Opinión | Limón&Vinagre

Josep Maria Fonalleras

Lady Rose Hanbury: La desmentida y no confirmada rival rural de Kate

Ahora resulta que todos los oscuros episodios protagonizados por Middleton (desde la operación enigmática a la última aparición en una agrotienda de Windsor), todo tiene que ver con la constatación de la infidelidad de su marido

Rose Hanbury, marquesa de Cholmondeley, en una imagen de 2018, en Londres.

Rose Hanbury, marquesa de Cholmondeley, en una imagen de 2018, en Londres. / Dave Benett / Getty Images

Sarah Rose Cholmondeley, nacida Hanbury, tiene una hermana, Marina. No son aristócratas de nacimiento (el padre diseñaba páginas web; la madre era diseñadora, también, en este caso de moda), pero sí pertenecen a lo que podríamos llamar la corte de los nobles amigos de la realeza. Al menos por parte de la abuela materna, Elizabeth Lambert, que fue dama de honor en la boda de Isabel II. Toda la vida han mantenido este vínculo gracias a las escuelas de élite y al conjunto de intersecciones que se establecen entre los de la clase alta. De modo que, ahora, ambas tienen título nobiliario. Marina Hanbury porque se casó con Edward Lambton, séptimo conde de Durham, y Rose porque también eligió el número 7, en este caso el de Lord David Rocksavage, séptimo marqués de Cholmondeley, que debe pronunciarse ‘Chumley’.

Si retrocedemos hasta el 2005, resulta que el séptimo conde de Durham es propietario de una mansión barroca cerca de Roma llamada Villa Cetinale. La hermana Rose acude de vez en cuando a pasar allí sus vacaciones. El entorno es idílico, con un camino majestuoso de cipreses, piscina y no sé cuántas cosas más. Se reúnen miembros de la alta sociedad, políticos, modelos. Es esa cosa tan inglesa de soltarse y disfrutar de la vida loca, lejos del régimen estricto de Eton, que es donde estudió Lambton. Un día, mientras Kate Moss corre también por la Villa, las dos hermanas se fotografían en bikini mientras abrazan a un hombre maduro. La imagen llega al Reino Unido y se produce cierto escándalo, porque Villa Cetinale ya tenía cierta fama orgiástica. El hombre maduro se llama Tony Blair.

En medio de aquellas fiestas, Rose Hanbury, nuestra protagonista, conoce al marqués, más de 20 años mayor que ella. Se enamoran, se acaban casando y tienen dos hijos gemelos y, al cabo de un tiempo, una niña. Van a vivir a Houghton Hall, en Norfolk, que es un palacio edificado por un antecesor del marqués, Sir Robert Walpole, en 1720. Construido a la manera del Palladio, el arquitecto renacentista italiano, la casita es majestuosa, enorme y, debe decirse, de un gusto exquisito, respetando la simetría italiana en medio de la ruralidad inglesa. Además, la propiedad, conocida por el símbolo de un gamo blanco, tiene unos jardines ingleses memorables y extensos, el Walled Garden. Todo esto, hoy, se puede visitar. Los marqueses viven la mar de bien (David Rocksavage, el marqués, tiene un patrimonio estimado de unos 60 millones de libras), pero se montan un sobresueldo con los turistas, que también pueden entrar en el Model Soldier Museum, la colección de soldados en miniatura más grande del mundo. Como todo es tan grande y tan bonito, la marquesa, Rose Hanbury, organiza cada año el Houghton Festival, un evento musical que no está precisamente dedicado a Händel, sino a la techno extravaganza. Poca broma: más de 200 grupos en 13 escenarios. Es decir, una especie de Sónar, pero en los jardines de casa.

Con toda esta exhibición de riqueza y estatus, ahora resulta que la pobre Rose debe aguantar el eco de las malas lenguas que dicen que es (o ha sido) amante de Guillermo, príncipe de Gales, cosa que ella negó este martes con rotundidad, y que todos los oscuros episodios protagonizados por Kate Middleton (desde la operación enigmática a la enigmática recuperación de la cirugía, desde el Photoshop a la última aparición en una agrotienda de Windsor), todo tiene que ver con la constatación de la infidelidad de su marido. Ya sonó en 2019, y ahora volvemos a ello. Desde insidiosas teorías estrambóticas hasta el cachondeo explícito del presentador y humorista Stephen Colbert, al otro lado del Atlántico, que incluso bromea con la posibilidad de que los hijos de Rose sean de Guillermo y no del señor Rocksavage, «que no parece el nombre de un lord, sino de un músico de los Picapiedra».

Los matrimonios fueron amigos durante varios años. Eran vecinos y formaban un grupo que se hacían llamar los Turnip Toffs (los nabos), que no sé qué gracia tiene. Ellas eran miembros de la organización benéfica East Anglia Children’s Hospices y Rose incluso convenció a Kate para que fuera de incógnito a la rave del Houghton Festival. Pero en 2019 dejaron de ser amigas y Rose pasó a ser la «rural rival». Nunca más se verían, al menos en público. Pero sucede que la corte tiene estas cosas: el marqués de Cholmondeley, que hay que pronunciar Chumley, es quien llevó la corona en la ceremonia de entronización del rey Charles, y Lord Oliver, hijo de Rose, actuó como paje de honor, junto al príncipe George, hijo de Kate. Es decir: todo es un lío.

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