El retrovisor

Altos vuelos

Las aspiraciones a un aeropuerto murciano, en aquellos años en que la aviación no había sido puesta al servicio de los intereses agrícolas, fue una clara manifestación de la visión de futuro de los hombres de una región que precisaba ágiles medios de comunicación

Inauguración solemne del servicio de aerotaxis en el aeródromo de Alcantarilla (1948)

Inauguración solemne del servicio de aerotaxis en el aeródromo de Alcantarilla (1948) / Archivo TLM

Miguel López-Guzmán

Miguel López-Guzmán

Rememoraba el otro día en redes sociales, en brillante crónica, mi buen amigo Alberto Castillo Baños el primer vuelo del autogiro, invento del ingeniero murciano Juan de la Cierva, ocurrido sobre los cielos de Madrid el 9 de enero de 1923, hecho transcendente dado que el autogiro fue un paso imprescindible para el desarrollo posterior del helicóptero.

Las aspiraciones a un aeropuerto murciano, en aquellos años en que la aviación no había sido puesta al servicio de los intereses agrícolas, fue una clara manifestación de la visión de futuro de los hombres de una región que precisaba ágiles medios de comunicación, especialmente para sus productos perecederos.

Las intenciones de vuelo de nuestra región no son nuevas. Fue en un banquete - homenaje ofrecido por la Cámara de Comercio murciana al ilustre ingeniero, en 1935, cuando el mismísimo Juan de la Cierva lanzó la idea de construir en Murcia un aeródromo, sin duda por las condiciones climáticas y meteorológicas que ofrecía la región, así como por el entusiasmo regional por la aviación desde sus inicios en España y del que De la Cierva significaba su máximo exponente, junto con las instalaciones para hidroaviones que se levantaban a orillas del Mar Menor.

Los responsables de la Cámara de Comercio tomaron buena nota de la idea y tras la Guerra Civil, en febrero de 1947, se crea una comisión para la construcción del aeropuerto comercial (término sustitutivo de aeródromo, acuñado por el entonces presidente del organismo cameral, Adrián Viudes Guirao) en el que intervenían la Diputación Provincial, Ayuntamiento de Murcia, Cámara de Comercio, Cámara de la Propiedad Urbana, Cámara Agrícola y la extinta Delegación de Sindicatos entre otras instituciones oficiales. 

Tal fue el interés por el proyecto que en ocho días quedó confeccionado el anteproyecto del mismo, marchando la comisión a Madrid para hacer entrega del mismo al ministerio del ramo. El presupuesto estimativo para la construcción del aeropuerto Cierva Codorníu, en un principio de una sola pista, ascendía a seis millones sesenta y un mil doscientas veinte pesetas con cuarenta céntimos de la época.

Debido a las gestiones de la Cámara de Comercio de Murcia, el 14 de febrero del citado año se celebró solemnemente la inauguración de una línea de aerotaxis que ponía a Murcia en comunicación con el resto de la Península y a esta con otros países extranjeros. 

No obstante, las fuerzas comerciales aspiraban a mucho más, deseando que a este aeropuerto llegaran aparatos de gran tonelaje, para que en ellos pudieran ser transportados los frutos y productos hortícolas de nuestra huerta.

A este fin, la Cámara de Comercio lanzó la idea de construir un aeropuerto con pistas capaces de resistir el peso de las entonces denominadas ‘enormes naves aéreas’, que pudieran transportar hasta 12 toneladas de mercancías.

En 1948 fue creada la comisión técnico-mixta del ‘Aeropuerto Cierva Codorníu’, siendo nombrado director de las obras y autor de planos para su construcción en Alcantarilla, el teniente coronel del entonces Ministerio del Aire, Federico Moreña Echevarría, terrenos que fueron inspeccionados en 1949 por el general González Gallarza, en aquellos días ministro del Aire, al tiempo que la Diputación de Alicante entregaba sus terrenos para la construcción del aeropuerto en El Altet, alegando el ministerio dificultades técnicas para el aeropuerto de Murcia en Alcantarilla, quedando estos terrenos, eso sí, para uso estrictamente militar, retrasando con ello el despegue de las aspiraciones murcianas para un aeropuerto comercial que vería la luz muchos años más tarde en Corvera.

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