Erre que erre (Rock n Roll)

Perdón, Itziar

Si algo mal hizo esta actriz y activista, fue ponerse del lado de los vulnerables, demostrando una bondad pasmosa. Sin importarle las críticas recibidas por una sociedad que no contempla a una mujer obesa, feminista y lesbiana

La actriz Itziar Castro, fallecida el pasado 8 de diciembre.

La actriz Itziar Castro, fallecida el pasado 8 de diciembre. / Javier Lizon / EFE

Jutxa Ródenas

Jutxa Ródenas

Nadie hablará de nosotras cuando estemos muertas, salvo si te llamas Itziar Castro, te has ido de este mundo a los 46 y eres gorda. Demasiado gorda para ese grupo de ciudadanos, gente bien, que han decidido ser expertos del cuerpo ideal, adalides de argumentos saludables bajo mofa y propagandistas de todo a cien contra una persona que acaba de fallecer.

Si algo mal hizo esta actriz y activista, fue ponerse del lado de los vulnerables, demostrando una bondad pasmosa. Sin importarle, aparentemente, las críticas recibidas por una sociedad que no contempla a una mujer obesa, feminista y lesbiana.

Que gratuito sale el insulto para el perfil del cobarde que se esconde tras un link en redes sociales, pretendiendo alcanzar el éxito y la excelencia a costa de la analítica burda como arma arrojadiza. Nos hacen incluso echar de menos al tonto del pueblo en masculino singular, puesto que parecen haber proliferado. Tal vez demasiados analfabetos unidos nos hacen creer que los ignorantes sean los demás. En unos años se estudiará el drama del postureo como enfermedad, y lo peor es que ninguno tenemos derecho de acribillar a nadie en su lecho de muerte, menos aún a una persona auténtica.

Porque «gorda», además de una condición, es un insulto. Un doloroso improperio al que hay que sumarle el desaliento personal del que no encaja en unos cánones impuestos bajo el yugo de la excepcionalidad de una sociedad que ataca y destruye a los vulnerables. Desprecio y humillación como manifiesto del rechazo, no se me ocurre nada más suculento para los vampiros de la autoestima que una adolescente con sobrepeso. 

Demonizar ya sabemos que es uno de los deportes favoritos para los que no practican el juego limpio, tender la mano no entra en sus reglas, se llama crueldad y la ejercemos con el único propósito de ganar ante quien se siente diferente a lo que esperamos, sin tener ni idea de que atacar una característica física es sinónimo de imbécil, de esos que no tienen soporte en su alma y sí demasiada predisposición para un ataque dañino, entiéndase ataque dañino como la falta de educación. 

Aquí no valen rodeos ni andarse por las ramas, cuando los datos son alarmantes: el sobrepeso es el factor de riesgo que más se ha incrementado en adolescentes (hasta un 45%) como causa de suicidio, y ofrecer herramientas psicológicas para combatir esta batalla queda ahora mismo demasiado lejos para un país al que no le duelen prendas cuando se recorta en sanidad. Así que mejor seguimos fingiendo andar colmados de buenas intenciones y disfrazamos nuestra gordofobia con el recurso del humor soez que nos lleve por derroteros poco coherentes y alejados radicalmente de la orondez.

Yo digo que basta ya, y estoy convencida que usted también lo piensa. 

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