«Las enfermeras tienen un papel muy importante en los primeros momentos de un duelo»

Purificación Yepes es enfermera en la UCI Pediátrica del HCU Virgen de la Arrixaca y coordinadora de las VIII Jornadas Regionales de Pérdida y Duelo del Área I de Salud

Purificación Yepes

Purificación Yepes / C.E.

La Opinión

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Mañana se cumplen tres semanas de uno de los episodios más trágicos que se han vivido en la Región de Murcia; trece personas murieron en el incendio de una discoteca en la zona de ocio de Atalayas en la capital murciana.

Los familiares y afectados recibieron casi de inmediato atención psicológica para afrontar esta tragedia, pero también de otros colectivos profesionales como las enfermeras, que suelen ser las primeras en atender las emergencias.

Purificación Yepes es enfermera en la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátrica del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca de Murcia y coordinadora de las VIII Jornadas Regionales de Pérdida y Duelo que se celebrarán los próximos 26 y 27 de octubre en dicho hospital.

¿Qué papel tiene la enfermería en el proceso de duelo?

Las enfermeras tienen un papel muy importante en los primeros momentos de un duelo. Estamos en permanente contacto con el paciente y su familia y compartimos muchos momentos de estrés emocional, dudas, sentimientos y confidencias. Estamos presentes en el final de la vida, momento en el que estamos apoyando y abrazando el dolor que trae consigo a la familia, brindamos la oportunidad de una despedida en un proceso de dolor y amor donde la empatía, el acompañamiento y la escucha juegan un papel importante. Como en el suceso de Atalayas, en algo tan tremendo todos ponemos nuestro granito de arena para ayudar.

Respecto a los profesionales que pierden a sus pacientes, ¿cómo puede gestionar ese duelo la enfermera?

Cuando yo empecé a trabajar de enfermera y algún paciente se moría, observaba como nos escondíamos para llorar, o te abrazabas a algún compañero en busca de refugio. Parecía que resultaba “poco profesional” si llorábamos delante de la familia o mostrábamos nuestro dolor de una u otra manera. Hubo un día que el dolor me hizo mostrar mis sentimientos allí mismo, en el box y la madre me abrazó y soltamos ese nudo en la garganta. Días después me dijo que ese momento la reconfortó porque notó la empatía y se sintió comprendida.

Después de un tiempo empecé a despedirme de mis pacientes, aprendí a decirles adiós, a terminar esa frase que siempre decíamos, y a darles las gracias por lo que me habían enseñado. Siempre recomiendo a mis compañeras que lo hagan, que se despidan, que aprendamos a decir adiós. La verdad que, a día de hoy, muchas compañeras que lo hacen se sienten felices de haber podido despedirse.

Es importante hacer reuniones de equipo donde se hablen de sentimientos y podamos «soltar» ese dolor con compañeras que han vivido las mismas emociones y que muchas veces nos guardamos dentro. Sentir y compartir con las personas que se sienten igual te ayuda a avanzar en tu propio duelo.

En tu caso, trabajando en la UCI Pediátrica, los casos deben ser muy duros ¿Contáis con una formación especial para afrontar estos duelos y poder ayudar a las familias?

La muerte de un niño es algo contranatura, no existe una palabra para identificarlo; si muere un padre eres huérfano, si muere tu mujer eres viudo pero un hijo... Al trabajar en una UCI Pediátrica me encuentro con comentarios como: «que estomago tienes», «tendrás el corazón de hierro» y sin duda la que más me duele: «estarás acostumbrada». Pues la respuesta a todas es NO. Los duelos en UCI Pediátrica están intensificados por la circunstancia, el entorno, pero sobre todo porque son niños y como te he dicho, eso es contranatura. A día de hoy disponemos de escasa formación.

Tenemos estas maravillosas Jornadas de Pérdida y Duelo, un espacio de reflexión y acompañamiento en el que compartimos formación, sentimientos y procesos adaptativos desde diferentes ámbitos profesionales y personales. Existen escasos cursos de escucha activa y de cómo dar malas noticias y carecemos de formación continuada en este aspecto, que resulta tan importante como cualquier técnica o procedimiento. Es importante que, ya desde la carrera, se nos hable del proceso de morir y de cómo afrontar la pérdida dentro de nuestro ámbito profesional, para así poder ayudar a las familias y saber gestionar nuestros propios sentimientos ante la pérdida de un paciente.

¿Cómo ha evolucionado la sociedad respecto al duelo?

Estamos en proceso de evolución. Poco a poco los miedos que envuelven el proceso de morir y el dolor que supone hablar de la muerte van dejando paso a la comprensión, la humanización de los cuidados, la escucha activa, la empatía y otros tantos factores que confluyen y conviven a la hora de la pérdida. Vivimos en una sociedad donde prima lo que yo llamo “La teoría de la felicidad”, es decir, debemos y tenemos que ser felices. Las redes nos inundan con imágenes donde sólo parece estar permitido el ser feliz.

En nuestro mismo entorno, muchas veces nos está permitido estar de «bajón» unos días, pero pasado ese tiempo es como: «venga, va, anímate». Tenemos que ver que todos los que nos rodean son felices y damos poco espacio para abrazar ese dolor, comprenderlo, aprender en el proceso y crecer. Pero estoy segura que poco a poco vamos a entender que forma parte de nuestra propia existencia y que vamos a introducirlo en nuestro proceso de cambio como una parte más de la propia vida.

El COVID ha dejado muchos duelos no resueltos ¿cómo los podemos afrontar en la actualidad?

El COVID y todo lo que conllevó; aislamientos, medidas restrictivas, miedo, incertidumbre… nos obligó a crear procesos de adaptación de manera brusca. El despedir a un familiar y empezar un duelo se convirtió en un proceso deshumanizado con la imposibilidad de realizar ritos funerarios o culturales y en muchas ocasiones sin la posibilidad de decir adiós o tan siquiera acompañar durante el proceso de morir.

Cuando estamos en duelo a lo largo del tiempo vamos haciendo un proceso adaptativo que integramos a nuestra vida, pero con el COVID este proceso fue mucho más difícil de generar debido a todas las medidas restrictivas y el no poder disponer de apoyo emocional y social. Nunca se está preparado para la pérdida de un ser querido y menos en esta situación tan excepcional, lo que hace que este duelo haya podido quedarse sin resolver. Ahora, con la «nueva normalidad», se pueden retomar esos ritos que no pudimos hacer en su momento: escribir una carta a ese ser querido, hacer una ceremonia de despedida y en casos donde este proceso adaptativo no haya sido posible, recurrir a un profesional.

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