Geopolítica

Taiwán, elecciones cruciales

El regreso de la geopolítica ha abierto un abismo entre Washington y Pekín, en el que Taiwán asoma como la tabla de salvación de uno u otro en un juego de suma cero

El presidente de China, Xi Jinping, junto al presidente de EEUU, Joe Biden.

El presidente de China, Xi Jinping, junto al presidente de EEUU, Joe Biden. / Europa Press

Georgina Higueras

Las elecciones que celebra Taiwán el 13 de enero no solo son fundamentales para su futuro, sino también para la estabilidad en el estrecho que la separa de la República Popular China y por ende para la paz mundial. Estos comicios planean sobre el escenario en que se debaten las relaciones entre Pekín y Washington y sus opciones de enfrentamiento o coexistencia. Oficialmente, ni China ni Estados Unidos votan, pero ninguno oculta sus preferencias ni las consecuencias que tendrán las urnas.

Parte como favorito el vicepresidente Lai Ching-te, del gobernante Partido Democrático Progresista (PDP). El fracaso de la oposición para presentar un candidato único facilita el camino del candidato independentista y agrava la volátil situación del estrecho. El Partido Nacionalista Chino (KMT) y el Partido Popular de Taiwán (PPT), cercanos a Pekín, respetan el llamado Consenso de 1992 entre China y Taiwán, según el cual hay «una sola China» y dos interpretaciones de esta. El PDP lo rechaza.

La guerra de Ucrania ha afianzado en el liderazgo comunista el convencimiento de que EEUU «utiliza Taiwán como un peón para frenar a China». De ahí, que el eventual triunfo de los independentistas sea visto como la antesala de un conflicto mayor, que podría desatarse de forma accidental o si se cruzan las líneas rojas sobre la soberanía de la isla. 

El regreso de la geopolítica ha abierto un abismo entre Washington y Pekín, en el que Taiwán asoma como la tabla de salvación de uno u otro en un juego de suma cero. De un lado, la asertividad china; de otro, la creciente hostilidad de EEUU hacia la República Popular reflejada en la guerra comercial desatada por Trump y en las tecnológica e ideológica de Biden, que pretende dividir el mundo entre democracias y autocracias. 

Para el Partido Comunista Chino, la llamada isla rebelde, refugio de los nacionalistas tras perder la guerra civil en 1949, es «una cuestión existencial, de vida o muerte». Pekín insiste en que quiere una reunificación pacífica, pero sostiene que recurrirá a la fuerza si tratan de impedirla y cambiar el statu quo. Colonizada por Japón tras la primera guerra contra China (1894-1895), el PCCh ve la reagrupación como el cierre del «siglo de la humillación», cuando las potencias extranjeras pusieron de rodillas al Imperio del Centro. 

Para EEUU, esa unificación significaría el fin de su hegemonía en Asia. Tanto por el potencial tecnológico de Taiwán, que incluye al primer fabricante mundial de microchips avanzados, la TSMC, como porque la Armada china tendría libre acceso al Pacífico. La estadounidense, por el contrario, sufriría limitaciones para defender a sus aliados, Japón y Corea del Sur.

En el encuentro de noviembre entre Joe Biden y Xi Jinping, el presidente chino pidió a su homólogo estadounidense que deje de armar a Taiwán, le aseguró que China no se está preparando para una invasión inminente, que la «reunificación es imparable» y le advirtió que la isla es el problema «mayor y más peligroso» de las relaciones bilaterales. Biden insistió en que Pekín debía abstenerse de interferir en las elecciones de Taiwán y destacó que EEUU respeta el principio de «una sola China». 

Antes de romper relaciones diplomáticas con Taipei para establecerlas con Pekín en 1979, Washington se comprometió a suministrar a Taiwán armas para defenderse, pero dejó en «ambigüedad estratégica» la decisión de acudir o no a apoyarla si la invaden. 

El PCCh teme que los independentistas, que gobiernan desde 2016, se envalentonen si vuelven a ganar y, alentados por «fuerzas extranjeras», crucen la raya roja que detone un conflicto militar o un bloqueo. Lai, más radical que Tchai Ing-wen, se ha comprometido a seguir la vía moderada de la presidenta, que incluye evitar movimientos que conduzcan a la independencia de iure.

La torpeza china llenó de piedras la senda electoral del KMT y el PPT. El último libro blanco sobre la política hacia Taiwán, de agosto de 2022, elimina el compromiso anterior de no estacionar tropas del Ejército Popular de Liberación en la isla en caso de reunificación. Tampoco menciona, como indicaba el texto publicado en 2000, que se concedería a Taiwán «un alto grado de autonomía». No lo tienen fácil, los taiwaneses tendrán que pensar tres veces a quien dan su voto.

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