Opinión | La Feliz Gobernación

La verdad sobre Begoña

Begoña Gómez

Begoña Gómez

Vamos a poner un suponer, que dicen en la huerta para hacer didactismo con los ejemplos. Imaginemos que Begoña Gómez prestara algún servicio profesional al Banco de Sabadell o al BBVA, como tales entidades o a través de filiales, entes, fundaciones o empresas asociadas. ¿Cómo habría que interpretar en tal caso la oposición del Gobierno a la fusión de ambos bancos? O incluso si hubiera procedido al revés, es decir, avalando la operación. Fuese cual fuese la posición del Gobierno al respecto daría lugar a interpretaciones legítimas. Se diría que la vinculación, directa o indirecta, con cualquiera de estas marcas habría interferido en la respuesta política del Gobierno. Y esto, con razón o sin ella.

La mujer del presidente tiene derecho a mantener su actividad profesional, pero ha de hacer el sacrificio de no tener intereses en ninguna de las empresas que dependan de decisiones gubernamentales administrativas y políticas (ayudas públicas, autorizaciones, recomendaciones...) por mucho que éstas sean coherentes y correctas. Resulta elemental, pues otra cosa daría lugar a sospechas sobre tráfico de influencias.

La propia vicepresidenta Montero utilizó esta lógica en el Congreso para denunciar una relación similar entre Feijóo en sus tiempos de presidente de Galicia y la empresa para la que trabaja su mujer. Que tal relación resultara falsa no impidió que Montero admitiera el argumento que aquí se expone: hay actividades del entorno íntimo de los presidentes que son incompatibles con la percepción de independencia de éstos.

Por lo demás, debiera ser poco gratificante para Begoña Gómez recibir tantos elogios como profesional, pues ser la mujer del presidente desdibuja los méritos, ya que hay, sin duda, miles de empresas decididas a obtener sus servicios por razones obvias, aun a pesar de que tales servicios no influyeran realmente en las decisiones de su marido.

Muchos estamos convencidos de que no hay técnicamente delito en las actividades de la mujer de Sánchez. Lo que hay es un proceder impropio que salta a la vista para cualquiera que conozca el funcionamiento de ciertas empresas y cómo han prosperados determinados profesionales que disponen de puertas abiertas en las Administraciones. Punto.

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