Opinión | El juicio de Trump

Josep Maria Fonalleras

Doce sin piedad

Donald Trump.

Donald Trump. / LAP / Associated Press

Tengo unos amigos que están pendientes de saber si les toca presidir una mesa electoral (o ser vocales) porque han programado un viaje que puede irse al traste. No tienen margen para presentar alegaciones porque el perfil de su escapada no sería entendido por un juez como motivo suficiente para no presentarse en el colegio. En Estados Unidos también hay deberes cívicos de este tipo como, por ejemplo, formar parte de un jurado popular.

El caso más reciente es el del juicio contra Donald Trump por todo lo de la actriz porno que ya sabemos. Si te llaman, tienes que ir, pero resulta que te dan un cuestionario de 42 preguntas (con variables) para saber si eres idóneo para ocupar una de las plazas de las personas que pueden enviar al candidato republicano a prisión. 

Si no respondes adecuadamente, te ahorras el revuelo, que es lo que aquí haría una parte considerable de la población (¡mis amigos seguro!), porque resulta que, entre otras cosas, te preguntan si estás dispuesto a ser imparcial y a no dejarte influir por ningún tipo de ideología, animadversión o veneración hacia el acusado. Es tan fácil como decir que sí, que no puedes ver a Trump ni en pintura o que te mueres de ganas de que vuelva a ser presidente. Y te vas a casa, tan pancho.

Pero el hecho es que ya han encontrado (en tiempo récord) a los 12 hombres (y mujeres) sin piedad que le juzgarán. Y también hay reservas. 

Yo diría que cualquier ser humano que esté mínimamente informado y que conteste con sinceridad a las 42 preguntas está inhabilitado para ser jurado. Poco o mucho, todo el mundo tiene una opinión al respecto, con un sesgo que puede tender a ser favorable o contrario a la figura del magnate. Pero han encontrado a 12 mujeres (y hombres) ignífugos, imperturbables y amorfos que, eso, sí, tienen ganas de pasar a la historia como aquellos que juzgaron a Trump en Nueva York

Y que (es una de las preguntas) no tienen obligaciones familiares o laborales a partir de las 4.30 horas p.m., cuando se acaba la jornada judicial, aunque algún día se puede alargar, y por eso les preguntan si pueden hacer horas extras.

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