Luces de la ciudad

De mayor quiero ser...

Es incuestionable que vivimos en un mundo en constante evolución y no tenemos más opción que, sin perder de vista el pasado, asumir el presente y prepararnos para afrontar el futuro

Fotografía de Kelly Sikkema / Unsplash

Fotografía de Kelly Sikkema / Unsplash

Ernesto Pérez Cortijos

Ernesto Pérez Cortijos

Recuerdo con cierta nostalgia el sonido inconfundible de la armónica del afilador mientras recorría las calles con su bicicleta y su rueda giratoria; la leche fresca que dejaba el lechero cada mañana en la puerta de casa; la destreza de la telefonista de un hotel manejando las múltiples clavijas de una centralita; o el olor a betún cuando un limpiabotas, sentado en su pequeño taburete, lustraba unos zapatos cerca de mí. Oficios todos ellos, junto a otros muchos, que formaron parte de mi niñez y de los que irremediablemente, arrasados por el avance incontenible, y necesario, del progreso, fui testigo de su progresiva extinción.

Hace apenas un año mis nietos me decían que de mayores querían ser ‘gamer’, ‘streamer’, ‘youtuber’, ‘influencer’ o ‘tiktoker’, ahora el mayor, con nueve años recién cumplidos, comenta con sus padres su interés por estudiar robótica en un futuro. Algo que, conociendo sus cualidades, no me sorprende en absoluto e incluso diría más, ante la que nos viene encima, hasta me agrada.

Inmersos como estamos en la llamada ‘Cuarta Revolución Industrial’, o ‘Industria 4.0’, la aparición y consolidación de nuevas tecnologías, una vez más, está provocando grandes cambios estructurales en la sociedad y en el modelo económico. Recordemos que en la Primera Revolución Industrial fueron la máquina de vapor y el uso del carbón como fuente energética; en la Segunda, las máquinas automatizadas, la electricidad y el petróleo; en la tercera, internet y las energías renovables; y en esta última, la cuarta, serán o están siendo, entre otras tantas, la inteligencia artificial, la robótica, los macrodatos (Big Data) o la realidad aumentada y virtual (metaverso).

Por lo tanto, volviendo al ‘interés profesional’ de mi nieto, no es de extrañar que, tal y como afirma un artículo de la BBC News, ante la rápida implantación de estas tecnologías en las industrias actuales, una de las profesiones más solicitadas en los próximos años sea, precisamente, la de ingeniero en robótica, junto a otras como especialista en inteligencia artificial, analista de datos, especialista en transformación digital, experto en cifrado y ciberseguridad, analista de inteligencia comercial, etc.

Todo esto me hace pensar en dónde quedó aquello de «cuando sea mayor quiero ser bombero, policía o médico» que decíamos la mayoría de niños de mi generación. Aunque siendo realistas, según una encuesta realizada por la compañía suiza de recursos humanos Addeco, en la actualidad, la mayoría de los niños españoles quieren ser futbolistas, policías o profesores, y las niñas profesoras, médicas o veterinarias. Realmente no han variado tanto las profesiones que despiertan la imaginación de los niños. Otra cosa es que luego coincidan, o no, con la realidad del mercado laboral.

Es indudable que la transformación digital se está produciendo a una velocidad vertiginosa, y que todos estos cambios están influyendo directamente en nuestra vida personal y laboral, hasta el punto de que la automatización de los trabajos provocará, igual que antaño, la desaparición de muchas profesiones, algunas difíciles de predecir, mientras que otras, si quieren subsistir, tendrán que adaptarse a las exigencias de las nuevas tecnologías. ¡Sálvese quien pueda!

En fin, «¡quieran los dioses que cada uno desempeñe el oficio que conoce!», decía Aristófanes. Puede que mi nieto cambie de opinión y termine siendo futbolista, policía, profesor o médico, o cualquier otra profesión que él elija, pero es incuestionable que vivimos en un mundo en constante evolución y no tenemos más opción que, sin perder de vista el pasado, asumir el presente y prepararnos para afrontar el futuro.

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