Crónicas de Titirimurcia

La nueva inmovilidad

Estamos manteniendo un auténtico ejército de políticos, funcionarios y asesores que nos cuestan la mitad de lo que ganamos las personas que trabajamos y que, supuestamente, deberían dedicarse a construir una vida mejor y más fácil para quiénes los mantenemos

Fotografía de archivo de las obras en Díez de Revenga

Fotografía de archivo de las obras en Díez de Revenga / Juan Carlos Caval

Antonio López

Antonio López

Esta mañana he cogido el coche para dar una vuelta por Murcia, hacía tiempo que no andaba por el centro, y descubrir las obras de la supuesta movilidad ha resultado ser toda una experiencia.

Llegar desde Ronda de Levante a Ronda Norte, atravesando las plazas de Juan XXIII, Circular y Diez de Revenga ha sido toda una odisea; la reducción de carriles para coches, la ampliación de carriles bus, taxi y bicicletas, junto al ensanche de aceras en zonas escasamente comerciales y la creación de algunos parterres con arbolitos en el medio de algunas de esas avenidas complican seriamente la circulación por esas calles. En un trayecto de unos quinientos metros aproximadamente, tardé unos cuarenta minutos, incluyendo tres paradas por el paso de tranvías, sorprendentemente vacíos, unos veinticinco semáforos con importantes retenciones y una acumulación de autobuses durante todo el trayecto que a pesar de tener su propio carril para circular invaden continuamente el de los coches. En un momento que necesité detenerme en Ronda Norte, a la altura de Santa María de Gracia, me resultó imposible por la desaparición de las plazas de aparcamiento que había en ambos lados de la avenida en toda su extensión. Necesité llegar al final, frente al edificio de La Opinión, para aparcar unos minutos.

A continuación, me dirigí cruzando San Antón para llegar hasta el comienzo de la autovía, donde ya se están preparando nuevas obras, con la intención de llegar hasta el Mercado de Verónicas. Esta vez tardé unos escasos diez minutos, en un trayecto similar al anterior, pero en este caso sin obras de movilidad, ¡qué paradoja! una vez en el mercado tuve que dejar el coche en el parking ante la imposibilidad de aparcar en la calle, pagando a dos euros con veinte céntimos la hora, un precio más que abusivo, ¿imaginan trabajar en esa zona y tener que pagar a diario?

Seguí mi recorrido urbano y pasé por la Gran Vía, por Teniente Flomesta, Vistabella hasta llegar al Auditorio, donde cogí la avenida Primero de Mayo hasta llegar a las Atalayas. Durante estas últimas calles se repite el mismo planteamiento: dos carriles para bicicletas, dos carriles bus y en el medio un carril para coches, además de cambios en el sentido de dirección inesperados, desaparición total de espacios donde aparcar y colas interminables en el carril de automóviles, mientras que los nuevos carriles de autobuses y bicicletas absolutamente vacíos, salvo en momentos puntuales donde se produce tal acumulación de autobuses que resulta incómodo y peligroso circular entre dos mamotretos de dieciséis metros, uno a cada lado de tu pequeño utilitario.

Es evidente que este invento se ha creado para joder la vida a los habitantes de Murcia y para que mucha gente gane dinero, no encuentro otro motivo que lo justifique.

A las doce de la mañana no había gente en las calles más comerciales de la ciudad. El Mercado de Verónicas daba pena: menos de veinte personas comprando, los repartidores desesperados, los dueños de las pequeñas tiendas al borde de la ruina, bares y terrazas, en fase de desaparición por orden municipal, completamente vacíos y una tristeza generalizada en el ambiente que refleja claramente lo que está sucediendo.

Yo ya no entiendo nada, estamos manteniendo un auténtico ejército de políticos, funcionarios y asesores que nos cuestan la mitad de lo que ganamos las personas que trabajamos, y que, supuestamente, deberían dedicarse a construir una vida mejor y más fácil para quiénes los mantenemos. Pues no, aunque parezca mentira, toda esa gente se dedica a jodernos la vida con leyes, prohibiciones, impuestos y cuanto les pasa por la cabeza, me importa poco el nombre del partido y su color, todos hacen lo mismo, asegurarse su futuro e hipotecar el nuestro.

Piensan que somos idiotas y nos tratan como si lo fuésemos, y lo terrible de todo esto, es que seguramente lo somos.

Mientras tanto, ahí van a quedar unas obras absurdas, innecesarias y caras, muy caras. El Ayuntamiento ha incrementado la deuda de los murcianos en otros cuarenta millones de euros ¿por qué?, ¿para qué?, ¿para quién?

Murcia está condenada, todas estas ideas geniales están acabando con el pequeño comercio, la gente se va a las grandes superficies y con ellos la riqueza, el trabajo y el futuro de los murcianos.

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