Tribuna Libre

Volviendo a Napoleón

La controversia sobre la figura de Napoleón ha vuelto a plantearse nuevamente con motivo del reciente doscientos aniversario de su muerte. ¿Genio en estrategia militar tras la victoria en Toulon sobre la armada inglesa, o déspota autoritario como resumió Chateaubriand?

'Napoleón cruzando los Alpes', de Jacques-Louis David (imagen facilitada por el Museo del Palacio de Versalles)

'Napoleón cruzando los Alpes', de Jacques-Louis David (imagen facilitada por el Museo del Palacio de Versalles) / EFE

Alejandro Mañes

La reciente película de Ridley Scott, Napoleón, pone de actualidad el personaje sin duda atractivo, cuyos pasos seguí desde el Hôtel des Invalides, en París, donde sus restos reposan, visitando la isla de Elba en Italia, donde fue desterrado, sin alcanzar a llegar a Santa Elena, como hubiera sido mi propósito, donde acabó sus días tras volver a ser desterrado, pasada la derrota en Waterloo, 1815, que se recuerda en Londres dando el nombre de la citada batalla a una estación de ferrocarril. Su figura resulta paradigmática, pues, tras la Revolución Francesa de 1789, que acababa, inicialmente con los Borbones, al ser Luis XVI ejecutado, hasta el regreso de la restauración borbónica, con Luis XVIII, en 1815, Napoleón vino a coronarse emperador, en 1804, justo un año antes de la victoria en Austerlitz, que los franceses conmemoran igualmente dando su nombre a una estación ferroviaria en París.

Incluso Mark Knopfler, líder que fuera de Dire Straits, grupo al que perteneció durante más de una década, prestó atención a la figura de Napoleón, cuando, al dejar el grupo e iniciar su carrera en solitario, grabó al año siguiente Golden heart, corazón dorado, que incluía la titulada como Done with Bonaparte (’Cumplido con Bonaparte’), que narraba las desventuras de un supuesto soldado francés, que, a sus órdenes las padecía, bajo los cielos de España y en las arenas de Egipto.

La controversia sobre su figura, ha vuelto a plantearse nuevamente con motivo del reciente doscientos aniversario de su muerte, 1821. ¿Genio en estrategia militar tras la victoria en Toulon sobre la armada inglesa, o déspota autoritario como resumió Chateaubriand? 

La Revolución Francesa llegó así a estar cuestionada por la labor de quien figuró como su valedor, con apoyo de sectores populares, pero también de la alta burguesía, atemorizada ante los desmanes cometidos durante los años del ominoso reinado del terror, 1793 y 1794, encabezado por Robespierre, que sería también ejecutado.

La derrota de Napoleón en Waterloo, tras querer enfrentarse con media Europa, desde España hasta Rusia, aún con el loable propósito de adecuar el modelo salido de la Revolución Francesa a otras realidades sociales, significó también el desengaño revolucionario, tras imponerse la Restauración Borbónica, 1815 hasta 1830, intentando volver al Antiguo Régimen.

Su visión unitarista de Europa se encontró con las peculiaridades nacionales, que se enfrentaron a la uniformidad de la égida imperialista del entronizado Emperador de Francia. La historia todavía no se ha puesto de acuerdo sobre su personalidad, que escritores relevantes ensalzaron en otros tiempos, y así sus cenizas acabaron depositadas, en 1840, en el Hôtel des Invalides, fundado hacía más de dos siglos por el Rey Sol, Luis XIV.

Volviendo a Knopfler, en Done with Bonaparte el mortificado soldado francés recuerda en un par de estrofas el infierno vivido bajo las órdenes de Napoleón, y los millones de muertes entre las trincheras, y suspira al regresar a Francia para que estas guerras acabaran con todas las guerras, mientras continuaban los sueños del Emperador por los cielos españoles.

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