Gárgolas
Fascistas del tercer milenio
Aparentan que no lo son, pero entre trifulcas de hermanos, emerge, con la piel cambiante, la notoria anatomía de la serpiente
![Giorgia Meloni, presidenta del Consejo de Ministros de Italia](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/37487e04-9abf-41b0-8390-6093fcbaec46_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.jpg)
Giorgia Meloni, presidenta del Consejo de Ministros de Italia / EFE
Josep Maria Fonalleras
No son nuevas las congregaciones de la Via Acca Larenzia, en el barrio de Tuscolano, cerca de la Appia Antica, en la Roma periférica. Se reúnen desde hace años nostálgicos de las camisas negras y nuevas generaciones («fascistas del tercer milenio») para conmemorar la muerte de dos militantes del Fronte della Gioventù, el 7 de enero de 1978, y de otro joven fascista, horas después, en los enfrentamientos con la policía.
Es una ceremonia ante la antigua sede del Movimento Sociale Italiano (MSI), los herederos de Mussolini que se fueron adaptando a la legalidad hasta llegar al Gobierno en coalición con Berlusconi cuando Fini lideró la nueva versión, matizada, del fascismo, la de Alleanza Nazionale. Una ceremonia que cuenta con todos los ingredientes de la extrema derecha, desde la cruz celta al saludo romano, con un exultante «¡presente!» repetido tres veces, al unísono, por un millar de militantes con camisas negras en recordatorio de esos jóvenes muertos.
No es nuevo, este aquelarre. Se lleva a cabo desde hace años y más de una vez ha participado la propia Giorgia Meloni, ahora al frente del Gobierno y, en su momento, líder de los radicales que se conformaron, con perspectiva electoral, en torno a Fratelli d’Italia. Con los mismos simbolismos que los antecesores, el de la llama tricolor, por ejemplo, imagen preclara del fascismo, con la misma grandilocuencia y los mismos ritos, lo cierto es que, a medida que se han acercado al poder, los grupúsculos se han convertido en aparatos de partido y las bravatas inflamadas se han maquillado. Este 7 de enero de 2024, los fascistas han vuelto a Acca Larenzia a partir de la convocatoria del Blocco Studentesco, la rama juvenil de CasaPound. Se pueden comprobar dos cosas: la primera es que se trata de la primera vez con la extrema derecha en el Gobierno, un detalle que ha atizado la polémica; la segunda, la percepción de que la uniformidad paramilitar genera temor hacia un fascismo, como han dicho los propios organizadores, «que no ha sido vencido, sino que se ha rejuvenecido».
En el proceso evolutivo hacia posiciones en apariencia más moderadas, comentarios como el de Ignazio La Russa, presidente del Parlamento, son significativos. Ha dicho que no era necesario ir a determinadas concentraciones, pero que levantar el brazo al modo fascista, en el entorno de un homenaje particular a unos compañeros difuntos, no debe ser entendido como una apología, sino como una conmemoración privada.
Aparentan que no lo son, pero entre trifulcas de hermanos, emerge, con la piel cambiante, la notoria anatomía de la serpiente.
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