Espacio Abierto

Guía para blanquear

Podemos entender la anticipación de la angustia de estos padres ante la futura curiosidad original de sus hijos, pero tratar de desplazarla y endosárselas a los profesionales docentes y no docentes de los Centros Educativos, alegando un hipotético y paranoico bullying, nos parece que es tratar de escaquear el bulto

L.O.

L.O.

Colectivo de Mujeres por la Igualdad en la Cultura

En amigable tertulia la otra tarde, hablábamos unas cuantas mujeres sensibles a los acontecimientos sociales, culturales y políticos y de lo que de ellos se deriva en cuanto afectan a la dignidad humana de mujeres y niños.

Coincidíamos en apreciar el auge que de un tiempo acá están teniendo los argumentos distópicos en literatura, aunque no solo; cinematografía y artes escénicas también rezuman este tipo de tramas, es más, incluso algún texto recientemente auspiciado por la Universidad de Murcia (UM) para guiar unas determinadas «buenas prácticas» se nos antojaba impregnado de alto grado de distopía y mucho de paranoia.

Nos recordábamos que ‘distopía’ (o antiutopía) hace referencia a una sociedad ficticia, indeseable en sí misma, e interpretábamos esa tendencia argumental como mecanismo de expresión de temores colectivos, avisos e incluso denuncias ante los excesos de una sociedad asentada en un desarrollismo salvaje, un cientificismo despendolado y una tecnología imperante que nos modula, deshumaniza y aísla, sometiéndonos a una homogeneización progresiva.

En cuanto a narrativa, el término, nos viene estrechamente ligado al género de ciencia ficción. Hacíamos hincapié en el concepto ‘ciencia’, que siempre anda por medio de estos temas, como arma arrojadiza en discusiones, sobre todo cuando se dispara desligado del que debiera ser su inseparable ‘alter’, o sea, ‘ética’.

Así pues, atentas y conmovidas, nos hacemos eco de la noticia que bajo el titular 'La UM transfiere conocimiento en el ámbito de la gestación subrogada' anuncia nada más y nada menos que una nueva guía docente sale a la luz.

Esta ‘criatura’, concebida en la Facultad de Trabajo Social, fue presentada en sociedad el 23-10-23, cumplimentando así el primer rito de paso, el del nacimiento, ante la mirada complaciente y complacida del elenco de tan prestigioso ámbito académico. Estaban presentes en este acto personas destacadas de la asociación ‘Son Nuestros Hijos’ y otros 40 asistentes, todos ellos vinculados directamente con las maternidades y paternidades por subrogación.

Un público entregado (a la causa) sin duda, entre el que, apostamos, no había ni una sola madre ‘donante’. ¿Para qué iba a haberla? si ya lo dicen: «Son nuestros hijos» (que para eso los hemos comprado, aunque esto la Guía prohíbe decirlo, incluso pensarlo. Hacerlo sería caer en una imperdonable falta por ‘moralismo’ e ‘ideologización’).

Aquí también los progenitores han resultado ser un trío, simpática coincidencia con la mayoría de las gestaciones subrogadas, siendo en esta situación felizmente nombrados y reconocidos los tres, no como en la concordancia anterior, en que una de las partes, la auténticamente gestante y parturienta, queda borrada y, como la propia Guía pretende, con acuse de sanción para quien tuviera el atrevimiento de mencionarla en el futuro.

Bautizada con el nombre extenso de Guía de Buenas Prácticas sobre Diversidad Familiar y Gestación por sustitución en el Ámbito Educativo: Concienciación, Sensibilización y Mediación Social, ha sido alumbrada para que habite en los Centros Docentes, y allí, iluminando alumnados y profesorados, AMPAS y Consejos Escolares, desde la Dirección a la Conserjería, cumpla su heroico destino.

A saber: normalizar la gestación subrogada, mediante toda una propaganda de blanqueo usando las consabidas claves de las narrativas de la distopía: tergiversación, confusión, uso de eufemismos y ‘neolenguaje’.

La gestación subrogada, que la Guía insta a llamar «gestación por sustitución», en su constante afán por utilizar eufemismos para ocultar la compra, recordamos que es un procedimiento de reproducción asistida ilegal en nuestro país. Consistente en implantar uno o varios embriones humanos, obtenidos mediante fertilización in vitro, en el útero de una mujer ajena a la anhelante y futura pareja parental, a la que queda ligada mediante contrato, donde se especifican condiciones y pagos, comprometiéndose a completar, preferiblemente a término, la gestación de los embriones implantados; parir los fetos (someterse a cesárea, si fuera el caso) y nada más alumbrarlos, aceptar entregar los bebés a la pareja o persona que hizo el encargo; asumir lo inherente a postparto, puerperio, inhibición de lactancia y posibles complicaciones, incluidas las mentales. Ya que la feliz pareja parental, desentendida de tan engorrosos asuntos y desbordada de amor por el producto, centrará su interés en el bienestar propio y de los retoños recién obtenidos.

El primero de los intereses, naturalmente legal, será inscribir a estos ‘nuestros hijos’ efectivamente como propios en el Registro Civil Español. Podrán hacerlo gracias a que el Estado Español, tan sutilmente tildado en la Guía como «retrógrado» respecto a estos «otros países avanzados de nuestro entorno» resulta ser mucho más protector con los derechos de la infancia que los ‘avanzados’, que permiten su comercialización, y sí, garantiza los derechos civiles de los niños, optando por acogerlos y darles ciudadanía, aún procediendo de una práctica clínica no reconocida como legal en nuestro país.

Se nos ocurre que, a partir de aquí, los derechos humanos de estos niños quedan protegidos, tanto en el ámbito escolar como en cualquier otro. Y ante las preguntas que en un futuro hagan a los padres sobre sus orígenes, como todo niño suele hacer en algún momento de su desarrollo, serán precisamente los padres los responsables de responderles, con el grado de verdad que consideren oportuno.

Podemos entender la anticipación de la angustia de estos padres ante la futura curiosidad original de sus hijos, pero tratar de desplazarla y endosárselas a los profesionales docentes y no docentes de los Centros Educativos, alegando un hipotético y paranoico bullying, nos parece que es tratar de escaquear el bulto.

Nos preguntamos, en cambio, como es posible que a los responsables académicos y bioéticos (si los hay) de la UM les hayan metido este gol.

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