Normalizando un genocidio

Si normalizamos e interiorizamos como algo contra lo que no se puede luchar lo que está ocurriendo en Gaza, el ser humano como sociedad estará cometiendo un grave error

Destrucción en Gaza tras ataques del ejército de Israel

Destrucción en Gaza tras ataques del ejército de Israel / Mohammed Saber / EFE

Miguel H. Valverde

Miguel H. Valverde

La gente se volcó con el pueblo ucraniano a las primeras de cambio con la invasión de la Rusia de Putin en Ucrania. De pronto nos dio como un golpe de solidaridad que no tuvimos ni tenemos cuando el color de la piel de la víctima es oscuro tirando para negro. Dos años después, ya ni tan siquiera prestamos atención cuando Putin sigue arrasando y matando a personas que solo querían vivir en paz, más aún, ya no nos importa cómo les va a todas esas familias a las que les prestamos albergues, atenciones, habitaciones y colegios. Hasta las banderas azul y amarilla empiezan a brillar por su ausencia.

Ahora, con Israel y su genocidio, nos está empezando a ocurrir algo parecido. Algunos medios de comunicación ponen en portada que un futbolista francés puede terminar en el Real Madrid, o que la patronal agrícola saque una vez más sus majestuosos tractores a cortar las calles y autovías de este país, y solo aparecen noticias de lo que está ocurriendo en Gaza para contabilizar muertos y desplazados, y poco más.

¿Hemos normalizado que un país entre en otro a arrasar hospitales, que casi estamos inmunizados ante las imágenes de ver a niños y niñas muertos, mutilados o llorando por los pasillos en busca de respuestas y sus padres? Me temo que sí.

La comunidad internacional está demostrando que su capacidad de parar un genocidio está limitada, y estoy convencido de que si mañana Estados Unidos es capaz de obligar a Israel a parar esta masacre, muchos verán normal que Netanyahu no solo no se siente ante un tribunal para ser juzgado por crímenes de guerra, sino que a nadie extrañe que sea recibido en algunos países con honores de jefe de Estado.

Lo peor de todo es que incluso no sería extraño que alguna Comunidad Autónoma, o una capital, pongamos que hablo de Madrid, como decía Sabina en una de sus míticas canciones, termine entregando el día de mañana la llave de la ciudad al mismísimo Netanyahu o dándole la medalla de oro de la comunidad.

Normalizar lo excepcional es lo peor que podríamos hacer, y este país es muy propenso a eso. Nuestra historia y las hemerotecas están llenas de ejemplos. Hemos normalizado la corrupción política, muchos siguen pensando que si un político ha sido pillado con las manos en la masa, robando dinero público, es tonto. Incluso hemos normalizado la mentira, los insultos y las humillaciones.

Por normalizar, hemos normalizado hasta que estemos en febrero con más de veinte grados cada día, y no aquí en el levante, sino que hasta en el País Vasco o Cantabria llevan viviendo una primavera casi eterna, a la espera de que llegue el infierno, perdón, quise decir el verano.

Si normalizamos e interiorizamos como algo contra lo que no se puede luchar lo que está ocurriendo en Gaza, el ser humano como sociedad estará cometiendo un grave error, y nosotros como españoles estaremos transmitiendo a nuestras futuras generaciones que todo vale.

Esto no va de ser antisemita, cometeríamos un grave error si nos olvidamos que esto va de genocidio.

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