Lo que ocurre mientras chillan y patalean

Gente joven y positiva, gente que pasea el nombre de Murcia por muchos lugares, ante miles de espectadores para quienes esta tierra existe gracias a ellos

Pedro Acosta celebrando su victoria en el Gran Premio de la India.

Pedro Acosta celebrando su victoria en el Gran Premio de la India. / Gareth Harford

Pity Alarcón

Pity Alarcón

Me encanta la política, y los partidos políticos, porque sin ellos no sería posible la democracia. Me gusta conversar y escribir sobre esto, sobre todo lo que ocurre en nuestra sociedad. Pero estos días, nos vienen tan cargados de ‘fake news’ tan exageradamente tergiversados los acontecimientos del día a día, que agradeces poder comentar otras cosas. Porque el mundo también vive de hechos que nada tienen que ver con la política. De eventos que hacen felices a mucha gente. Entre otras cosas, de triunfos de deportistas que producen el llanto de emoción en muchos y muchas, porque eso es también la vida: el día a día que nos pone tristes o nos hace felices.

Como el triunfo del mazarronero Pedro Acosta, que con diecinueve años ya es doble campeón del mundo al haber ganado, cuando solo tenía 17 años, el campeonato del mundo de motociclismo en la categoría de Moto3 y acabar de proclamarse ahora campeón del mundo de Moto2 (el campeón más joven de la historia en esta categoría), en el GP de Malasia. La categoría intermedia que le llevará el año próximo a MotoGP para medir sus cualidades como deportista con la elite del motociclismo mundial. Un corredor que a los 19 años ya acumula 16 victorias y 27 podios en 54 carreras en las que ha dejado su impronta de campeón, porque el deportista murciano ha necesitado tan solo de tres temporadas en el Mundial para convertirse en bicampeón del mundo y firmar el salto a MotoGP, habiendo batido todos los récords de precocidad.

Y viendo imágenes de su gran victoria, de la felicidad reflejada en su cara de joven con miles de sueños por cumplir, no pude por menos de pensar en el misterio de esta tierra para ‘producir’ grandes deportistas. Gente joven y positiva, gente que pasea el nombre de Murcia por muchos lugares, ante miles de espectadores para quienes esta tierra existe gracias a ellos, como es el caso también de Carlos Alcaraz, ese tenista nacido en la pedanía de El Palmar, que ya puede presumir de ser el vigente campeón de Wimbledon. Palabras mayores en el mundo del tenis. Pero es que Alcaraz, con veinte años, ya es uno de los grandes. Ya es recibido en las más calificadas pistas de tenis con la expectación que solo despiertan los elegidos. Ya presume en esas pistas de su procedencia, con el orgullo de fardar de lo que se ama. Y él lo hace siempre, situando el nombre de su tierra en lo más alto.

Y puesta a olvidar, por hoy, eso de la política y disfrutar con los triunfos de los y las deportistas de esta tierra, no puedo dejar de traer a este rincón la figura de la enorme jugadora de baloncesto de la ala-pívot Laura Gil (actualmente en las filas del Perfumerías Avenida de Salamanca). Porque esta jugadora ha sido internacional en todas las categorías inferiores de la selección española, logrando el récord de nueve medallas en 6 años, entre campeonatos europeos y mundiales, hasta llagar a la selección absoluta donde ha ganado oro Europeo y plata olímpica y mundial para, en categoría de clubes, proclamarse con el Perfumerías Avenida campeona de Liga y de la máxima competición continental, la Euroliga.

Laura Gil es tan grande, forma parte de una generación tan brillante de baloncestistas que en los dieciséis torneos que ha disputado con España, en todos ellos, ha conseguido subirse al pódium: nueve en categoría formativa y siete en categoría absoluta, para continuar deleitándonos con su juego, tanto en su club como en la selección española de basket, donde ejerce la capitanía.

Ya ven, una comunidad autónoma con solo 1.556.568 habitantes puede presumir de deportistas de talla mundial. De deportistas de la categoría de estos tres, que nos dan motivos para sentirnos orgullosos y para pensar que en el mundo no todo es política, que hay otras cosas que suceden mientras que algunos chillan y patalean.

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