Espacio Abierto

Pilotos suicidas

Las inversiones en el transporte aéreo van en contra de cualquier política medioambiental que se precie. Ni siquiera en términos de ahorro de tiempo resultan rentables

Pasajeros del primer vuelo entre Madrid y Murcia a su llegada a Corvera

Pasajeros del primer vuelo entre Madrid y Murcia a su llegada a Corvera / Marcial Guillén / EFE

Colectivo de Mujeres por la Igualdad en la Cultura

«Es un regalo estar tan cerca», así se expresaba recientemente uno de los noventa pasajeros que inauguraron el primer vuelo de Volotea, que salió de Corvera con destino a Madrid el pasado 1 de diciembre. Y claro que es un regalo, pues la Comunidad Autónoma ha subvencionado esos vuelos y los que unirán Murcia con Barcelona, pagando a Volotea 2,4 millones de euros para que abra esta innecesaria ruta, a cambio de que Volotea asegure un total de 1.600 pasajeros en dieciocho meses. Por cada uno de los vuelos previstos, según informa la prensa regional, los ciudadanos de esta región pagamos 7.058 euros. Y esto en un momento en que los españoles eligen más que antes viajar en tren, movidos por motivos medioambientales.

Entonces, ¿un regalo para quién? El VIII informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social 2022 señala que la pobreza afecta al 31% de los murcianos, cuando la media nacional se sitúa en el 26%, por lo que nos situamos cinco puntos por encima, lo que no nos parece que sea para enorgullecerse. Casi uno de cada tres murcianos vive por debajo del umbral de la pobreza, lo que significa que percibe unos ingresos que rondan los ochocientos cincuenta euros al mes para cubrir todas sus necesidades. Necesidades entre las que se encuentra el consumo de energía. Pues bien, la Región de Murcia está a la cabeza del número de hogares que sufren pobreza energética severa en España. Entre los factores que explican esta grave situación, se apunta, precisamente, a los bajos ingresos, el precio de la electricidad y la deficiente eficiencia energética de los hogares, según la Cátedra de Energía y Pobreza de la Universidad Pontificia Comillas. Entre quienes sufren esta pobreza están los niños y adolescentes: cuatro de cada diez niños de la Región de Murcia están en riesgo de pobreza y exclusión, siendo el nuestro el tercer porcentaje más alto por comunidades autónomas. Otra medallita que no nos enorgullece lucir.

Está claro que ninguno de los murcianos incluidos en esos porcentajes podrá utilizar jamás el transporte aéreo, que solo es accesible para las clases más acomodadas. A quienes no pueden llegar a final de mes, pues, no les regalan nada. Como sucede con el gobierno de Isabel Díaz Ayuso, de estas subvenciones se benefician los menos necesitados.

Para más inri, tenemos que tener en cuenta el deterioro medioambiental. Porque para nosotras, y para la mayoría de la población informada, es necesario aplicar políticas que ayuden al decrecimiento, lo que significa reducir la producción y el consumo, un concepto que hasta la reina Letizia ha incluido en sus últimos discursos, advirtiendo de la necesidad de decrecer para no llegar al caos medioambiental que ya nos amenaza, cuyos efectos sufriremos de forma aún más grave en nuestra comunidad. Promocionar vuelos de menos de 1.000 kilómetros a destinos que son accesibles en trenes cómodos y rápidos va en contra del esfuerzo que deberían hacer nuestros gobernantes para disminuir las emisiones de CO₂ que calientan el planeta. Nos guían pilotos suicidas.

Cuando Francia y otros países de la Unión Europea cancelan, o se plantean cancelar, sus vuelos domésticos en trayectos para los que existen alternativas en tren u otro medio de transporte público, nuestra región, a la cabeza de la estupidez medioambiental, apuesta por el turismo de fin de semana y abre nuevas rutas aéreas. Ya no sabemos qué pensar, ¿en qué mundo viven nuestros gobernantes?, ¿no leen los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el órgano de las Naciones Unidas encargado de evaluar los conocimientos científicos relativos a la crisis medioambiental?

La Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) estima que por cada pasajero que viaja en avión y por cada kilómetro, las emisiones se fijan en 285 g/CO₂, y que viajar en avión es 38 veces más contaminante que hacerlo en tren. Si la aviación mundial fuera un país, estaría entre los diez principales emisores de gases de efecto invernadero (Fuente: El Asombrario).

Las inversiones en el transporte aéreo van en contra de cualquier política medioambiental que se precie. Ni siquiera en términos de ahorro de tiempo resultan rentables, pues a los alabados cuarenta y seis minutos del vuelo subvencionado hay que añadir el viaje hasta Corvera y el de Barajas a Madrid, más la espera en el aeropuerto, lo que puede muy bien suponer un total de unas tres horas, tirando por lo bajo, que es lo que se emplea en el viaje en tren. Por otra parte, y aunque existiera un ahorro de tiempo, este no sería suficiente para justificar el despilfarro. En lugar de entregar esos 2,4 millones de euros a Volotea, deberían emplearse para hacer más sostenibles nuestras ciudades, amenazadas con alcanzar temperaturas saharianas en apenas unos años, o en optimizar los viajes en tren y rentabilizar las inversiones que se acaban de hacer en el ferrocarril; o en elevar el bienestar de la población, que se encuentra entre las menos favorecidas de España, como vemos. Pero López Miras es un conductor suicida, y como todo el mundo sabe, los conductores suicidas circulan por el carril equivocado; mientras se le llena la boca proclamando su amor a Murcia, la mejor tierra del mundo, se le olvida cuidar el futuro de la región que tanto dice amar.

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