Erre que erre (rock n roll)

Aloha desde Hawái

Se cumplen hoy 51 años del excéntrico y majestuoso concierto que Elvis Presley emitió vía satélite para toda la galaxia, Aloha from Hawaii, y cuyos beneficios obtenidos fueron destinados a la investigación para la lucha contra el cáncer

Elvis Presley durante su concierto 'Aloha From Hawaii', 1973

Elvis Presley durante su concierto 'Aloha From Hawaii', 1973 / EFE

Jutxa Ródenas

Jutxa Ródenas

Se nos está olvidando por completo el formidable gesto de agradecer. Tal vez sucede que nos creemos pertrechados por todas las virtudes y, en demasiadas ocasiones, pasamos por alto la más importante de todas. Las carencias insanas pueden perfectamente ser un marcador que asegure nuestra supervivencia, eso no es discutible, aunque estoy convencida de que, también, dominan expectativas. ¿Tanto nos cuesta decir gracias?

Posiblemente estemos acostumbrando a futuras generaciones a eso de que tener todo por nada es muy sencillo, sin medir la magnitud del peligro que conlleva tener todo a cambio de casi nada en las relaciones sociales, en la política e incluso en el amor, sobre todo en el amor. Bastaría con una revolución individual honesta y sin más doctrina que la de tratar al prójimo como queremos ser tratados o mirar como nos gustaría ser mirados. Entendiendo que la política, como el mencionado amor, es saber gestionar, defender posturas, por muy distintas que sean a las del otro y, sobre todo, saber ceder. Cuando estas características vitales para su mantenimiento se pierden, ambos conceptos pueden tornar a indeseables, aunque el primero venga con ese hándicap de serie.

Anoche, durante mi última guardia hasta nuevo contrato (en lo que llevamos de año es el segundo), un compañero me mostró la definición de una palabra desconocida para mí: ‘ho oponopono’, así como suena. Tratábamos a un paciente algo complicado que, tras un extenso letargo, debido a una vida descuidada, deambulaba entre la quiebra ministerial por la amnistía, que más que a indulto ya suena a pornografía, y mostraba hacia nuestros cuidados una gratitud inerte, a pesar de haber agarrado su mano fuertemente y no dejarlo caer. Todo es poco para el ambicioso.

La palabra que aprendí es un mantra de origen hawaiano que, resumiendo, ayudaría a solventar más de dos o tres problemas de este primer mundo. Lo siento, perdóname, gracias y te amo, como concepto infinito a la liberación. Cuatro palabras resumidas en una, que abarcarían la energía necesaria para sanar la animadversión y quedar de lujo ante quien nos tiende su inestimable apoyo.

Qué agudeza la de Elvis Presley cuando decidió hacer de ese mantra algo suyo. Se cumplen hoy 51 años del excéntrico, innovador y majestuoso concierto que el de Memphis emitió vía satélite para toda la galaxia, Aloha from Hawaii. Poco se habla de que los beneficios obtenidos con dicha producción fueron destinados a la investigación para la lucha contra el cáncer que lidiaba Kui Lee Cancer Fund. 

1.500 millones de personas desde 36 países pudieron, simultáneamente, entonar el mantra antes mencionado y agradecer la vastedad de lo que significó ese hito, su mensaje, su ayuda a la investigación médica y esas canciones que aún perduran y estoy convencida de que lo harán para la posteridad.

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