Opinión | +MUJERES

Colectivo de Mujeres por la Igualdad en la Cultura

9 de junio: nosotras decidimos

Los derechos por los que tanto hemos luchado y que ha costado tanto conseguir están en serio peligro y pueden desaparecer de un plumazo

Toni Albir / EFE

Toni Albir / EFE

Es probable que nos encontremos en un momento decisivo y transcendental para la construcción de un proyecto europeo democrático y de progreso que, especialmente, nos afecta a nosotras, las mujeres. Trataremos, por lo tanto, de analizar en este artículo la importancia de que todos y todas, en un acto de responsabilidad y compromiso, vayamos a votar en las elecciones al Parlamento Europeo del 9 de junio.

En primer lugar, como sabemos, las decisiones que adopta la Unión Europea establecen pautas de actuación imperativas de los estados miembros, y eso es bueno, en la medida en que se garantiza un proceso consensuado de diálogo e integración entre los representantes de las diferentes realidades y sensibilidades de los europeos, contribuyendo así a neutralizar los defectos, vicios o tendencias perniciosas que cada Estado arrastra; máxime cuando se detecta en nuestro país, y en toda Europa, el resurgimiento de una extrema derecha que, aunque todavía ‘minoritaria’, cada vez es más influyente y contraria a las políticas de cooperación y consenso que caracterizan a la Unión Europea.

En nuestro país ya conocemos como funciona el proceso de blanqueamiento que el Partido Popular viene haciendo de esta ultraderecha cuando precisa de sus votos para acceder a los gobiernos, ya sean autonómicos o municipales, sin pudor alguno para impulsar importantes censuras, cancelaciones y retrocesos en políticas públicas que tanto ha costado implementar. Este renacimiento del ‘huevo de la serpiente’, que parecía ya prácticamente impensable en España y, más aún, en Europa, ha reaparecido con relevante respaldo electoral, hasta el punto de que la candidata derechista a renovar la presidencia de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, no descarta, sino todo lo contrario, admitir alianzas con la ultraderecha más reaccionaria y, con ello, imprimir un giro copernicano a las políticas europeístas de sesgo contrario al progreso democrático y de integración europea que hemos conocido hasta el momento.

Uno de los rasgos más característicos de la extrema derecha es su permanente discurso contrario a todo avance social. Niegan la evidencia científica del cambio climático; enarbolan el más execrable racismo y xenofobia, vinculando migración y delincuencia con datos manipulados y falsos que difunden por sus bien financiados medios de desinformación; son contrarios a las políticas de igualdad y negacionistas de la violencia de género; fanáticos antifeministas, como demuestran constantemente en los gobiernos autonómicos y locales en los que cogobiernan con el complaciente beneplácito del Partido Popular, que se revela muy cómodo con las políticas de retroceso que vienen llevando a la práctica en las comunidades y ayuntamientos en los que gobiernan conjuntamente.

Por ello, si la derecha conservadora y la ultraderecha suman en Europa, impondrán un proceso de retroceso de la construcción integradora europea que no nos podemos permitir. A estas alturas del siglo XXI, hemos de implicarnos activamente en las políticas para contrarrestar el imparable cambio climático, impulsar políticas medioambientales que garanticen la sostenibilidad y, también, para no permitir ni un paso atrás en los derechos de las mujeres, muy amenazados si dejamos que la extrema derecha imponga su agenda de demolición de las políticas comunitarias.

En España ya lo venimos sufriendo. Vox ha impuesto su agenda negando la existencia de violencia machista, abandonando las políticas de protección y ayudas existentes y dejando a las mujeres maltratadas abandonadas a su suerte. No podemos tolerar que la Unión Europea asuma como propias estas políticas de abandono y desigualdad de las mujeres.

Giorgia Meloni, la primera ministra de Italia, a la que Núñez Feijóo califica de ‘moderada europeísta’, ha aprobado que los activistas contra el aborto puedan entrar en clínicas donde se producen interrupciones de embarazos, teniendo en proyecto obligar a las mujeres que decidan abortar en Italia a pasar por el humillante calvario de escuchar antes el latido del feto, además de reforzar la figura del consultor financiado con fondos europeos, lo que constituye un retroceso para la libertad de decisión de las mujeres, de conquistas que tanto sufrimiento ha costado lograr durante décadas.

Por todo ello, queremos hacernos eco de una campaña que apenas ha tenido repercusión, no sabemos muy bien por qué: ‘Votamos las europeas’, con las que organizaciones apartidistas tratan de estimular la participación y el voto femenino en las próximas elecciones al Parlamento Europeo, con el objetivo de frenar las políticas que tratan de recortar conquistas sociales ya alcanzadas, a la vez que se impulsan nuevas acciones y medidas de progreso social y de igualdad: ‘Madres por el clima’, ‘Demos Lab Equipo Europa’,‘Teta&teta’,‘ We Move Europe’, ‘Marea deliberativa’, ‘Talento para el futuro’ e ‘¡Impacto de género ya!’ nos invitan a no ignorar las amenazas que nos acechan y luchar con nuestro voto para que la mayoría social y de progreso no lo permita.

Esta campaña destaca la importancia del voto como palanca de concordia y se dirige particularmente a las mujeres, conscientes de que el compromiso del voto femenino es decisivo para respaldar las formaciones políticas comprometidas contra los recortes de las conquistas sociales y feministas que la derecha y la ultraderecha pretenden imponer con sus preocupantes consecuencias.

La iniciativa consta de un vídeo que se inicia con la imagen de una cabina de votación, cuya escena se repite cada vez en un entorno diferente: el campo, la ciudad, una oficina, un hospital, un paisaje agostado por la sequía… mientras una mujer corre la cortina del habitáculo de votación para afirmar con determinación: «Una, que es espabilada, y se preocupa por su futuro y el de toda la humanidad». Otra mujer manifiesta: «Una, que es valiente, y no deja que nuestros avances sociales retrocedan». Seguidamente, otra pregona: «Una, que es inteligente, y sabe que los fenómenos meteorológicos extremos no son buenos». Y otra: «Una, que es justa, y exige igualdad de oportunidades». Y así, hasta siete mujeres lanzan su mensaje a la cámara, siempre con la misma frase de cierre: «Para una Europa así, votamos las europeas».

«Votemos para no desandar lo andado en muchas de las políticas relacionadas con el cambio climático, la igualdad y los derechos y libertades fundamentales», proclaman en el intento de garantizar una Europa fuerte que permita seguir avanzando en derechos y fomentar políticas que protejan el medio ambiente y el futuro de las generaciones más jóvenes.

Y sí, es importante, decisivo sin duda, que nos impliquemos en estas elecciones y tener voz en el rumbo que ha de tomar Europa en el próximo lustro. No permitamos que las políticas retrógradas, negacionistas y fundamentalistas antisistema se impongan en nuestras vidas. Los derechos por los que tanto hemos luchado y que ha costado tanto conseguir están en serio peligro y pueden desaparecer de un plumazo, y somos las mujeres las que más tenemos que perder en este envite.

Suscríbete para seguir leyendo