Noticias del Antropoceno

Las IA son meros esteroides para el mundo digital

Dionisio Escarabajal

Dionisio Escarabajal

Llevamos un año que para qué las prisas (como diría un castizo) con el tema de la Inteligencia Artificial. Que si van a desaparecer todos los puestos de trabajo de cuello blanco, después de que los robots hayan acabado con los de cuello azul en la industria, y entonces quién podrá pagar las facturas y los impuestos, entre otras predicciones apocalípticas.

La última voz de alarma ha surgido con la funcionalidad anunciada por OpenAI de hacer vídeos desde cero con personajes y ambientes realistas en base a un prompt, como se llaman a las solicitudes e instrucciones que emite el usuario de la aplicación mediante un texto. Ya sabíamos que se podían crear fotos, locuciones y escritura creativa con el mismo sistema. Solo faltaban los vídeos y animaciones y ya están aquí. Lo más interesante de la nueva funcionalidad es que va a hacer más verosímiles si cabe las falsificaciones de identidad. Si lo juntamos con las gafas de VR de Meta y las recientemente comercializadas de Apple con su Apple Visión, resulta que te podrás beneficiar a tu vecina de al lado, al menos virtualmente, sin que ella se entere.

La realidad es que, por lo que vamos descubriendo, las nuevas funcionalidades de las IA hasta el momento lo que hacen es potenciar las aplicaciones ya disponibles en el mercado y mejorar sus resultados. La escritura creativa ya estaba aquí por la progresiva sofisticación de las respuestas de Google a las preguntas de sus usuarios, aunque informalmente planteadas. Y también la comprensión del lenguaje hablado, que ha puesto esteroides a los asistentes personales como Alexa o Siri.

De momento se está produciendo un efecto colateral positivo del que hablé en este espacio hace semanas: la pérdida de credibilidad potencial de las fuentes amateurs que inundan las redes sociales hoy en día, con los haters, chatbots e influencers de toda laya y pelaje campando a sus anchas con la complicidad de una inmensa audiencia de crédulos (o llámalos cretinos, a tu gusto). 

Parece que por fin va a llegar la esperada hora en la que los ciudadanos se conformen con manipularse entre ellos mismos en los grupos cerrados de Whatsapp y Telegram, y dejen a los productores profesionales y validados de contenidos en sus webs corporativas contar la información seria y contrastada. 

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