Noticias del Antropoceno

Israel dinamita la superioridad moral de Occidente

Dionisio Escarabajal

Dionisio Escarabajal

Lo que una vez empezó en Palestina, puede acabar fracasando precisamente en Palestina, solo que dos milenios más tarde. Y es que si hay un experimento moral digno de tal nombre en la Historia de la Humanidad es la construcción de una civilización poderosa fundamentada en altos principios morales.

Los orígenes de ese proyecto apasionante se remontan a una versión muy alterada de la religión judía, reformulada por Pablo de Tarso como doctrina de la salvación individual a partir de esos mimbres, por lo demás altamente primitivos. El judaísmo era, y sigue siendo en la actualidad, otra versión de una religión tribal en el que un Dios (en este caso con la osadía de proclamarse el Único) escoge a un pueblo no muy exitoso con exclusión del resto. El Dios de Abraham es un dios caciquil, violento en extremo y profundamente vengativo. Solo hay que ver las noticias de estos días para comprobar lo que se puede considerar como un comportamiento aceptable para sus principios morales en el único Estado cuya religión oficial es el judaísmo ancestral. Y ahora me tacharán de antisemita cuando solo juzgo lo que veo a tenor de unos propios principios morales mucho más exigentes que los suyos.

El problema del resto de Occidente, en el que por lo demás se encuadra el Estado de Israel, mal que nos pese ahora, es que las raíces del Humanismo Cristiano, la auténtica ideología y religión común de Occidente, se hunden en esa misma religión, adoptada por San Pablo como material narrativo y soporte suficiente para elaborar su doctrina de la redención humana, cuya característica más notable es la divinización del hombre, poniendo al individuo y a su alma inmortal a la altura de un dios.

Filosofías religiosas y políticas aparte, lo que está haciendo Israel en Palestina traspasa cualquier límite moral, y deja a los que proclamamos ese Humanismo Cristiano, individualista, liberal y profundamente compasivo a los pies de los caballos de todos los tiranos que han encontrado por fin un discurso coherente para atacar la doble moral de Occidente. 

El 8 de octubre yo fui el principal defensor del derecho de Israel a defenderse y contraatacar, incluso asumiendo una cierta desproporción de la reacción, debido a la vehemencia del momento. Ya no. Hasta aquí hemos llegado.

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