Pintando al fresco

Leer libros

Esculpen a las personas, les liman unas protuberancias malas, les hacen brotar ideas en sus cerebros que nunca se les hubieran ocurrido

Una persona curiosea los libros de la sección juvenil del Fnac.

Una persona curiosea los libros de la sección juvenil del Fnac. / ZOWY VOETEN

Enrique Nieto

Enrique Nieto

En los últimos años, los lectores en España han crecido un 5%, aunque todavía queda un tercio de hombres y mujeres en nuestro país que no abre un libro. En Murcia, parece ser que se lee poco, al menos comparando con los demás españoles. Según señalaba este periódico el jueves, somos los quintos por la cola en hábitos de lectura y hay mucha gente que no abre un libro desde que fue al colegio. Hoy me gustaría hacer aquí un poco de agitación y propaganda de lo que pueden significar en la vida de las personas esos ‘Infinitos en un junco’, como los llamó Irene Vallejo

Y aquí va lo mío. El que suscribe comenzó a leer libros cuando tenía 11 años. En un edificio aparte del complejo al que pertenecía mi colegio y gestionado por las mismas monjas que nos daban clase (sí, yo fui a un colegio de monjas, ¿pasa algo?) había una pequeña biblioteca con los libros encerrados en armarios que, tristemente, se solían abrir poco (lo del índice bajo de lectura viene de atrás, como ven). Allí fue donde descubrí mis primeros libros, por cierto, todos bajo la tutela de un señor que, mirándote el bigotillo, si lo hubiere, aceptaba o no tu petición de un libro dependiendo de su consideración sobre si tu edad era apta para leerlo, o si era para ‘mayores con reparos’, o ‘sumamente peligroso’ para tu alma y quizás para alguna otra parte de tu cuerpo que no nombraré aquí.

Y así, deslumbrado por aquellas historias sobre papel, me leí todos los libros que aquel señor consideró aptos para mi edad y formación, es decir, Julio Verne, Cervantes (‘adaptado’, es decir, censurado), Emilio Salgari, y libros clásicos, como La Odisea, La Eneida, La Ilíada, etc. Desde entonces hasta hoy mismo, nunca, oiga usted, nunca he dejado de leer. Siempre alterno publicaciones actuales con cosas más antiguas que compro en los sitios ‘de viejo’. Ahora estoy leyendo uno de Norman Mailer que se llama Noches de la Antigüedad, que es como Las mil y una noches, pero en Egipto, o un libro del reciente premio Cervantes, Luis Mateo Díez, El expediente del náufrago, que está escrito de un modo admirable. He terminado el último de mi paisano y amigo Arturo Pérez Reverte, El problema final, que me ha gustado menos que el anterior, El italiano, pero que me ha entretenido, como siempre. También suelo leer ensayo y poesía. Ahora estoy con una Historia de la Lengua Inglesa escrita por dos americanos que me recuerda viejos tiempos de estudio, y que a veces todavía me hace tratar de memorizar algunas evoluciones del lenguaje. 

Si comencé a los 11 años y ahora tengo un montón más (perdonen que no les diga mi edad, pero es que he perdido la cuenta) y nunca he dejado de leer, me pregunto yo cuántos miles de libros habré leído. En mi casa tengo muchos, muchísimos, y eso que en algún momento he donado lotes, pero todavía siguen entrando y menos mal que tengo una casa grande porque si no estaríamos durmiendo en la calle porque los libros nos habrían echado de nuestro hogar.

Pero, oiga, sin bromas, los libros esculpen a las personas, les liman unas protuberancias malas, les hacen brotar ideas en sus cerebros que nunca se les hubieran ocurrido si ese escritor, ese filósofo, aquel poeta no se lo hubiera susurrado en el oído a través de los ojos. En un libro, una obra de teatro, un padre le dice a un hijo al despedirlo porque se va de casa a estudiar: ‘Ni prestes ni pidas prestado’ En otro, una chica dice: ‘No puedo volver al pasado porque entonces era distinta’ Y miren qué frase tan bonita de un libro de Carlos Ruiz Zafón: ‘Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien baja sus ojos a las páginas de un libro, su espíritu se fortalece’. ¿A que mola?  

Una vez escuché a un hombre de más de cincuenta años decirle a su profesora de Lengua de COU: ‘Tú me descubriste la lectura y ya me quedé enganchado para siempre’. Quizás en esta frase esté la clave de cómo conseguir subir en esa escala de lectores.