Opinión | Noticias del Antropoceno

'Aprovechar la jubilación para dejar de viajar', por Dionisio Escarabajal

Jubilados excursionistas disfrutan de un día en la playa.

Jubilados excursionistas disfrutan de un día en la playa. / DAVID REVENGA

Miro alrededor de mí estos días y solo alcanzo a oír un rumor de abejorros voladores, que proviene de un trasiego de jubilados haciendo planes a todas horas para aprovechar al máximo los viajes del IMSERSO, o los billetes de tren gratis o con grandes descuentos. Y, a continuación, cómo se enfrentan a una lista desbordante de destinos a los que tienen que ir sí o sí, obedeciendo a un imperativo vital que a mí me parece básicamente irracional y compulsivo. Es el impulso viajero del jubilado de buena salud y ánimo desbordante. Por mi parte, estoy descansando de una vida de viajante (no de viajero), que me obligó durante los últimos diez años a hacer la maleta semanalmente para ir a pescar clientes para mi nuevo proyecto empresarial, elaborado a partir de los restos del naufragio inmobiliario en el que devino el estallido de la burbuja.

Confieso que, ante el dinamismo e iniciatita ajena, me embarga una cierta envidia. Entiendo que alguien que se gasta diez mil euros en un gran viaje en pareja a un destino exótico no tiene mucha más opción que declarar a voz en grito su altísima satisfacción con la experiencia, avalada y expuesta en estos tiempos por una larga ristra de publicaciones fotográficas en actitudes debordantes de felicidad en su perfil de Instagram. Antes había que esperar a la proyección de las diapositivas, ya filtradas preferentemente. Ahora no hace falta, la diarrea de satisfacción precede a la vuelta del viajero y se imbrica con su experiencia y la tuya pasando reels.

Aparte de los consabidos viajes a Las Vegas, Miami, Chicago, Nueva York o Washington, la mejor de mis experiencias americanas fueron cinco días en New Orleans, apenas tres años después del huracán Katrina, cuyas devastadoras consecuencias se podían seguir viendo en las zonas desbordadas. Allí me topé con una experiencia casi mística asistiendo a un recital de soul de un coro de guardas forestales en un centro dedicado a la memoria de Louis Amstrong, vecino de de pro y egregio representante del soul del río. De momento estoy con mi propia lista de viajes exóticos . Os iré contando.

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