Achopijo

Bufandas

Yayo Delgado

Yayo Delgado

Soy muy de bufandas. Y mucho de perderlas. Aunque por detrás de gafas de sol y paraguas, en ese orden. En Murcia el porcentaje de pérdida de prendas de abrigo debe ser el más alto del mundo. Es lo que tiene que nos pasemos dos o tres meses al año saliendo de casa con bufanda, abrigo y paraguas para no necesitarlo durante la mayor parte del día. Sería maravilloso conocer el ratio de bufandas perdidas por habitante de las ciudades. Seguro que estábamos líderes. 

Dejarse la bufanda en un bar. Es casi un apellido murciano. Todos los años, mínimo una. Hay ya incluso un algo romántico. Un algo que me pide dejarla allí olvidada, en una terraza, como un gesto de nostalgia y un canto al sol de invierno. Porque las perdemos, pero es difícil encontrarse una. Es una de esas leyes sin explicación coherente. Quizás es que hay alguien siempre que las encuentra antes, o hay por ahí un cementerio de bufandas olvidadas dónde vuelan todas las que hemos ido perdiendo en la vida. Me acuerdo de tres o cuatro que me dolieron en algún momento. Especialmente una Medio reversible, de varios azules y marrones, larga y suave como ninguna otra. ¿Dónde estará? Como otras muchas bufandas futboleras prestadas y perdidas. Mantengo una buena colección, en la que quizás falten más de la que hay. Sobre todo aquellas de los ochenta, que mi padre me compraba en los puestos de banderas bajo el escudo de La Condomina, junto a los puestos de regaliz. Viajar y volver con bufanda futbolera es un clásico, casi a la altura de la bufanda como regalo de Amigo Invisible. Conmigo siempre gana una bufanda. No me escondo. Siempre. 

Ya estamos en época de bufandas. Nosotros éramos mucho de ir a San Antolín de aperitivo para inaugurar la temporada de bufandas. Calles otoñales en las que apenas entra el sol, y el frío sube del suelo, como solo pasa en la ciudad estos días de otoño por la mañana temprano. A la bufanda se ha unido hace no mucho la boina. La edad, que no perdona. Pero no he perdido nunca una. Será que la cabeza la perdemos menos con el tiempo. 

¿Han estrenado ya bufanda? Pierdan una con estilo. 

Vale.

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