La balanza inmóvil

Tira y afloja

El prófugo se ha dado cuenta de que la jugada consiste en volver a España, detenerlo, ir a la cárcel, juzgarlo, condenarlo, y después, si acaso, indultarlo condicionado a su renuncia a lo que siempre ha dicho (y de lo que vive), que es intentar nuevamente una independencia unilateral para Cataluña

Carles Puigdemont

Carles Puigdemont / EFE

Joaquín Ángel de Domingo Martínez

Joaquín Ángel de Domingo Martínez

Últimamente en este país, que como diría Miguel Hernández, es «sotánico y satánico», el tira y afloja de sus políticos está a la orden del día. De eso nos aprovechamos todos los que de una manera u otra accedemos a los medios de comunicación, porque así siempre tenemos algo que comentar. Desde luego, mucho mejor que lo que hacía ese afortunadamente extinto programa televisivo de cotilleo, que disfrutaba con los cuernos ajenos o explotaba hasta el infinito cualquier desgracia, incluida la muerte. Ahora son las negociaciones, ofrecimientos y despropósitos también de los gobernantes lo que nos tienen en vilo. Al fatídico martes en que Puigdemont dio calabazas a Sánchez, mandándolo al rincón de pensar -al que, por cierto, se le mudó en el mismo hemiciclo la cara, bajo la avisadora mirada de Junts y el regocijo de otros-, le han seguido diversas ofertas por parte del castigado al castigador. En realidad, las dos más resonantes parten de los partidos mayoritarios. Sánchez ofrece recortar los plazos de instrucción penal para que le diga sí a la ley de amnistía. Por su parte, Feijóo aún no se sabe si le llegó a ofrecer o no un indulto, si lo votaba como presidente. Ya les anticipo, bajo el riesgo de tragarme estas letras a palo seco, que ninguna de ellas sería aceptada en su caso por el prófugo, que es cualquier cosa menos tonto, y no se la cuelan así como así.

La propuesta de Sánchez no dejaría a Puigdemont libre de toda responsabilidad penal, porque los procedimientos seguirían adelante, y si hay que acelerar, se acelera, y se le sienta en el banquillo de los acusados, que, por cierto, ya va siendo hora. Eso en cuanto a un interés particular, pero es que no se puede olvidar que si se aprobara ese recorte en los plazos para la instrucción de las causas penales, los beneficiados serían muchísimos potenciales delincuentes. 

La experiencia ha demostrado que fijar un plazo para finalizar la investigación de un delito, la mayoría de las veces, lleva a la impunidad, bien sea por la complejidad del asunto o bien sea por el atasco que padece el juzgado respectivo. Se podría prorrogar el plazo si las partes lo piden o el juez de oficio lo acuerda, pero hay tantos asuntos qué puede ser (y, de hecho, sucede en la realidad) que se pase el plazo sin prorrogarlo, y la impunidad para el imputado triunfa. Es verdad que existen unas denominadas ‘diligencias rezagadas’ que permitirían seguir con la instrucción del caso, pero pocas veces se dan, y el resultado casi siempre es el archivo del procedimiento criminal. Si encima lo que se pretende ahora es que no quepe ni siquiera la posibilidad de prorrogar el plazo, se van a ir de rositas, insisto, muchísimos potenciales delincuentes. Lo curioso (y desgraciadamente lo normal ya) es que esa propuesta que ahora se hace por Sánchez, con anterioridad fue mal vista por el mismo. Estoy hablando del famoso artículo 324 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que en el año 2015 el PP aprobó para que el plazo de instrucción fuera de seis meses prorrogables a dieciocho, si el asunto era complejo. Después, el PSOE lo modificó, estableciendo el plazo en un año, con la posibilidad de ser prorrogado en cualquier caso. Por eso es sumamente extraño (o no) que ahora lo que quiera es establecer un plazo improrrogable para investigar cualquier delito, incluido los de terrorismo.

La propuesta del PP a Junts, negada por Feijóo, dicen que era de un indulto con condiciones. Lo cual evidentemente, y a la vista está, no triunfó, pues no fue investido presidente. En cualquier caso, el prófugo imagino que se ha dado cuenta de que la jugada consiste en volver a España, detenerlo, ir a la cárcel, juzgarlo, condenarlo, y después, si acaso, indultarlo condicionado a su renuncia a lo que siempre ha dicho (y de lo que vive), que es intentar nuevamente una independencia unilateral para Cataluña. Ello, evidentemente, no le conviene, pues él lo que quiere es una amnistía para ser libre del todo, al igual que sus aliados y copartícipes en sus fechorías. Pero a esas pretensiones el PP le dice que ni hablar de su flequillo, porque como dice Fernando Savater en su artículo Aterroriza como puedas: «Llamar terrorismo a los disturbios separatistas en Cataluña, voluntariamente respaldados por Putin, tiene más fundamento que muchas recetas de Arguiñano».

En fin, que los tira y afloja no están por ahora dando resultados, lo que puede llevar a unas elecciones generales en el verano. Si no, al tiempo.

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