El blog del funcionario

El miedo nos hace conservadores, el pánico ultraconservadores

Miguel H. Valverde

Miguel H. Valverde

La gente no se vuelve «facha» de la noche a la mañana. Aunque España fue el único lugar de Europa Occidental donde triunfó una dictadura fascista, por lo que aún hay gente que lleva en el ADN una forma de entender un país.

Pero el ‘boom’ ultraconservador que recorre el mundo, donde gente que podríamos denominar como excéntrica en el mejor de los casos: Trump, Bolsonaro, y ahora más recientemente Milei en Argentina o la ultraderecha en Países Bajos bajo el liderazgo del ultraconservador Geert Wilders, son ejemplos que ponen a la sociedad frente al espejo del miedo a perder lo que se tiene.

Ya lo decía el maestro José Luís Sampedro: «Lo que domina a la gente es el miedo, y se trata de que el miedo cambie de bando».

Y la gente, ante la inmigración, la inseguridad y las dudas, se pone como escudo el miedo para tomar sus decisiones. Y es que el miedo te atenaza, te inmoviliza y te hace tomar posiciones que, en situaciones normales, jamás tomarías.

El problema llega cuando el miedo se transforma en pánico, es entonces cuando uno se esconde detrás del primer charlatán que te seduce diciendo que con él no sufrirás y volverás (conservar) a tener lo que tenías antes, recuperando el mantra social de «cualquier tiempo pasado fue mejor».

La pregunta no es como un personaje como Milei en Argentina es capaz de arrastrar millones de votos, una persona que no duda en pronunciarse a favor incluso del libre mercado de trasplantes de órganos humanos, o que cree que el Estado sobra, sino por qué la gente puede llegar a confiar en una persona que te anuncia que no te hará rico, sino que todos serán pobres y desgraciados como tú, excepto la élite económica, una vez más, la más lista de la clase.

En España el miedo comienza a convertirse en pánico, manifestaciones, broncas diarias, anuncios apocalípticos, la inmigración nos arrasará, violarán a nuestras hijas y mujeres, y será imposible salir a la calle, y como colofón, nos okuparán las casas y terminaremos enfrentados salvo que los «mesías», los «elegidos», lleguen al poder.

El miedo es humano, por eso es fundamental la información, que las noticias falsas que salen a borbotones desde los cuartos oscuros, no se conviertan en «verdades como puños», y como decía Sampedro, luchar para que el miedo, que no desaparecerá, cambie de bando.

La gente comienza a tener miedo a que España se rompa, a que la inmigración domine la vida social y hasta nos quite el trabajo, a que la seguridad se convierta en inseguridad, pero alguien tiene evitar que la delgada línea que separa el miedo del pánico se instale en las comidas de Navidad, en las reuniones familiares, en el cuñado que advierte del «fin del país» o en las miles de conversaciones que cada día se dan en las barras de los bares, la mayor biblioteca pública de España.

Los españoles, como los argentinos, brasileños, franceses, italianos, británicos, alemanes u holandeses, no son fachas por naturaleza, el ser humano si es conservador por naturaleza, y si el miedo se queda a vivir definitivamente en el apartamento que tenemos en la cabeza reservado para los malos momentos, terminará creando un monstruo llamado pánico. Y entonces será tarde.

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