Opinión | Erre que erre (rock ‘n’ roll)

Música en el trabajo

La música debería ser absolutamente necesaria para desarrollar cualquier función

El músico de Blues estadounidense, Muddy Waters.

El músico de Blues estadounidense, Muddy Waters.

«Dale un pez a un hombre y comerá hoy, enséñale a pescar y comerá el resto de su vida», menos si eres una de esas personas que entiende que tener un puesto fijo en la Administración equivale a tocarse los pies. Me desespera la gente que no coopera, así en general, y créanme que no es envidia de ver cómo para algunos ganarse el pan resulta exultantemente sencillo. Reconozco que no ayuda la influencia de una familia que se dejaba la piel en su oficio de sol a sol, con poco tiempo para la vida contemplativa. El descanso era estudiar y el tiempo libre se invertía en más quehaceres. Siempre he tenido poca querencia por los que alardean de inexistente productividad, son enemigos de la creatividad, realmente me parecen peligrosos. Al final, terminar creyendo que nos lo merecemos todo mientras practicamos la ley del mínimo esfuerzo está como a pie de calle, y me da que por ahí no es el camino.

Definitivamente, creo en una conclusión irrevocable, son muchos los estudios que lo acreditan, además de lo que un simple peón, femenino singular, engranaje de la Administración sanitaria, pueda pensar, y es que la música debería ser absolutamente necesaria para desarrollar cualquier función. Los expertos aseguran que en las empresas dónde se escucha música los trabajadores rinden hasta un 12,5% más y son un 20% más rápidos. Sin tener en cuenta, además, la recompensa que supone invertir una media de ocho horas diarias en una labor, que acatando los beneficios de un sonido melódico, experimenta una mejora del humor, la predisposición, incluso la autoestima. Cuesta tanto disponer de un ambiente óptimo que no estaría de más darle una oportunidad al intento, imaginen si no a esos mineros encerrados durante larguísimas jornadas apartados de la luz del sol, sin poder expresar un quejío o lamento al compás del mazo o pico cavando socavones, esa y no otra debía ser su ruta de escape. O a los esclavos africanos llevados a América como mercancía barata, cuya agonía laboral ha sido reflejada tantas veces en literatura y cine con personajes semiarrastrados por las duras jornadas y el maltrato recibido a golpe de fusta, que únicamente calmaban su agonía entonando blues... 

Por desear una metodología como pacto para la puesta de pilas de algunos holgazanes, he acabado evocando la rica herencia cultural de sentimientos profundos e inquebrantable resiliencia que ha llegado, sorprendentemente, hasta nuestros días, con títulos como el de La carbonera, El abuelo fue picador o esa oda que fue Got My Mojo Working interpretada por Muddy Waters

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