Opinión | Pintando al fresco

Acuerdos y desacuerdos

Fernando López Miras y Teresa Ribera en una nueva reunión por el Mar Menor

Fernando López Miras y Teresa Ribera en una nueva reunión por el Mar Menor / Juan Carlos Caval

Ya se podía leer en La Opinión hace unos días que el río más caudaloso de nuestra Región es la Rambla de El Albujón, que ha llegado a verter 500 litros de agua por segundo y que ahora está alrededor de los 200, o sea, que es un río en toda regla, una manga de agua dulce que llega al Mar Menor y que contiene todo tipo de porquerías, pesticidas, fosfatos, nitratos, filtraciones de granjas de cría de animales y mierda pura. Les pido a ustedes perdón por la expresión, pero es que no hay manera de evitarla porque a lo que me estoy refiriendo es a lo siguiente: en estos momentos casi todos los pueblos ribereños tienen su alcantarillado, pero hasta hace unas pocas decenas de años, muchas localidades tenían como sanitarios lo que se ha llamado siempre ‘pozos negros’. Cuando se llevó a cabo la construcción de las líneas de alcantarillado hubo que conectar cada una de las viviendas a la red, pero las obras se hicieron mayormente en invierno, cuando muchas viviendas estaban vacías y sus dueños lejos, así que algunas se quedaron sin conectar y siguen. Pero es que hay otro problema añadido. Cuando se produjo la conexión, se cegaron los pozos negros, pero sin vaciarlos en su mayoría. Todos los excrementos se quedaron allí resecándose con el tiempo, pero en los últimos años, con el tremendo aumento de nivel del acuífero del Campo de Cartagena, se comenzó a filtrar agua por todas partes llegando a esos pozos negros donde ‘refrescaron’ lo que allí había y lo arrastraron, y lo arrastran, hasta el Mar Menor, filtrándolo por las arenas. 

Según el último Cemop, recién salido del horno de las estadísticas y las encuestas, en la Región hay acuerdos y desacuerdos sobre este tema. En términos generales, los agricultores y vecinos del Campo de Cartagena y el Mar Menor dicen que lo que se carga al Mar Menor son las filtraciones de porquerías generadas en los pueblos de la zona, mientras que los ecologistas y seres humanos de otras comarcas, como el Altiplano, el Guadalentín, el Noroeste o la Huerta de Murcia proclaman que los vertidos de la Rambla, cargados de residuos de la agricultura y la ganadería, son la principal razón del desastre, aunque haya otras. Muchos creemos que es una mezcla de todo, pero que las proporciones son distintas. La agricultura intensiva ha desencadenado la gran tragedia, añadiendo a lo que ya había unas dosis tremendas de vertidos letales a la laguna. Asustados por las anoxias, se creó una ley de protección del Mar Menor que algo ha hecho ya, por ejemplo, bajar de quinientos a doscientos los litros por segundo de agua dulce contaminada que vierte la Rambla de El Albujón. Pero hay mucho más que atender si se quiere salvar ese habitat y parece ser que por una vez y sin que sirva de precedente, el gobierno Regional y el de la Nación han sido capaces de ponerse de acuerdo y va a haber dinero para llevar a cabo las obras necesarias para que todos los que vivimos por allí podamos seguir disfrutando de la belleza del Mar Menor y no tener que entrar a bañarnos clavándonos en el fango o apartando peces muertos.

Para tratar de frenar todo este desastre y otros, ya hay en vigor una ley del Mar Menor que es algo tímida en algunos puntos, pero que claramente trata de evitar lo que está ocurriendo. Hay un plan para canalizar toda esa agua dulce y llena de contaminantes que llega por la rambla y llevarla a una depuradora y tratar de aprovecharla para varios usos. Hay otras acciones, barreras verdes, inundación de zonas áridas, intervenciones en la Sierra Minera, esta última importantísima porque hace miles de años que las aguas de lluvia arrastran hacia el Mar Menor metales pesados que quedan al aire por el trabajo en las minas. Y, lo mejor, aunque sea tan raro de ver hoy en día, hay un entendimiento entre el presidente López Miras y la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, que parece estar dispuesta a poner casi setecientos millones de euros para el plan de recuperación de la laguna. Los agricultores se manifiestan y protestan, y Vox está dando la batalla en el Gobierno Regional para modificar la ley y que sea menos dura con la agricultura y la ganadería. Están en su derecho. Y en el nuestro defender el Mar Menor y dejárselo a nuestros descendientes al menos igual, y, si se puede, aún mejor que nos lo dejaron nuestros padres y abuelos. Es por la cosa de la Historia, para no pasar a ella como la generación que se cargó este lugar paradisíaco de la Región de Murcia.

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