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Colectivo de Mujeres por la Igualdad en la Cultura

La solución a los problemas ambientales es también una cuestión de género

Dar a las mujeres pleno derecho de acceso a las tierras y hacerlas partícipes en la toma de decisiones es fundamental para iniciar la senda de la recuperación de los ecosistemas

Fadhila Nurhakim / Unsplash

Fadhila Nurhakim / Unsplash

El próximo 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, este año dedicado a la restauración de la tierra, la resiliencia a la sequía y la lucha contra la desertificación, y con Arabia Saudí como país anfitrión. Esta celebración, cuyos inicios se remontan al año 1973, se plantea como una plataforma mundial para fomentar la conciencia ambiental y favorecer la participación de los estados para tomar medidas a favor de la restauración del planeta.

Si bien los resultados de estas campañas de sensibilización y las elecciones de los países anfitriones en cada una de las ediciones pueden ser discutibles, lo que es innegable es la necesidad de estas iniciativas para agitar conciencias y poner el foco, aunque sea de manera puntual, en los problemas ambientales.

El avance de la desertificación y el aumento de los periodos de sequía son algunas de las consecuencias del cambio climático. La ausencia prolongada de lluvias y las elevadas temperaturas afectan a todos los seres vivos y dejan en nuestros paisajes imágenes preocupantes a poco que nos fijemos en las señales. Primaveras cortas en las que no hay apenas flores; especies como el pino, que se secan por la falta de agua; poca tasa de reproducción en las especies; aumento del riesgo de incendios y temperaturas altas durante un mayor periodo de tiempo son algunas de las evidencias de que este avance es cada vez más visible y preocupante, y sus consecuencias se pueden pensar en clave femenina. Especialmente si nos fijamos en los países donde sus efectos se dejan sentir de manera más virulenta.

A pesar de que casi la mitad de la mano de obra agrícola en todo el mundo está formada por mujeres, solo una de cada cinco de ellas son propietarias de tierras. Esta desigualdad aumenta en países donde se les niega su derecho a heredar debido a leyes y prácticas basadas en costumbres, tradiciones o mandatos religiosos. Al no ser propietarias de la tierra, su opinión no cuenta, con lo que se las excluye de la toma de decisiones y de ocupar puestos de responsabilidad dentro de la comunidad. 

El impacto que tienen la desertificación, la degradación de la tierra y la sequía en las mujeres y las niñas es muy elevado. Son más dependientes de los recursos naturales que los hombres, ya que tienen que cubrir las necesidades de alimento, energía y agua para los hogares. La escasez de estos recursos provoca, además de riesgos para la salud, la migración forzosa.

Dar a las mujeres pleno derecho de acceso a las tierras y hacerlas partícipes en la toma de decisiones es fundamental para iniciar la senda de la recuperación de los ecosistemas.

El informe Hombres, Masculinidades y Cambio Climático (Men Engage Alliance, 2017) expresaba la idea de que «El patriarcado es perjudicial para nuestro clima», ya que tradicionalmente han dominado la naturaleza, al igual que han ejercido el poder sobre las mujeres. Por esta razón, en el contexto de crisis ambiental en que nos encontramos, es necesario incorporar una perspectiva de género a nuestras acciones en favor del planeta y trabajar en igualdad.

Porque todos, hombres y mujeres, formamos parte de la solución. 

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