Medicamento

Otro de sus caballos de batalla son las desigualdades que existen entre las diferentes comunidades autónomas, no solo en lo que se refiere a la disponibilidad de los tratamientos innovadores, también al acceso a centros oncológicos especializados donde se diagnostique de forma precisa a través de las nuevas tecnologías y técnicas punteras, como los estudios genéticos, moleculares, de imagen o biopsia líquida. “No es posible entender el futuro de la oncología sin la implementación de nuevas tecnologías”, señala el doctor Llombart. “Los aplicativos de IA en oncología han permitido generar las firmas moleculares como oncotype o Mammaprint. Nuevos programas de lectura por imagen mejoraran los procesos diagnósticos tanto a nivel radiológico como de anatomía patológica. El diseño de los nuevos fármacos está acelerándose con modelos informáticos. Firmas moleculares en sangre van a permitir cribados poblacionales mas sencillos y probablemente mas eficientes que los programas actuales”.  

Con la esperanza de ese futuro, para la mujeres con cáncer de mama metastásico, el día a día se debate entre la aceptación, la renuncia y el impacto de la enfermedad y los efectos secundarios en su vida personal, social, laboral... “La normalidad ya no existe, pero lo más difícil es aprender a mantener la esperanza viva. Tienes que convivir con la incertidumbre y sobre todo con el miedo”. Por eso, desde la asociación que Pilar preside le ponen voz a todas las necesidades no resueltas de estas pacientes que mejorarían su calidad de vida: circuitos de derivación urgente en caso de recaídas, unidades de enfermería oncológica, cuidados paliativos no solo al final de la vida, sino durante toda la enfermedad para el control de síntomas y efectos secundarios, abordaje multidisciplinar, psicooncólogos… La lista es larga. “Somos pacientes sensibles que pensamos continuamente en la muerte”, concluye Pilar Fernández, que vive en la cara nada rosa del cáncer de mama.