Opinión | La Feliz Gobernación

Crónicas marcianas

Eduardo Mendoza, el pasado mes de noviembre en el festival de cine de San Sebastián.

Eduardo Mendoza, el pasado mes de noviembre en el festival de cine de San Sebastián. / Juan Herrero / Efe

Si Gurp, el extraterrestre de la novela de Eduardo Mendoza, hubiera aterrizado el pasado domingo en España tendríamos que acudir a despejar su perplejidad por las noticias de las siguientes 48 horas. Habría que explicarle que es un motivo de tranquilidad constitucional que los independentistas vascos hayan ganado las elecciones por casi el 70% de los votos. La suma de los resultados de PNV y Bildu revela que la soberanía del País Vasco sería cosa de coser y cantar, pero en vez de pactar entre ellos para consumar el proyecto que a ambos les otorga identidad, el primero formará Gobierno con el único partido que exhibe en sus siglas la palabra español. Y para más inri, que siendo uno de estos de derechas y el otro de izquierdas se decidan en aquella Comunidad por lo que se denomina ‘la gran coalición’, concepto que en el conjunto del Estado constituye herejía. Gurp sufriría de estupefacción al constatar que ni el PNV es tan independentista como parece ni el PSOE tan progresista como proclama. 

La atención política del marciano habría sido contraprogramada por el Clásico de la Liga a las mismas horas de la tarde/noche del domingo. Ganó el Madrid, pero jugadores del Barça, el entrenador y el presidente denunciaron parcialismo arbitral, penalitis imaginarios y goles fantasma precisamente desde la misma instancia que tuvo en nómina durante casi veinte años a Negreira, factotum del Colegio de Árbitros, y a su prole. El club deportivo que pagaba a los árbitros denuncia favoritismo arbitral al adversario. 

Ya en la mañana del lunes, Gurp habría podido seguir la comparecencia de Koldo en la comisión de investigación del Senado sobre la compra de mascarillas, tras la que los socialistas celebraron que al PP se le había ido de rositas el principal implicado de la trama, como si a ellos no les importara el esclarecimiento de un caso de corrupción que les afecta. 

Si atendemos a la lógica de los partidos políticos (y a los futbolísticos) todo tiene una explicación de parte, pero se están poniendo las cosas de tal manera que, entre unos y otros, al vulgo común nos hace sentir extraterrestres.

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