El cuento de los martes

Beto en... 'Día de Navidad'

L.O.

La Navidad era siempre una época feliz para Beto. Es verdad que, como los lectores más atentos recordarán, su festividad favorita era Halloween, pero la Navidad también le gustaba mucho. Sobre todo por algo muy importante: los reencuentros con sus primos y sus tíos, que no veía apenas el resto del año, salvo alguna que otra vez en verano, cuando iba con sus tíos a pasar unos días en la casa que tenían en la playa.

A medida que se acercaba el día de Navidad, el 25 de diciembre, Beto se iba impacientando poco a poco. ¿Qué le contarían este año sus primos y sus tíos? ¿Qué nuevas aventuras habrían vivido en los meses que llevaba sin verlos? Desde luego, él había vivido unas cuantas: había conocido a un nuevo amigo, Juanfra; había construido un fuerte y creado todo un mundo mágico en el que los buenos al final salían ganando; había perdido el torneo extraescolar para aprender que no debía obsesionarse tanto con la victoria y dejarse llevar un poco más… En fin, un sinfín de aventuras, de las que los lectores solo conocen unas cuantas.

Así que, cuando por fin llegó el tan ansiado día y Beto, que se encontraba, para variar, en su habitación jugando a la videoconsola, escuchó sonar el timbre, de un salto se puso en pie y bajó las escaleras prácticamente volando, sin llegar a apoyar un pie en todos los escalones, para plantarse ante la puerta de su casa antes de que su madre pudieta llegar a abrir. Con una sonrisa de oreja a oreja se asomó para ver las caras de sus tíos y sus primos. Su tío se había dejado una frondosa barba y parecía un Papá Noel joven, pero sus primos estaban más o menos igual que las última vez que los vio. Su primo Josemi llevaba una bolsa de un centro comercial y, dirigiéndose a Beto, dijo: «Esto es para ti», y se la tendió. Beto, que también tenía, como cada año, un regalo preparado para sus primos, dijo que ya habría tiempo para intercambiqr regalos.

En efecto, tras la comida intercambiaron los regalos: sus primos, Josemi y Pablo, le habíab traído un videojuego, y Beto les había comprado un puzle de una serie de dibujos animados que sabía que les gustaba. Así que, sin más preámbulos, abrieron sendos regalos y se pusieron a jugar con ellos mientras se contaban lo que habían hecho desde la última vez que se vieron. Cuando acabaron de contarse todo lo que se tenían que contar ya había llegado la hora de la cena, el puzle estaba armado y el videojuego, que no era demasiado largo, completado al 60 por ciento.

Durante la cena, sus tíos y los padres de Beto debatieron sobre temas que no interesaban a ninguno de los niños. Por suerte, esta vez no llegaron a discutir, como había pasado en años anteriores, pero Beto y sus primos, que se habían sentado juntos, Beto junto a Josemi y Pablo delante de ellos dos, pasaron la cena hablando de los proyectos que tenían pensado llevar a cabo el próximo año, muchos de los cuales se contarán en esta página cada semana.

Beto tenía planeado seguir jugando tras la cena, pero tanto él como sus primos se encontraron tan cansados que no pudieron hacer otra cosa que irse a la cama. Sus primos pasarían toda la semana en su casa, así que ya tendría tiempo de seguir hablando y jugando con ellos.

Y así transcurrió el día de Navidad para Beto. Fue un día de paz, reencuentros y juegos en familia. Cierto es que no le habría hecho ascos a unos cuantos esqueletos, calabazas y telarañas, pero no estuvo mal.

Actividad

  1. Beto ha tenido una Navidad en familia, sin grandes sobresaltos, en la que ha vuelto a ver a sus primos y a sus tíos y ha disfrutado de unos cuantos días en famlia, jugando y reponiendo energía para la vuelta al cole. Comenta con el resto de tu clase qué ha hecho cada uno durante las vacaciones de Navidad. Verás que cada persona tiene una manera muy distinta de pasar las vacaciones.