Erre que erre (rock 'n' roll)

31.ª Cumbre Flamenca, Mercedes Luján

A la mujer con talento se le respeta, cuida y quiere por encima de patrones establecidos, y lo más importante, también se la promociona y produce, que, según al nivel que nos pongamos, es casi lo más importante para una trabajadora de la música

La guitarrista lorquina Mercedes Luján

La guitarrista lorquina Mercedes Luján / Solera Flamenca

Jutxa Ródenas

Jutxa Ródenas

Ver sobre un escenario a Mercedes Luján y pensar ‘ipso facto’ que estaba siendo uno de los momentos más bonitos de mi vida. La lindeza de sentir a tres mujeres en simbiosis musical sobre las tablas es la más sencilla de las cosas cuando detrás existe una cultura del esfuerzo casi perdida en esta sociedad, y cuando la sororidad se toma como concepto. Porque sí, porque cuando las féminas se admiran entre ellas, no hay oscuridad que nuble esa belleza; es la llama que enciende el amor que a ritmo de la más pura fraternidad cantan, tocan o interpretan. Si además añaden los luceros de los teatros un juego de focos y destellos que se atenúan al compás y hacen brillar un teatro de manera intensa, poco más puedes pedir. Igual hoy, es improcedente hablar de la belleza física que se alza airosa, los tiempos solo dan cabida a críticas conceptuales, pero si algo estoy aprendiendo, es que de flamenco se habla con el corazón, y el mío latió fuerte al escuchar la primera guajira que se marcó la de Lorca. Que me perdonen los clásicos por recordar a mí admirado Antonio Vega tocando por Paco de Lucía aquella tarde en Madrid.

Igual alguien no lo apreció, pero es digno de admiración ver acariciar una guitarra así a una persona que salió a tocar estando convaleciente de una caída y que en ningún momento arrugó el gesto como señal de dolor, aunque sí para hacer sonar una Nana de rosas. Fue ese instante de trance el elegido para mostrar la garra de una estirpe jerezana invitada a relucir. 

Señores, estoy escribiendo de la nieta del maestro Palmita, finalista de un Bordón Minero y nominada en los Grammys, qué les voy a contar que ya no sepan. Luján se guardó las ganas tímida, hasta hacer sonar una soleá infinita, fresca y pasional que, si Dios quiere, no dejará a nadie indiferente cuando la escuchen en un disco autoproducido que está por ver la luz próximamente.

Sonó El abanico, un tema que nos confesó ha sido bautizado por Alejandro Sanz. Y Mercedes, junto a Teresa Hernández (voz, guitarra) y la percusionista australiana Nasrin, resucitaron en posición triangular el cuadro Las tres gracias, pintado por Rubens. En esta obra, el maestro del barroco vincula a tres divinidades con el deseo, la belleza y la fecundidad. En este caso, ese enlace sustituyó los términos por el talento, el arte y el duende. Eso se tiene o no se tiene.

Ella lo tiene, ellas lo tienen, y si les quedaba algo por demostrar en un Teatro Bernal lleno hasta la bandera, se trajeron consigo una Matancera. Por si no lo saben, en ese lugar, Matanzas (Cuba), nació la rumba y, además de ser una ciudad que en 2004 me acogió (casi para dudar si quedarme a vivir), es la cuna a la que le corresponde el honor de haber tenido la formación con más número de cantantes en su discografía. Músicos de la talla de Dámaso Pérez Prado o Celia Cruz fueron parte de la formación más vieja del continente, dónde, además, también son flamencos. Porque lo que mejor sabe el flamenco, con perdón de los puristas, es fusionarse con todos los ritmos que laten a golpe de tacón, cadera y sudor.

Fructíferas fueron las noches en las que una niña acompañaba a su padre, que actuaba como maestro de ceremonias en el inmenso Festival de Cante Flamenco de Lo Ferro. Ojalá la industria tan fría, dura e interesada, le dé a esta compositora el lugar que por derecho se merece. Tal y como se lo ha dado (nos lo ha dado a muchas) esta Cumbre Flamenca que acontece, dónde ha quedado patente que a la mujer con talento se le respeta, cuida y quiere por encima de patrones establecidos, y lo más importante, también se la promociona y produce, que, según al nivel que nos pongamos, es casi lo más importante para una trabajadora de la música

La industria en este país tal vez no esté preparada para un Stendhal, pero ahí va, con gracia, firme y solemne. Por favor, escuchen todos a Mercedes Luján, y ya luego me agradecen el consejo.

Suscríbete para seguir leyendo