Pasado de rosca

Ese problema del que usted me habla

Hay bastantes cuestiones mucho más decisivas para el futuro de la ciudadanía que los tópicos que más ruido hacen en el actual debate político

En nuestro país las cifras de paro juvenil siguen siendo las más abultadas de la UE-27.

En nuestro país las cifras de paro juvenil siguen siendo las más abultadas de la UE-27. / Foto: Flickr

Bernar Freiría

Bernar Freiría

Mientras la tensión bélica crece en Oriente Próximo amenazando con prender la llama que haría entrar en combustión toda esa región, de nuestras fronteras para adentro se muestra con toda crudeza la futilidad de los discursos que centran la discusión pública. Gobierno en funciones, oposición no menos provisional y toda la gama de hipotéticos aliados en una bizarra coalición de Gobierno se encuentran empeñados en discutir aspectos que la situación internacional se ha encargado de situar en el margen.

Algunos se han encargado ya de señalar desde el Parlamento Europeo que ahora mismo hay cosas mucho más importantes en el mundo como para ocuparse de si allí se debe o no poder hablar en catalán. También la dilucidación de si Puigdemont engaña o no cuando pone sobre la mesa sus condiciones para pactar resulta cosa menor en estas circunstancias. Que amnistíen o dejen de hacerlo a unos cientos de catalanes comprometidos con el procés es asunto que debería preocupar fundamentalmente a los interesados. No se ve fácilmente la importancia del asunto hasta el punto de movilizar a las masas en dos convocatorias distintas. Por otra parte, da la impresión de que las maniobras en la oscuridad que negociadores de investidura llevan a cabo sin más norte que sacar el mayor provecho de las debilidades, supuestas o reales, de la otra parte contratante y de que no tienen otra finalidad que la de exhibir músculo ante la propia parroquia por las concesiones arrancadas a la otra parte contratante. Eso explicaría la resistencia del PSOE a dar información, esperando ‘su momento’, según las palabras de la ministra de Hacienda.

Pero incluso en la esfera nacional tenemos problemas notablemente más graves que esos. Por ejemplo, en el ámbito laboral parece que es mucho más acuciante el asunto de incorporar a los jóvenes al mundo del trabajo en condiciones dignas que la reducción de la jornada laboral. Recordemos que en nuestro país las cifras de paro juvenil siguen siendo las más abultadas de la UE-27.

Así mismo, ocupan apenas espacio en el terreno político cuestiones mucho más mollares como, por ejemplo, dinamizar una economía que no acaba de apostar por la innovación y sigue tratando de sacar petróleo de los viejos recursos como el turismo y los servicios, sectores que nos siguen condenando a una posición de segundones en el actual concierto económico.

Cuestión no menor que sigue excluida del discurso político es la reforma, de una vez por todas, de una educación ineficaz y obsoleta que tiene en las aulas a montones de niños y jóvenes vegetando y desarrollando mañas para esquivar las ya de por sí escasas exigencias del sistema. Y, relacionado con esto, sigue urgiendo prestar atención a la formación y práctica profesional de un profesorado deficientemente formado, que no sabe muy bien qué ha de enseñar y que se ve frustrado y sepultado por una burocracia que considera más importante tener un papel en cuyas cuadrículas fijar a los alumnos, como mariposas con alfileres, que realmente dedicar tiempo, recursos y vocación para educarlos y formarlos cabalmente para su inserción social.

Y qué decir de una justicia lenta, burocratizada también y en la que el parásito político ha entrado para convertirla en eficaz correa de transmisión de sus intereses partidarios, sean estos evitar condenas para los propios afiliados o tumbar en los tribunales leyes que han sido aprobadas en el Parlamento.

Por no mencionar que la Sanidad Pública se está degradando por momentos. Por la saturación, por la privatización, por la situación de las plantillas y por la falta de una visión holística estamos a punto de perder uno de los mayores tesoros de la igualdad.

Tampoco es asunto menor establecer un modelo energético para el conjunto del país, con el horizonte puesto en la paulatina disminución de los combustibles fósiles sustituidos por fuentes renovables. Lo que no quiere decir que haya que lanzarse a la construcción atolondrada de parques eólicos o huertos solares, sino con la mirada a largo plazo que el asunto requiere, analizando la repercusión sobre la rentabilidad de las inversiones, cosa que no siempre se ha tenido en cuenta.

Otro tema apremiante y del que apenas se habla tampoco es la escasez de vivienda pública para resolver el problema de la creciente dificultad de los jóvenes para encontrar pisos asequibles que les permitan emanciparse —pero, en general, de todo aquel que necesite alquilar una vivienda—. El problema es especialmente grave en las grandes ciudades, en las que tiende a agruparse la mayoría de la población.

En fin, que hay bastantes cuestiones mucho más decisivas para el futuro de la ciudadanía que los tópicos que más ruido hacen en el actual debate político.

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