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Heroínas de nuestra historia: Matilde Landa

Sirva el recuerdo de Matilde Landa para homenajear a estas heroínas reales que un día fueron masacradas por una guerra cruenta y cruel, y seguida de despiadada represión que duró cuarenta años

Matilde Landa, uno de los referentes más significativos del movimiento obrero y comunista.

Matilde Landa, uno de los referentes más significativos del movimiento obrero y comunista.

Colectivo de Mujeres por la Igualdad en la Cultura

Tras la derrota republicana en 1939, miles de mujeres fueron detenidas y condenadas, muchas de ellas a pena de muerte, tras lo que popularmente se llamó ‘juicios sumarísimos’ o, lo que es lo mismo, procesos urgentes y rápidos impartidos por Consejos de Guerra disfrazados de legalidad, una herramienta represiva que sirvió al ‘Estado’ para encarcelar o depurar a la ciudadanía disidente.

Fue así como las cárceles españolas, a partir de ese momento, se llenaron de presos y presas políticas, hombres y mujeres cuya actividad personal, laboral o política se había desarrollado en el lado republicano.

Una de esas cárceles fue la de mujeres de Ventas de Madrid (1931-1969). Una institución que Victoria Kent, directora general de Prisiones en el Gobierno provisional de Alcalá-Zamora, concibió originariamente como ‘Prisión Modelo’ dentro del nuevo proyecto penalista de la Segunda República que, pensada para albergar a unas 500 reclusas, llegó a tener una población, ya en enero de 1940, de alrededor de 5000.

Entre estas mujeres se encontraba Matilde Landa que, tras uno de aquellos juicios sumarísimos, fue condenada a muerte.

Matilde nació en Badajoz en 1904, en el seno de una familia pudiente, culta y liberal, y tanto ella como sus hermanos Ramón, Jacinta y Aida tuvieron una amplia educación, y como anécdota que marcaría la vida de Matilde, añadiremos que ninguno de ellos fue bautizado, algo completamente inusual para la España la época. Matilde estudió en la Residencia de Señoritas de Madrid cuando su directora era María de Maeztu, y posteriormente finalizó sus estudios universitarios en la Facultad de Ciencias Naturales, todo ello en una época en la que muy pocas mujeres accedían a estudios superiores.

Durante la Segunda República, su activismo social y político no tuvo parangón. Se afilió al Partido Comunista tras las elecciones de 1936, poco antes de que comenzara la guerra, y llegó a convertirse en una activista destacada dentro de él. Más adelante, una vez estallada la guerra, fue destinada al Hospital Obrero ocupado por el Quinto Regimiento, cuerpo militar de voluntarios de la II República Española durante los primeros meses del conflicto. Ese mismo verano se enroló en el batallón femenino de este regimiento para realizar la instrucción militar. Hemos de recordar que, durante los primeros meses de guerra, muchas mujeres realizaron la instrucción militar con la finalidad de ir a luchar al frente. Sin ir más lejos, un batallón de milicianas partió de Cartagena y llegó al frente instalado en la sierra madrileña. Pero, semanas después, el Gobierno republicano consideró que las mujeres serían más útiles apoyando a las tropas desde la retaguardia y, de inmediato, fueron retiradas del combate. Es así como Matilde llego a implicarse en la transformación de aquel hospital, que había sido un asilo para tuberculosos dirigido por religiosas, en un hospital de sangre para las milicias populares. Pero tampoco este proyecto duró demasiado, ya que, en el mismo año del Alzamiento, el hospital fue evacuado debido al avance de las tropas franquistas, y Matilde se trasladó en noviembre a Valencia para continuar su labor social y humanitaria.

Es de destacar también la presencia y actividad de Matilde dentro de las brigadas internacionales y su participación en la evacuación de la población civil de Málaga en 1937, cuando las tropas franquistas avanzaron sobre esta ciudad. Una huida que se convirtió en una masacre de mujeres, niños y ancianos en la carretera costera que la unía con Almería, ciudad a la que pretendían llegar, todavía bajo control republicano.

Su activismo político dentro del partido comunista y su lucha antifascista la llevó a su detención en abril de 1939, tras el triunfo franquista. El 12 de abril, Matilde fue conducida a la sede del Ministerio de Gobernación, actual Ministerio del Interior, en la misma Puerta del Sol, donde fue interrogada por el comisario Jesús Cabezas. Hay versiones encontradas sobre si fue torturada o no, pero sí se sabe que estuvo aislada e incomunicada durante varios meses.

El 26 de septiembre de 1939 ingresó en la prisión de Ventas, el mismo lugar en que un mes antes las trece rosas habían sido fusiladas sin que se hubiera llegado a tramitar su solicitud de conmutación de pena.

El analfabetismo de la mayoría de las reclusas y la falta de abogados afines con la causa republicana llevó a Matilde, con la ayuda de unas pocas internas, a crear lo que se llamó Oficina de Penados. El trabajo llevado a cabo consistía en la redacción de solicitudes para que se revisaran las penas y en la búsqueda de avales que apoyaran las peticiones. Durante la guerra y posguerra la figura del aval era primordial para conseguir favores. Si un cura, un falangista, un militar o un guardia civil hablaban en tu favor, tenías muchas posibilidades de conseguir escapar de la pena mayor.

Cada noche, al igual que ocurría en las cárceles de hombres, un grupo de condenadas a muerte era llevado junto al muro del Cementerio de la Almudena para ser fusiladas. Para evitar la ansiedad de las presas que presenciaban noche tras noche como se llevaban a sus compañeras para asesinarlas, las autoridades carcelarias decidieron que las condenadas a muerte fueran recluidas en un sótano oscuro con una pequeña ventana que daba a un patio por donde se pasaba a comunicar con las familias y al economato. Cuando a alguna le llegaba la conmutación de la pena, junto a la alegría también experimentaba el desgarro por las que se quedaban en el sótano. Pero gracias a esta oficina a muchas de aquellas reclusas se les conmutó la pena de muerte por 30 años de cárcel.

Un año después de ingresar en Ventas, Matilde fue trasladada a la cárcel de Palma, una de las más inhumanas por el hacinamiento y la escasez de comida a la que estaban sometidas. Pero Matilde no desfalleció y continuó con su labor, que no era solo la de tramitar papeles para salvar de la muerte a sus compañeras, sino también procurar la implicación de las presas en el trabajo, el debate, la actividad, y así conseguir levantar la moral y mantener la esperanza. Fue así como esta joven mujer se convirtió en un referente primordial para sus compañeras.

Sin embargo, las autoridades franquistas y religiosas, conocedoras de la influencia y liderazgo de Matilde hacia las otras internas, no cejaron en someterla a una implacable persecución durante todo su cautiverio para que se convirtiera al catolicismo y consintiera en ser bautizada. Por todos los medios se intentó hacerla desfallecer y, posiblemente, lo consiguieron, porque, a pesar de que a ella también le fue conmutada la pena de muerte, en septiembre de 1942 muere cayendo desde una galería de la prisión de Palma, lo que se interpretó como un suicidio. Durante una hora antes de morir, tirada en el suelo del patio de la cárcel y sin fuerzas para resistirse, fue bautizada y declarada oficialmente católica.

Sirva su recuerdo para homenajear a estas heroínas reales que un día fueron masacradas por una guerra cruenta y cruel, y seguida de despiadada represión que duró cuarenta años.

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