Psicología infantil

Nietzsche no es una hamburguesa

nietzsche no es  una hamburguesa

nietzsche no es una hamburguesa / J. Alejandro López

J. Alejandro López

El profesor y escritor Mark Fisher, en su ensayo Realismo Capitalista, relata cómo el alumnado al que enseñaba parecía no soportar una clase completa manifestando su aburrimiento, siendo incluso el mismo acto de leer lo que le resultaba aburrido a una generación conectada 24/7 a internet. Parecía, en palabras del mismo Fisher, como si a sus alumnos les hubiese gustado que «Nietzsche fuera una hamburguesa», un tipo de comida rápida, fácil de digerir y divertida, cuando el alemán era un pensador difícil.

Por ello, nos preguntamos qué facción ideológica sobre pensamiento pedagógico estamos dispuestos a avalar. Una primera facción afirma que hemos de adaptar los contenidos a lo que demanda un alumnado conectado a internet y que reclama flexibilidad; a esta facción podemos denominarla ‘competencial’. Una segunda corriente entiende que es el alumnado el que ha de desconectarse de la ‘matrix’ en línea continua, para acceder a contenidos que no son tan fáciles de digerir pero que albergan conocimientos necesarios para su completa instrucción; a esta facción la llamaremos la ‘instruccionista’. Y una tercera facción que denominaremos ‘tecnológica’ sería la que aboga por llevar esta ‘matrix’ a los centros educativos y así el discente permanece conectado dentro y fuera de las aulas, para que el acople tecnologías y alumnado sea completo.

La corriente competencial es la defendida en leyes educativas como la nuestra (LOMLOE), donde el contenido es recortado en favor de que el alumno adquiera unas competencias clave con las que manejarse en un mundo cambiante, flexible y posmoderno. La verdad como la conocemos está devaluada, tener amplios conocimientos que pronto quedarán obsoletos es una pérdida de tiempo en un mundo cambiante, por lo que se defiende que el alumnado será más competitivo si alcanza una serie de competencias que le ayuden a lidiar con un mercado laboral caótico. Menos conocimientos y más adaptabilidad. Hay voces críticas a esta facción. Ciertos artículos de profesores afirman que países como Escocia, pionera de la educación basada en competencias, abandona este modelo por el fracaso que ha supuesto (autores como Roberto Marbán o Jordi Martí).

La corriente tecnológica puede considerarse como un apéndice de la anterior, pues una de las competencias clave a adquirir es la competencia digital. Dan un paso más. La información y el conocimiento queda obsoleto con tanta velocidad que lo importante es enseñar al alumnado, no tanto contenidos como a saber buscar la información en los lugares precisos. Saber dónde conectarse es el objetivo esencial y para ello, las tecnologías son imprescindibles. Esta facción también tiene sus detractores. Hay estudios que empiezan a alertar de que el uso de las tecnologías está afectando a la capacidad de concentración y atención del alumnado. Otras noticias informan que en países como Suecia paralizan su plan de enseñanza digital.

La corriente instruccionista es la que aboga por que Nietzsche no se convierta en una hamburguesa para los estudiantes. Los contenidos son lo imprescindible ya que estos son la esencia del conocimiento e incluso de las mismas competencias clave. Los profesores no sirven comida rápida, no hemos de permitir una ‘mcdonalización’ de la enseñanza. Las competencias y las tecnologías están al servicio de los contenidos y conocimientos y no al contrario.