Cartagena D.F.

Desafiando el oleaje

Nuestros muelles llevan años siendo un ejemplo de buena gestión y hasta de superación, creciendo sin alharacas, de forma constante y consolidando las nuevas líneas de negocio que se van sumando a las excelentes estadísticas que lo han convertido y lo mantienen como el puerto más rentable del país

Puerto de Cartagena

Puerto de Cartagena / Iván Urquízar / LMU

Andrés Torres

Andrés Torres

La web oficial de la Autoridad Portuaria de Cartagena sigue mostrando vacío el hueco reservado para el presidente de su Consejo de Administración cuando, precisamente, se acaba de cumplir un año desde la dimisión de Yolanda Muñoz, provocada por causas judiciales que siguen abiertas y a las que han llamado a nuevos testigos, sin que se hayan adoptado resoluciones más reseñables, de momento. El lejano eco de la hemeroteca trae a la memoria las palabras del presidente de la Comunidad, Fernando López Miras, que, en los primeros días de febrero de 2023, anunció que su Gobierno ya tenía decidido el sustituto de Muñoz y que el relevo se produciría ‘pronto’. Doce meses después, el Puerto de Cartagena sigue navegando sin capitán, aunque su vicepresidente y vocal de la CROEM, Pedro Pablo Hernández, ejerce este papel en el puente de mando.

Esta supuesta falta de liderazgo no es el único obstáculo que superar para la institución portuaria cartagenera. Las lamentables comunicaciones ferroviarias que castigan a todos los ciudadanos de nuestra Región y, de modo especial, a Cartagena, también suponen un gran lastre para el movimiento de mercancías por los muelles de Escombreras y de San Pedro.

A estos dos factores negativos hay que sumar el descenso generalizado del tráfico portuario en Europa ante el entorno internacional inestable marcado por la guerra en Ucrania y los ataques a buques en el Mar Rojo.

Son varios y notables los elementos que podrían esgrimirse como excusa o escudo ante una supuesta caída en el movimiento de mercancías en el Puerto de Cartagena, pero nada más lejos de la realidad. Nuestros muelles llevan años siendo un ejemplo de buena gestión y hasta de superación, creciendo sin alharacas, de forma constante y consolidando las nuevas líneas de negocio que se van sumando a las excelentes estadísticas que lo han convertido y lo mantienen como el puerto más rentable del país.

Podría perderlos con cifras y porcentajes, pero las pueden consultar en los diarios de esta semana. Prefiero contarle mis impresiones y remontarme unos cuantos años atrás, a los tiempos no tan lejanos en los que era presidente de la institución Adrián Ángel Viudes. Su mandato comenzó con el proyecto de lo que se denominó el ‘superpuerto’, que no era otra cosa que la ampliación de la dársena de Escombreras para que, entre otras cosas, pudieran descargar crudo dos petroleros a la vez. La ambiciosa infraestructura salió adelante y cobró vida hasta el punto de ser decisiva para que Repsol que, según admitió el propio Brufau, barajó cerrar su refinería de Cartagena, optara por todo lo contrario, y le inyectó al complejo del valle de Escombreras la mayor inversión industrial en la historia de España, de más de 3.200 millones de euros, en los peores años de la crisis económica.

Un breve inciso. En un principio, el proyecto de ampliación de la dársena de Escombreras se presentó vinculado a la regeneración de la bahía de Portmán, cuyos estériles se destinarían para rellenar los enormes cajones que se usaran para crear las explanadas de los nuevos muelles. Pronto, los responsables portuarios se percataron de que unir ambas iniciativas eternizaría o impediría llevar a cabo la ampliación, debido a las continuas y numerosas trabas ambientales, por más que Viudes se empeñaba en sostener que dichos cajones estarían perfectamente sellados y los estériles no supondrían ningún problema. El ‘superpuerto’ se dio por finalizado en 2011 y fue un revulsivo para la Autoridad Portuaria, ya que lo ha situado como líder nacional en el tráfico de graneles líquidos y lo ha llevado al cuarto puesto que ocupa en el ránking español de puertos que más toneladas mueven al año. Mientras tanto, los vecinos de Portmán y las Administraciones siguen, a día de hoy, discutiendo sobre el destino de los estériles y el futuro de la bahía.

La fortaleza del Puerto de Cartagena se impuso incluso a la pandemia, al cerrar 2020 con una pérdida de apenas un 3%, muy por debajo de casi el 9% que cayeron el resto de puertos.

Recuerdo que, cuando se batía el récord de tráfico portuario año tras año en Cartagena, Viudes advertía de que estábamos en el límite del crecimiento. Por eso, ya en 2003, se empezó a hablar de la gran terminal de contenedores de El Gorguel. Entonces, el movimiento de mercancías rondaba los 30 millones de toneladas. Ahora ya se han superado los 37 millones y los actuales gestores continúan advirtiendo de que es necesario acometer la terminal de Barlomar en Escombreras y El Gorguel, estancado en denuncias ambientales y burocracias. Por si acaso, que se echen a temblar en Algeciras, Barcelona y Valencia, los únicos tres destinos donde nos superan. Y eso que vamos «desafiando el oleaje sin timón ni timonel», como escribió Sabina.

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